Foto: Carteles de propaganda nazi con inscripciones en ucraniano: "Los soldados de Hitler son amigos del pueblo" (izquierda); "Hitler el Libertador" (derecha).
Especial BBC
Al anunciar que iniciaría una "operación militar especial" contra Ucrania durante la madrugada del jueves 24 de febrero, el líder ruso, Vladimir Putin, justificó su acción en la necesidad de "desnazificar y desmilitarizar Ucrania".
"He tomado la decisión de llevar a cabo una operación militar especial. Su objetivo será defender al pueblo que durante ocho años ha sufrido persecución y genocidio por parte del régimen de Kiev. Para ello, apuntaremos a la desmilitarización y desnazificación de Ucrania", dijo Putin en un discurso televisado, sin pruebas que lo respalden.
Era el dramático desenlace de una crisis geopolítica internacional que se desarrolló en los últimos cuatro meses, desde que Putin comenzó a desplegar sus fuerzas militares en la región fronteriza de Ucrania.
Inicialmente, el presidente ruso dijo que estaba preocupado por la seguridad nacional del país, dada la expansión de la alianza militar de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) en Europa del Este.
Quería garantías de que Ucrania no sería admitida en la alianza, lo que, en teoría, le permitiría a Estados Unidos instalar bases militares en la región vecina al territorio ruso.
Sin embargo, al acusar al actual gobierno ucraniano de ser nazi -sin ninguna prueba de ello-, Putin fue más allá de las preocupaciones prácticas por la seguridad del país y movilizó una serie de conceptos y hechos históricos para justificar, ante el mundo y en especial ante el pueblo ruso, las acciones militares contra un pueblo igualmente eslavo.
Evocó la memoria colectiva de los ataques de Adolf Hitler a Europa, especialmente la invasión nazi de la Unión Soviética, y la noción de genocidio y limpieza étnica contra un pueblo -que en este caso serían los separatistas rusos en Ucrania-, y trató de caracterizar sus actos no como una agresión contra otro país, como acusan Ucrania, EE.UU. y Europa Occidental, sino como una defensa.
"La Segunda Guerra Mundial sigue siendo una parte importante de la cultura y la política rusa, y la afirmación falsa de que el gobierno ucraniano actual es como el gobierno aliado de los nazis de Ucrania en la Segunda Guerra Mundial o el Ejército de Liberación de Ucrania (el grupo que luchó junto a los nazis) es un intento de moldear la opinión rusa", le dijo a BBC News Brasil Adam Casey, politólogo especializado en Rusia en la Universidad de Michigan (EE.UU.).
Pero, ¿de dónde vienen estas afirmaciones?
Reichskommissariat Ucrania
Es imposible entender las referencias que hace Putin sin retroceder algunas décadas en la historia.
La forma en que el Ejército Rojo de la Unión Soviética luchó y derrotó a las tropas nazis alemanas en la Segunda Guerra Mundial todavía mueve el imaginario de los rusos y su orgullo nacional, mientras que la reacción de sus vecinos ucranianos en esa época sigue siendo motivo de hostilidad.
Cuando el Ejército nazi entró en las zonas ucranianas en 1941, una parte de la población optó por colaborar con los alemanes, mientras que gran parte del país se vio asolado por el sufrimiento y la destrucción.
Más de 5 millones de ucranianos murieron luchando contra los nazis, que mataron a la mayoría de los 1,5 millones de judíos ucranianos.
La ocupación alemana duró hasta 1944, y los ucranianos que cooperaron con los alemanes nazis trabajaron en la administración local, se convirtieron en parte de la policía nazi o en guardias en los campos de concentración.
El gobierno civil alemán nazi fue bautizado como Reichskommissariat Ucrania (Comisariado Imperial de Ucrania), o RKU, y comprendía lo que ahora se divide entre el territorio de Ucrania, Bielorrusia y Polonia.
