Nada en el programa de Jeannette Jara apunta a fortalecer la autonomía ciudadana o la inversión privada; por el contrario, todo conduce a un Estado más grande, más caro y más ineficaz. Este diseño tiene consecuencias concretas y medibles: mayor gasto público, menor crecimiento, más deuda y un aparato estatal que no entrega los resultados esperados.
Una carga fiscal al límite
Chile ya destina más del 25% del PIB al gasto público y la deuda bruta superó el 40% del PIB en 2024 (Dipres). Los pagos por intereses ya superan los USD 5.000 millones anuales, cifra que compite con el presupuesto de sectores clave como vivienda y seguridad. Un programa que insiste en expandir subsidios, aumentar salarios estatales y crear nuevas agencias sin un plan robusto de financiamiento no sólo tensiona las cuentas fiscales, sino que reduce el espacio para la inversión productiva y la estabilidad de largo plazo.
Mercado laboral y productividad estancada
La informalidad laboral supera hace mucho el 30% en hombres y en mujeres (INE), presionada por alzas del salario mínimo y la reducción de la jornada a 40 horas. Insistir en un salario vital de $750.000 mensuales, sin mejoras en productividad, empujaría a miles de pymes a la informalidad o al cierre, afectando empleo y recaudación. El empleo público ya representa cerca del 12% de la fuerza laboral, cifra que crece mientras el sector privado pierde dinamismo.
Déficit de gestión en inversión social
El compromiso de construir 360.000 viviendas en cuatro años suena ambicioso, pero la realidad muestra otra cosa: en la reconstrucción de las más de 10.000 casas destruidas en los incendios de 2024, sólo se han entregado 96 (MINVU). En salud, prometer 12 hospitales completos en cuatro años desconoce los plazos reales de diseño, licitación y construcción, que promedian más de 8 años para hospitales de mediana complejidad. Prometer metas sin base técnica erosiona la confianza ciudadana y distorsiona la planificación presupuestaria.
Inversión privada en retroceso
Mientras se prometen más beneficios estatales, el país enfrenta una caída en la formación bruta de capital fijo y una fuga de inversiones que impacta empleo y crecimiento. Según el Banco Central, la inversión privada cayó un 4,1% en 2024 y el crecimiento potencial se estima en apenas 1,8% anual. Un programa que profundiza la desconfianza hacia el mercado y amplía el intervencionismo estatal sólo agrava esta tendencia, restando competitividad y productividad.
El verdadero problema
El programa de Jara describe problemas que en gran medida son consecuencia de su propio sector político: deterioro de la seguridad, servicios públicos colapsados, bajo crecimiento. Y propone enfrentarlos con más gasto y más control estatal, creando una relación de dependencia con la ciudadanía que, lejos de resolver las causas, perpetúa la fragilidad social.
Chile necesita reformas, pero con realismo y eficiencia: un Estado que cumpla bien su rol esencial, que fomente la inversión y que proteja la libertad y el esfuerzo. Más burocracia y gasto sin financiamiento sostenible es la receta para el estancamiento y la pérdida de autonomía ciudadana.