Oh I'm just counting

Por fin se acaba la campaña: Sepa por qué Piñera fue enemigo de sí mismo después de la primera vuelta

Por Guillermo Arellano
 
 
Para qué nos vamos a engañar: la campaña electoral que está a punto de terminar ha sido chata, poco creativa, sin contenidos y con un aporte intelectual igual a cero, donde más allá de las ideas y los conceptos solo hemos visto consignas antipiñeristas y antiguillieristas. Todo rayando en lo chabacano y lo obtuso.
 
Quizás lo único positivo es que gracias al sufragio voluntario y al surgimiento de nuevas fuerzas políticas y líderes caudillistas, factor que generó un insospechado voto cruzado en la primera vuelta de noviembre, existe una incertidumbre respecto al balotaje que solamente este domingo en la tarde será aclarada.
 
Como sea, en este contexto de elección con resultado incierto bien vale revisar lo que ha sido el devenir de quien partió como favorito y que podría terminar con el pan quemado en la puerta del horno: Sebastián Piñera.
 
El abanderado de derecha obtuvo el 36,64%, primer batatazo para un sector que esperaba llegar junto al expresidente al 45% de las papeletas y, además, marcando 20 o más puntos de ventaja ante sus más cercanos perseguidores, Alejandro Guillier (PR-PS-PPD-PC), que logró el 22,70%, y Beatriz Sánchez (Frente Amplio), que tiró el mantel con el 20,27% de las preferencias.
 
En el afán de equiparar las matemáticas, la oposición consiguió temprano el apoyo del diputado José Antonio Kast, candidato independiente y exmilitante de la UDI, como también que el senador Manuel José Ossandón (RN), hueso duro de roer en la primaria del 2 de julio (26,2%), se sumara al comando del empresario.
 
 
Por otro lado, Criteria Research, una de las pocas empresas de encuestas que se acercó a los resultados oficiales del mes pasado (la otra fue la Universidad del Desarrollo), publicó un estudio que le otorga a Piñera una luz de ventaja frente a Guillier (47% a 45%), a la vez que estableció que el 8% se divide entre quienes anulará el voto, lo dejará en blanco y no acudirá a las urnas.
 
Con este halagüeño panorama -que se incrementó con el hipotético 9% del electorado frenteamplista que se inclinaría por el exmandatario de acuerdo a la misma consultora-, Chile Vamos enfrentó el inicio de las últimas semanas de despliegue territorial.
 
¿Qué pasó? ¿Por qué las sonrisas se transformaron en ceños fruncidos? ¿A quién hay que echarle la culpa si se produce una derrota? ¿Se viene la noche de los cuchillos largos?
 
“Voladores de luces”
 
Según el académico y exdiputado Esteban Valenzuela, todo partió mal a contar de las encuestas triunfalistas a favor del exmandatario. “Normalmente la intención de voto de los que están en el poder gira en torno al 90 o 95% que al final obtienen. Por eso que era evidente que Piñera no iba a sacar más del 40%. No fue ninguna sorpresa, al menos para mí”, expresó a Cambio21.
 
En la misma óptica, el exministro y panelista del programa “Estado Nacional” de TVN, Francisco Vidal, sostuvo que Piñera “hizo una mala lectura de la realidad” después de la primera vuelta.
 
“Él sacó el 36% de los votos y hoy día la Presidenta Michelle Bachelet tiene el 40% de aprobación (encuesta Cadem). Entonces, mientras para la derecha este gobierno ha sido un desastre, para la mayoría del país este gobierno ha sido exitoso”, afirmó a esta crónica.
 
“Ellos llegaron a su tope y lo que están haciendo desesperadamente es usar el discurso nuestro, como la gratuidad, la AFP Estatal, entre otras, pero la gente se dio cuenta de que eso es humo no más”, destacó.
 
Davor Mimica, analista de Red Liberal, complementa esta percepción: “esto pasó de ser una elección más o menos jugada, de acuerdo a las expectativas que teníamos todos si uno palpaba la sensación ambiente que se había instalado sobre un sector que flotaba en torno a una victoria y otro de derrota, a una elección completamente distinta”.
 