Bandera
Una de las figuras más destacadas -y controvertidas- de este nacionalismo colaboracionista ucraniano fue Stepan Bandera, quien primero actuó para facilitar el dominio de la región por parte de los nazis y luego se volvió contra ellos cuando se dio cuenta de que su plan para la independencia de Ucrania no llegaría a buen puerto.
Bandera pasó años en un campo de concentración nazi y finalmente fue asesinado por un agente de la KGB en 1959.
Detrás de la colaboración con los nazis había un deseo de independencia por parte de los ucranianos y la creencia de que los alemanes podrían ser la forma de deshacerse del líder soviético Joseph Stalin.
Ese sentimiento fue catapultado por otro hecho histórico del que acaban de cumplirse 90 años: el Holodomor, o la Gran Hambruna, período en el que, según la estimación del historiador Timothy Snyder de la Universidad de Yale, unos 3,3 millones de personas murieron de inanición. Hay, sin embargo, quienes aseguran que este número fue hasta 3 veces superior al estimado de Snyder.
Aunque la hambruna golpeó a la Unión Soviética en su conjunto en este período, especialmente debido a las políticas económicas del régimen de Stalin, los ucranianos, y otros 15 países, consideran el Holodomor un genocidio.
Eso es porque, según algunos historiadores, la hambruna en Ucrania fue mucho peor que en el resto de la región debido a una decisión deliberada de Stalin de enviar menos recursos al territorio y prohibir el movimiento de personas en busca de alimentos.
El líder soviético había decidido castigar y presionar al campesinado ucraniano, que se resistía a ceder sus fértiles propiedades agrícolas al control estatal, tal y como ordenaba el gobierno de la URSS, según historiadores.
El Holodomor se convirtió en un trauma colectivo que aún persigue a Ucrania, y que sirvió de combustible para el sentimiento antisoviético que encarnó Bandera en las décadas de 1930 y 1940.
Pero, ¿por qué importa ahora la historia de Bandera, casi un siglo después?
La respuesta está en los hechos que estallaron en 2013, cuando el entonces presidente ucraniano Viktor Yanukovych, que encabezaba un gobierno prorruso, cedió a las presiones de Putin y se negó a firmar un pacto para acercar el país a la Unión Europea, algo que la mayoría de los ucranianos querían.
La decisión del presidente provocó protestas en todo el país. En uno, en la plaza Maidan de la capital ucraniana, Kiev, se manifestaron unas 100.000 personas.
Tras meses de tensión, en 2014 Yanukovych huyó a Rusia y fue depuesto.
"Esta referencia a los nazis y los neonazis se volvió muy prominente en los medios rusos alrededor de diciembre de 2013, porque en el momento de las protestas de la plaza Maidan, algunos de los manifestantes estaban haciendo cosas como levantar una bandera de (Stepan) Bandera", le explicó a BBC News Brasil Brian Taylor, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Siracusa y autor de The Code of Putinism (O "El código del putinismo", en una traducción libre del inglés).
"Hay un segmento de la población ucraniana que recuerda esos intentos de lograr la independencia de Ucrania bajo Stalin, aliándose con Hitler, no como una colaboración con el nazi-fascismo, sino comoactos de patriotas y héroes nacionales ucranianos".
Rusia tomó represalias por el derrocamiento de Yanukovych apoderándose de Crimea y desencadenando una rebelión en el este de Ucrania liderada por separatistas respaldados por Rusia: el enfrentamiento contra las fuerzas ucranianas se ha cobrado unas 14.000 vidas.
Durante ese período, algunas milicias de extrema derecha comenzaron a actuar para repeler a los separatistas rusos.
Se trata de grupos como Pravy Sektor y el Batallón Azov, que suelen llevar las banderas de Bandera, a quien Putin llama "cómplice de Hitler" y que hoy ostenta el estatus de "héroe nacional ucraniano".
