Chile se prepara para celebrar sus Fiestas Patrias con entusiasmo, pero hay un dato que debería inquietarnos y hacernos reflexionar: durante este fin de semana largo, cada persona generará en promedio ocho kilos de basura en un solo día, casi siete veces más que lo habitual. Esto no es un detalle anecdótico: es una señal preocupante de cómo las celebraciones nacionales se han transformado también en un festival del desperdicio.
Los números que entrega el Ministerio del Medio Ambiente son claros. La mayoría de esos residuos proviene de envases plásticos, desechables, restos de comida y productos de un consumo que en su momento parece festivo, pero que rápidamente se convierte en un problema ambiental. Ocho kilos de basura por persona equivalen a cientos de toneladas que terminan en rellenos sanitarios ya sobrecargados o, peor aún, en espacios naturales.
Lo paradójico es que las Fiestas Patrias, que simbolizan identidad, historia y comunidad, terminan siendo uno de los momentos del año en que más daño hacemos a nuestro propio territorio. ¿De qué sirve bailar cueca, izar la bandera y hablar de amor a la patria si al mismo tiempo contaminamos y ensuciamos la tierra que decimos querer?
No se trata de cancelar la fiesta, sino de repensarla. Un dieciocho sustentable es posible: usar vajilla reutilizable, reducir el plástico, planificar mejor la compra de alimentos para evitar el desperdicio, separar los residuos y disponerlos en puntos de reciclaje. Incluso, municipios y productores de eventos podrían asumir la responsabilidad de instalar puntos limpios obligatorios en fondas y ramadas.
El llamado es a que los chilenos entendamos que el amor a la patria no se mide solo en banderas flameando, sino también en la capacidad de cuidar el medioambiente que heredarán las próximas generaciones. No hay orgullo nacional posible si cada 18 de septiembre levantamos un país más sucio.
Las Fiestas Patrias son motivo de alegría, pero también deben ser una oportunidad para mostrar madurez cívica y ambiental. Si seguimos celebrando a este ritmo de consumo y desecho, pronto no habrá campo limpio, playa ni río donde podamos hacer un asado con orgullo.