Cuando las autoridades nos dicen que la economía está mal, diríamos que tal vez no está ni bien ni mal. Más bien, se estarían probando formas de hacer economía a escala humana, como siempre debió haber sido. Ahora, dejar de producir y consumir artículos innecesarios es la consigna. Forzados por la pandemia, le estamos dando un golpe a la economía de lo superfluo, a ese extremo neoliberalismo que todo lo mide y valoriza en función de las utilidades, postergando o simplemente ignorando que lo verdaderamente importante para la gente es vivir más de acuerdo con principios de solidaridad y hermandad.

 

Esta vez no solo es “el hombre de a pie” el que pide ayuda al Estado, sino que es la empresa privada de todos los tamaños, la misma que tanto aboga por achicar al máximo dicho organismo.

Estamos en medio de una de las mayores oportunidades para dar un salto cuántico y de evolución de conciencia planetaria, increíblemente alentador. La clave está en nunca más olvidar que, en tanto humanos, somos solo una partícula del universo, o “polvo de estrellas”, como asevera el astrónomo nacional José Maza.

 

Ni la más iluminada de las religiones imperantes había logrado que los humanos nos miráramos unos a otros como semejantes, infinitamente vulnerables ante la inmensidad de los misterios del universo. Ni miles de penitencias habrían logrado lo que un microscópico virus ha podido conseguir. En esto estamos todos, reyes y súbditos, ricos y pobres, de izquierda o derecha, ateos o creyentes en dioses, negros o blancos, inteligentes o no tanto.

 

¡Vaya! ¡qué momento maravilloso estamos viviendo! Recuperar nuestro verdadero puesto en el cosmos (evocando al filósofo Max Scheler) es lo único que nos salvará, no de la muerte -ya que esta es inevitable- sino de morir sin haber alcanzado el sentido de una vida trascendente; algo así como morir antes de morir. En esto deberá empeñarse “la nueva economía” que ha de surgir de esta colosal experiencia mundial.

 

Mientras esto se hace realidad, indaguemos en las diferentes formas del arte y la cultura humanista, que nos ofrecen maravillosos y luminosos caminos para la reflexión, el conocimiento y el goce del mejor legado de tantas lumbreras que han contribuido a darnos estatura y dignidad como especie humana.