Por Antonia Paz
El COVID-19 es causado por algo tan pequeño que ni siquiera podemos verlo, un virus conocido como SARS-CoV-2. Este virus está causando enfermedad y muerte en todo el mundo; y parece estar apuntando especialmente a nuestros adultos mayores. Ocho de cada diez muertes reportadas han sido adultos mayores de 65 años.
En cuanto mayor eres, peor son las estadísticas. Este es un momento difícil para las abuelas, abuelos, hermanos mayores, seres queridos y vecinos. Existe una gran preocupación por nuestros adultos mayores que viven en centros de atención residencial, así como para aquellos que viven en hogares multigeneracionales, pero ¿por qué? La respuesta: estamos aprendiendo cada día más sobre cómo funciona este virus, pero una cosa que se ha vuelto bastante clara en este momento, es su predilección por las personas mayores de 60 años y especialmente por aquellos con afecciones médicas preexistentes, aunque no exclusivamente, como enfermedades cardiacas, pulmonares, diabetes, inmunodeficiencias, enfermedad renales crónica y enfermedades hepáticas.
El COVID-19 está afectando nuestra salud mental individual y colectiva. Está causando dolor, ansiedad y miedo pero hay mucho más en adultos mayores, los miembros de la familia y/o un cuidador pueden hacer.
Primero, minimice el riesgo de infección. Quédese en casa si es posible y evite cualquier tipo de viaje innecesario. Que alguien más salga en su nombre por lo esencial pero si sale, evite las multitudes y lávese las manos a menudo con agua y jabón durante al menos 20 segundos después de tocar superficies en lugares públicos o usar el baño. Si necesita toser o estornudar, hágalo en el interior del codo o utilice un pañuelo desechable.
Mantenga su nariz y boca cubiertas con una máscara adecuada. Además, mantenga las manos alejadas de la cara. Limpie las superficies que se tocan con frecuencia en su hogar, incluyendo los dispositivos médicos para la movilidad, como andadores, bastones y pasamanos. Para los cuidadores mayores, es de suma importancia que se cuiden siguiendo las pautas dadas en casos de enfermedades infecciosas como lo es el COVID-19. Otra forma de minimizar el riesgo es posponer visitas al médico no esenciales, como chequeos anuales y procedimientos electivos; y cuando se encuentre disponible, utiliza la telemedicina o las consultas telefónicas.
En segundo lugar, todos necesitan practicar el distanciamiento físico, mas no dejar de lado la conexión social. Limite el contacto físico con adultos mayores y limite las visitas de familiares y amigos. Sin embargo, evite el aislamiento y no contribuya a la soledad. La soledad pueden ser dañinas para la salud mental de un adulto mayor.
Cuando sea necesario, eduque al adulto mayor sobre el uso de teléfonos inteligentes, aplicaciones, computadoras portátiles, tabletas y computadoras de escritorio para mantenerse conectados a través de aplicaciones como FaceTime, Zoom y el correo electrónico. Además, no debemos olvidar el poder de una nota, una tarjeta o una carta de un ser querido, amigo, vecino o conocido.
Somos seres sociales y estar conectados es parte de nuestra humanidad. Pensar creativamente para conectarlos a su fe es importante y se puede hacer a través de servicios en línea, televisión y/o radio. Otra faceta importante de nuestra salud mental es la necesidad de tener un propósito en la vida.
Nuestros adultos mayores han vivido vidas largas y fructíferas, llenas de experiencias y sabiduría que pueden compartir con todos, pero especialmente con los jóvenes. Involucrarse en actividades intergeneracionales fortalece las relaciones y los lazos para todos los involucrados. Puede ser tan simple como hacer que su abuelita cuente una historia antes de dormir a sus nietos por medio del teléfono.
En tercer lugar, para ayudar a abordar el estrés y la ansiedad, desarrolle un plan de atención junto con su adulto mayor. Saber que hay un plan para abordar los “qué pasaría si” puede ser muy reconfortante para la persona, la familia y los cuidadores. Un plan de acción nos ayuda a todos a lidiar con lo desconocido. Un plan de atención debe contener las condiciones de salud, los medicamentos, los proveedores de atención médica, los contactos de emergencia y las preferencias de la persona en el caso de fallecer.
El plan de atención debe incluir indicaciones en tiempo real, como cuánto abastecerse de alimentos, medicamentos de venta libre, bebidas, suministros para mascotas y otros elementos esenciales. Además, es importante que los adultos mayores, los miembros de la familia y los cuidadores estén bien informados sobre el COVID-19. Asegúrese de que la información transmitida a los mismos se realice respetuosamente con un enfoque cultural y lingüísticamente centrado en la persona.
Los hechos, los síntomas, las intervenciones de tratamiento y las estrategias efectivas para reducir el riesgo de infección deben presentarse en una metodología fácil de entender sin ser condescendiente. Esto es especialmente relevante para los adultos, que prefieren otro idioma o que están lidiando con un deterioro cognitivo o demencia.
Cuarto, apoyar el bienestar de los mayores. Aunque mantenerse informado es necesario, demasiadas noticias pueden tener un efecto nocivo en la salud mental. Es importante tomar descansos para ver, leer y/o escuchar noticias y medios de comunicación. Siempre que sea posible y no esté médicamente contraindicado, fomente el ejercicio físico, como el estiramiento, el yoga y el tai chi. Mantener la mente ocupada con crucigramas, ajedrez o leer libros y revistas puede ser bastante útil.
Los ejercicios de relajación también son beneficiosos. Proporcione tiempo para realizar ejercicios de relajación como la meditación, la respiración profunda o las imágenes guiadas que ayudan a evocar la respuesta de relajación y reducir el estrés. Practicar, al menos unos pocos minutos al día, puede proporcionar un gran beneficio. Escuchar música, tocar instrumentos musicales, participar en un proyecto de arte también pueden tener efectos terapéuticos maravillosos.
El COVID-19 nos está desafiando como ninguna otra crisis en este siglo. Está dirigido a uno de nuestros recursos más preciados, nuestros adultos mayores. Las personas con experiencia y sabiduría que criaron familias, trabajaron duro, ayudaron a construir esta nación y nos protegieron de las amenazas nacionales y extranjeras; merecen ser mantenidos en una posición de alto respeto y estima. Ahora son vulnerables y necesitan que todos nos unamos para luchar contra el COVID-19.