Sin embargo, ninguno de estos grupos extremistas ha logrado nunca conseguir parlamentarios en el Congreso Nacional de Ucrania, ni tener representantes en el Ejecutivo.
"Ucrania no está controlada por nazis o fascistas, a pesar del crecimiento de grupos ultranacionalistas y fascistas en los últimos años, un problema global que no es exclusivo a Ucrania", le dijo a BBC News Brasil la historiadora Amy Randall, de la Universidad de Santa Clara en California, experta en Rusia.
"De hecho, el gobierno elegido democráticamente en Ucrania está encabezado por un presidente judío, Volodymyr Zelensky, cuyo tíos abuelos y otros miembros de la familia fueron asesinados durante el Holocausto".
Retórica poderosa
El miércoles 23 de febrero por la noche, tras intentar comunicarse con Putin y ser repetidamente ignorado, el presidente Zelensky hizo un llamado a la población rusa para que evitara que el Kremlin procediera con un ataque.
En su emotivo discurso, pronunciado en ruso, Zelensky abordó las acusaciones de que su gobierno es nazi, las cuales serían repetidas por Putin horas después, al momento del anuncio de la operación militar.
"A ustedes (los rusos) se les dice que somos nazis. Pero, ¿puede un pueblo que dio más de 8 millones de vidas por la victoria sobre el nazismo apoyar a los nazis?", manifestó Zelensky.
"¿Cómo puedo ser nazi? Explíquele eso a mi abuelo, que pasó por la guerra en infantería en el Ejército soviético y murió como coronel en la Ucrania independiente".
Los expertos en Rusia, sin embargo, señalan que el uso de Putin de este tipo de argumento tiende a ser exitoso en la población rusa y es parte de una estrategia más amplia del líder para movilizar el apoyo popular.
"Esta retórica de desnazificación es poderosa porque evoca la memoria del inmenso sufrimiento y la victoria final del pueblo soviético durante la Segunda Guerra Mundial", dice Randall.
"En los últimos años, Putin ha intensificado deliberadamente la conmemoración de la 'Gran Guerra Patriotica', como la Segunda Guerra Mundial es conocida en Rusia, promocionando el Día de la Victoria como la fiesta más importante y utilizando la guerra para inflar el orgullo nacionalista entre los rusos".
Asimismo, advierten los expertos, el uso que hace Putin del término genocidio para caracterizar una situación falsa de aniquilamiento de la población rusa en Ucrania apela al mismo tipo de sentimiento, y es una carta que -según Brian Taylor- ya ha jugado en otras ocasiones para justificar incursiones militares rusas en áreas vecinas.
"En 2008 hizo lo mismo con Georgia y en 2014 con Crimea", señala el profesor.
De hecho, en medio del conflicto que se viene librando en las áreas separatistas de Donetsk y Luhansk desde hace 8 años, en el que los separatistas rusos financiados por Rusia se enfrentan a las fuerzas del Ejército ucraniano, hay también una guerra de desinformación.
En 2015, por ejemplo, un equipo de la BBC mostró cómo en la región de Donetsk, donde desde 2014 sólo hay acceso a las cadenas de televisión rusas, la noticia de la muerte de una niña rusa de 10 años en un bombardeo ucraniano fue completamente inventada.
Los periodistas de los medios rusos responsables de informar sobre la historia admitieron que la niña nunca existió.
"Tuvimos que transmitirlo", le dijeron a la BBC profesionales rusos.
"El genocidio es una acusación grave, y la comunidad internacional se la toma en serio", señala Casey.
"En este caso, por supuesto, no se está produciendo ningún genocidio", asegura.
"Pero la afirmación de ser el protector del mundo ruso, por así decirlo, es una justificación común en la política exterior de Putin, y esta acusación infundada de genocidio refuerza su afirmación ante audiencias nacionales de que él es el protector de los rusos étnicos en toda la ex Unión Soviética".