“Y esa es una pregunta muy dura que los encuestadores, columnistas y forjadores de opinión de este país van a tener que contestar durante meses independiente al resultado, pero sobre todo si Piñera pierde, tomando en cuenta lo alejados que estuvieron de la realidad”, insistió.
 
El sociólogo de la Universidad Central, Rodrigo Larraín, nos añade un componente histórico: “la derecha siempre se deja conquistar por voladores de luces. Hay tres ejemplos bien precisos: pensaron que ganaban con Hernán Büchi (’89), creyeron que Arturo Alessandri Besa era una buena carta (’93), cuando al final sacó la menor votación del sector, y la seducción loca que les dio (en 2013) por Laurence Golborne (exministro de Minería), que no tenía antecedentes políticos”.
 
“Como que se creen sus propias conclusiones, pero a la postre les termina ocurriendo lo de las profecías autocumplidas. Básicamente les creyeron a las encuestas, que todo el mundo las critica porque son técnicamente malas, cuando lo que pasa es que las muestras son muy chicas, y los sondeos telefónicos, en un país que casi no tiene aparatos domiciliarios, terminan siendo muy sesgados”, enfatizó.
 
¿Sumas que restan?
 
El ingreso de Ossandón al equipo de trabajo de Piñera fue celebrado con pompa en Chile Vamos. Y por tres razones.
 
Primero, por los votos que teóricamente le podría endosar en las 10 comunas populares de la circunscripción que representa (Santiago Oriente), que fue donde el exalcalde marcó diferencias. Segundo, por el perfil de centro y “socialcristiano” que posee su perfil, el cual le permite acceder a un electorado distinto al de derecha. Y tercero, por la demanda de gratuidad que exigió como requisito y que fue aceptado por el inversionista, pero en el ámbito de la educación técnica y profesional.
 
El resultado fue una polémica pública con el diputado Felipe Kast, excandidato presidencial de Evópoli y senador electo por la región de La Araucanía, quien anticipó su voto negativo en el Congreso en todo lo que huela a este tipo de beneficios.
 
“Una persona está en una campaña, pero está aprovechando estas instancias para el 2021, para él”, respondió el exedil fiel a su estilo vehemente.
 
Esta suerte de “vocería paralela” constituyó un verdadero autogol para la coalición opositora, admitieron en el conglomerado. “Día perdido en la campaña, sobre todo para los electores indecisos. Me llama la atención la diferencia que hay entre el tono moderado de la franja de Piñera (que finaliza este jueves) con estos desaciertos”, señaló el analista de la UDI Gonzalo Müller.
 
“Debió haberse previsto un diseño donde no se toparan. En una campaña donde la competencia es tan estrecha solo la prudencia permite evitar estos roces”, añadió el académico de la UDD Eugenio Guzmán.
 
“Entre la suma de Puente Alto y la resta de los atributos de Piñera, este último sale para atrás”, nos expresó en el anterior número el investigador del PS Axel Callís. “Por eso que le convenía que Ossandón hiciera campaña en silencio y recorriendo sus nichos para tratar de movilizar algo de votos. Mientras hablaba Piñera bajaba”, insistió.
 
Esteban Valenzuela, que las ejerce de secretario general del Frente Regionalista Verde Social, difiere un tanto de esta visión.
 
“Ossandón le está sumando. Por eso que esta elección es tan competitiva. En un sistema de segunda vuelta presidencialista como el chileno, donde el marketing hace que los electorados calientes vayan a votar, Piñera se está haciendo cargo de matrimonios de mediana edad, en torno a los 40 o 45 años y con hijos en la universidad. Son comunas de clase media popular como Puente Alto, donde le están haciendo caso a quien fuera su alcalde y que hoy es su senador”, alertó.
 
Ocupando la frase que usó Guillier en el cierre de un discurso en Concepción, el timonel de Evópoli y diputado electo por Las Condes y Peñalolén, Francisco Undurraga, manifestó: “no quiero un país donde se le meta la mano al bolsillo a los ricos, a los pobres y a nadie”.
 
