“Fue un acto nacido de un grado de arrogancia profesional”. Es la conclusión a la que ha llegado el tribunal encargado de cerrar, definitivamente y después de años de recorrido, el caso del cirujano británico que grabó sus iniciales en el hígado de dos pacientes a los que operó, como informa el diario The Guardian.
Simon Bramhall, de 57 años y cirujano especializado en hígado, bazo y páncreas, fue descubierto por otro compañero médico. Este, durante la revisión a un paciente, vio lo que el cirujano había hecho y sacó una foto con su teléfono móvil. Había grabado sus iniciales, SB, en el hígado de este paciente en cuestión en el transcurso de una operación de transplante cuando era cirujano consultor en 2013 en el hospital Queen Elizabeth de Birmingham, en Reino Unido.
Bramhall renunció a su puesto en 2014 mientras se llevaba a cabo una investigación disciplinaria interna sobre su conducta. En una audiencia celebrada en 2018, uno de los pacientes a los que marcó dijo haber sufrido daños psicológicos por lo ocurrido. La explicación que dio el cirujano al ser interrogando fue que lo había hecho tras operaciones de transplante largas y difíciles para aliviar la tensión del quirófano.
El camino hasta su inhabilitación y borrado del registro médico ha sido larga. En diciembre de 2020 fue suspendido durante cinco meses y un informe de último tribunal que revisó su caso consideró que su capacidad para ejercer la profesión no estaba afectada y levantó la suspensión.
Sin embargo, esta misma semana, en una nueva revisión llevada a cabo por el Servicio de Tribunales de Médicos Practicantes (MPTS) llegó a la conclusión que lo hecho por Bramhall respondían a “un grado de arrogancia profesional” y que su comportamiento había socavado la confianza de la opinión pública en la profesión médica. En su sentencia el tribunal considera que una suspensión es “insuficiente para proteger el interés público más amplio” y de ahí su eliminación del registro médico, una “sanción apropiada y proporcionada”.
Además, el texto se muestra contundente sobre la opinión que despiertan en el tribunal los actos del cirujano: “El tribunal rechazó la presentación hecha en nombre del Sr. Bramhall, que era para aliviar la tensión. Fue un acto nacido de un grado de arrogancia profesional”.
Recuerda también en la exposición de lo sucedido que “la agresión física de dos pacientes vulnerables mientras estaban inconscientes en un entorno clínico, uno de los cuales experimentó un daño emocional significativo y duradero, socava gravemente la confianza de los pacientes y del público en la profesión médica e inevitablemente trae a la profesión en su conjunto”.