Oh I'm just counting

Editorial Cambio21: Que la élite escuche a la ciudadanía

La derecha decidió centrarse en lo importante: las elecciones del 11 de abril, especialmente las elecciones de convencionales para escribir la nueva Constitución que es la madre de todas las batallas electorales y posteriormente abocarse a las primarias presidenciales del sector;
 
En ese escenario electoral, la derecha -tanto dura como la conservadora como la con más sentido social- se unen en una sola lista para Convencionales, para alcaldes y pareciera quedar en segundo orden las de gobernadores regionales.
 
Ellos tienen internalizado que en un escenario de una lista de derecha y una oposición con cinco a seis listas con un sistema electoral proporcional donde el método para determinar los candidatos ganadores será el sistema D'Hondt o de cifra repartidora este favorecerá a la derecha ya que puede obtener el 30% de los votos, pero puede obtener el 40% de los convencionales.
 
A ese escenario electoral Piñera trata de instalar un discurso optimista en lo económico hablando de que “se  ve la luz al final del túnel,” omitiendo que existen 1,666 millones de personas que perdieron el empleo en relación a noviembre 2019, que no hay ayudas gubernamentales -excepto un bono de $25.000 para los que recibieron el Ingreso Familiar de Emergencia en octubre pasado- y que la segunda ola de contagios por Covdi19 -que parece inminente- generará una nueva paralización de actividades económicas intensivas en empleo como el turismo, la gastronomía.
Los expertos ya no apuestan a un crecimiento el 2021 de 6% sino que han rebajado sus proyecciones al 4% solamente –lo que habla de una economía recuperándose lentamente considerando que la caída del 2020 será -6% del PIB.
 
En relación a la vacunación contra covid19 también Piñera con sus cadenas televisivas diarias genera expectativas peligrosas ya que sólo se han adquirido 20.000 dosis de las vacunas y los expertos hablan de que una vacunación masiva sólo se podrá implementar para el  segundo semestre del 2021 e inicios del 2022.
 
La derecha sabe que para tener logros electorales requiere menor protagonismo de Piñera, mantener su pragmatismo uniéndose en torno a una sola lista de convencionales, alcaldes y gobernadores regionales y que persista la fragmentación y división opositora.
 
Por otra parte en el mundo opositor todos los días aparecen más candidatos independientes a convencionales (en el distrito 10 hay más de 50 precandidatos reuniendo firmas de apoyo en la plataforma SERVEL) y a nivel de alianzas políticas parecen consolidarse tres listas a lo menos como son las de Unidad Constituyente, la del PC con Frente Amplio y la del Partido Humanista o sea a lo menos en enero –en los distritos más relevantes- existirán entre 5 a 6 listas a convencionales representando al mundo del Apruebo y la centroizquierda.
 
Esa dispersión y fragmentación de la centroizquierda es el camino directo a la derrota; además se sigue manteniendo en algunos sectores una narrativa anti-partidos y anti-política que sólo ahonda la división opositora y la imposibilidad de tener una Lista única de los partidarios del Apruebo o a lo menos dos listas con pactos por omisión.
 
La élite opositora –en especial la del Frente Amplio- ve en esta competencia electoral una oportunidad para diferenciarse de la centroizquierda y poder ser el bloque mayoritario y así convirtir la elección del 11 de abril en una lucha electoral por la hegemonía del sector.
 
Mientras que la ciudadanía tiene otras expectativas como revelan los hallazgos de las Universidades Católica y de Chile en el programa “Tenemos que hablar de Chile” donde se realizaron cerca de 1.000 diálogos y concluyen que estamos frente a “una ciudadanía con anhelo de cambios y mejoras que permitan salir de una sensación de vulnerabilidad permanente. ¿Pero qué cambios? Cambios en el Estado, en la política, en la sociedad y su funcionamiento. ¿Y cómo? A través de una nueva Constitución como esperanza de transformación de la política y del Estado, y con la educación como herramienta para transformar nuestra convivencia. Esta es una ciudadanía que anhela cambios para reducir la incertidumbre de la vida, no para aumentarla. Cambios que permitan integrarnos para superar la sensación de que existen dos tipos de chilenos, los protegidos y los desprotegidos. Los que vulneran y los vulnerados”.
 
Sería bueno que la élite (de partidos y los independientes) escuchen a la ciudadanía.