“Todo lo que tuvo que ver con descalificaciones gratuitas no ayudaron en nada. De hecho, lo que hicimos nosotros fue ser propositivos y bajar las propuestas para que la gente las entendiera, comunicarlas de la mejor forma posible y desplegarnos desde Arica a Punta Arenas todos los días”, remarcó.
 
“Víctima de su inconsciente”
 
Como si los males no llegaran solos, Piñera comandó una seguidilla de salidas de libreto que solo trajeron perjuicios a la campaña. El más rechazado fue la fallida denuncia respecto a la aparición de presuntos “votos marcados” a favor de Guillier y Sánchez en la primera vuelta, situación que generó cuestionamientos desde casi todos los sectores políticos.
 
Y fue casi, porque José Antonio Kast, previo a la declaración de Piñera, pidió cerca de 40 mil apoderados de mesa para proteger los votos que obtenga el exaccionista de Colo-Colo en el balotaje.
 
En rigor, lo que fue leído como un gesto político para conquistar a los votantes de Kast, se trató de un “error” que trajo como reacción inmediata el apoyo de Beatriz Sánchez a la candidatura de Guillier.
 
 
“Ni siquiera fue una denuncia, sino que una evaluación. Debió haber sido una denuncia si es que existían realmente los elementos como para hacer un cuestionamiento al proceso electoral”, indicó a este medio Patricio Gajardo, analista de la Universidad San Sebastián y consejero del partido Amplitud.
 
“A mí me sorprende el comando (de Piñera): en vez de apostar fuertemente a mostrar la figura de Guillier, apostaron equivocadamente -y han pisado el palito- en competir con el gobierno, lo que ha invisibilizado a Guillier, que es un candidato débil al que le fue mal en la última elección y que pareciera que va a llegar sin moverse de su escritorio a La Moneda. Y eso es grave, porque será sin mostrar ningún talento y capacidad durante la campaña”, disparó.
 
“Chile Vamos utilizó un lenguaje trasnochado que es propio de la guerra fría”, alegó el diputado electo del PS Jaime Naranjo.
 
“No están en sintonía con los nuevos tiempos que vive Chile y el mundo. Eso del comunismo y del terrorismo me recuerda a la campaña de Alessandri del año 70. A pesar de que han tratado de hacer una operación cosmetológica y de maquillaje, al parecer la derecha sigue siendo la misma; brutal, agresiva, insolente y temerosa cuando las cosas no se le dan bien”, expresó.
 
Más allá de las reprimendas, el exgobernante rozó la “Piñericosa” cuando usó una canción de Edith Piaff (“No me arrepiento de nada”) como forma de pedir disculpas en una entrevista radial, pero más que por la convicción personal, por “todo lo que pasó”.
 
Siguiendo con la mala racha, Piñera afirmó -en el debate de Archi- que muchos casos de niños transgénero “se corrigen con la edad”, frase que le costó innumerables críticas y un inmediato correctivo: “tal vez el verbo no fue el más correcto”.
 
Y la guinda del postre: ni siquiera Yerko Puchento y Stefan Kramer le lanzan bromas etílicas al animador Martín Cárcamo, quien fue detenido por presunto manejo en estado de ebriedad en enero de 2013. ¿Qué ocurrió? El exmandatario, sin pudor, lo felicitó en el matinal de Canal 13 (“Bienvenidos”) por verlo “sobrio totalmente”. Pasó a segundo plano el saludo que le hizo al periodista Paulo Ramírez: “don Polo Maturana”.
 
“Piñera en las últimas semanas ha sido víctima de su inconsciente”, declaró en El Mostrador el psicoterapeuta y escritor Felipe Banderas, aunque a juicio del analista Pablo Lira “la elección más polarizada desde el retorno a la democracia” fundamenta la mala onda que proviene de la izquierda. “Estos factores no deberían incidir, pero juegan un rol”, sentencia.
 
Esperando el sentir soberano de las urnas, donde el resultado se prevé “voto a voto”, solo queda como reflexión que los países tienen a los líderes que se merecen. Y esa, estimados lectores, sí que es una Piñericosa del porte de una casa, porque aquí no se salva nadie.