Oh I'm just counting

Las razones de la sinrazón. Reflexiones para tratar de explicar la derrota de la centroizquierda

Nadie puede desconocer que la votación mostró una sorprendente y contundente diferencia de votos, más de 600 mil y casi 9 puntos porcentuales de distancia. Las razones se irán revelando con el paso de los días y el tiempo, sin embargo algunas de ellas es posible preverlas hoy.

Por Mario López M.

Resulta extraño solo pensar que Chile no quiera gratuidad para la educación. Que no quiera mejorar sus pensiones y cambiar el modelo de ahorro previsional abusivo. Menos es viable pensar que el país no quiera salud de calidad para todos o mayor igualdad y justicia. Parecía imposible soslayar que la gente no optara por la ética en el servicio público.

Sin embargo Chile cambió. Con solo el 50% de los chilenos votando, la lectura de lo que el chileno medio buscaba pareciera haber estado equivocada. Crecimiento, trabajo y seguridad, las banderas de la derecha, pareciera que penetraron más en el elector. La lectura del nuevo país que enfrentamos corresponderá a los cientistas políticos, sin embargo es posible pensar en voz alta qué pasó. 

La lección de la unidad

Una de las causas que nadie discute es la división con que la centroizquierda  enfrentó estas elecciones. Dos candidatos considerados oficialistas, Guillier y Carolina Goic, tres al margen de la Nueva Mayoría, Beatriz Sánchez, Marco Enríquez-Ominami y Alejandro Navarro y un sexto por fuera.

Para muchos es la principal razón que explica la derrota.

Si las matemáticas operaran, la lectura de una primera vuelta arrojaba que el progresismo superaba ampliamente a la derecha, misma diferencia que en segunda vuelta favoreció a Sebastián Piñera. Cierto, se luchó en contra de una prensa alineada en favor del candidato de derecha, también una campaña de terror abierta, desde el presidente de la bolsa de comercio hasta el pequeño empresario, es cierto, pero ello no explica por si misma la derrota.

Nadie le apuntó... votaron más, pero

Otra razón se aventuraba era una menor votación en el balotaje. Se sabía que lo único que podría asegurar un triunfo del progresismo estaba  radicado en aumentar el número de electores en la sgunda vuelta.  Sin embargo en el balotaje votaron al menos 200 mil chilenos más que en noviembre, luego tal razón es insostenible a la hora de explicar qué pasó.

La performance del candidato oficialista es también otra de las causas  que se intenta analizar y se pone el énfasis en el último debate Anatel, donde no logró marcar diferencias y más bien instaló dudas. Cierto, pero por el otro lado los errores no forzados de Piñera fueron gigantescos en los últimos diez días, por lo que tal excusa huelga, no resulta suficiente al momento de entender qué pasó.

Hilando más fino, muchos buscan explicar la derrota en la falta de trasvasije de votos, tanto del Frente Amplio como de la Democracia Cristiana hacia Guillier.  Los primeros motivados por intereses individuales, les convenía mucho más ser oposición a Sebastián Piñera que a un gobierno de Guillier, con el cual debería disputar en cada ley el ser más o menos progresista.

Los intereses mezquinos

Por ello, un gobierno de derecha, sostienen en privado muchos líderes frenteamplistas, permitirá al Frente Amplio marcar mucho más las diferencias con la Nueva Mayoría y, en lo posible, sepultarla de una vez por todas. Ello explicaría el tibio apoyo (si es que se puede llamar así) de los principales líderes de ese conglomerado que hasta el final llamaban a votar “contra” Piñera pero nunca por Alejandro Guillier.

A su vez, desde la Democracia Cristiana también hubo una especie de doble mirada. Una gran mayoría encabezada por la propia senadora Carolina Goic que el mismo día de la elección en noviembre reconoció el triunfo de Guillier y le dio su respaldo hasta una directiva del partido de la falange que lo apoyó “sin condiciones”.

Pero sin embargo no fue un apoyo unánime, pues sectores minoritarios y sin representación al interior del partido de la flecha roja, señalaron de manera expresa que no votarían por el senador progresista, aunque tampoco entregaron su respaldo  a Piñera.  

Entre retroexcavadoras y matices

No puede cerrarse un análisis sin mirarse frente al espejo por parte de la Nueva Mayoría o si se quiere los sectores oficialistas. Por primera vez desde la vuelta a la democracia no tenían tanto apoyo en el Congreso, por primera vez no tenían al frente a una derecha derrotada tras el triunfo de Michelle Bachelet en 2013. Sin embargo las retroexcavadoras y los matices, sumados a una sesgada y odiosa campaña de la derecha frustraron consolidar ese triunfo en avances más integrales y en permanecer en el gobierno.

Tampoco puede quedar ajeno al momento de reflexionar el qué pasó, la conducta de muchos “rostros” gobiernistas salpicados por líos de dineros o casos de corrupción o abusos. La lejanía con la “calle”, las juntas de vecinos, las universidades, los sindicatos y en general los cuerpos intermedios, deberá ser parte del análisis, que con el pasar de los días deberá ir asumiéndose.

Muchos aprovecharán de mirarse el ombligo al interior de la centroizquierda. La democracia Cristiana, el PPD, los mismos socialistas y los demás compañeros de rutas deben solucionar varias dificultades al interior de sus partidos. Será el momento de renovarse o morir.

O se reinventan o...

No es muy distinto a lo que ocurrirá en el Frente Amplio, hoy unido más por ser contras que por propuestas concretas y más juntos por la indefinición que por jugarse por ideas que aún no maduran suficientemente. Lo acontecido con Pamela Jiles y Gabriel Boric es solo la punta del iceberg. Difícil les será convencer, ahora a la Nueva Mayoría (o lo que resulte de aquello) de apoyarlos. Las heridas dejadas por la falta de apoyo en esta oportunidad son profundas y muy nuevas para sanar rápido.

Será tarea del progresismo defender lo avanzado. También exigir al nuevo Presidente que cumpla sus compromisos de última hora como su adhesión a la gratuidad (aunque acotada) y de mejores pensiones, lo mismo acerca de los cambios a la ley de pesca y otros. También bregar por seguir profundizando, desde la oposición, los avances sociales. Solo que ahora se requerirá la unidad para evitar que la retro retroexcavadora desarme lo andado.  

Guillier, al reconocer de manera republicana el triunfo de Piñera, hizo un llamado a la unidad del progresismo. No distinto al mensaje que el expresidente de Uruguay José Mujica hizo en el cierre de campaña oficialista: Cuando el centro y la izquierda se separan, cuando el progresismo no se une, la derecha triunfa.