En 1920 Suecia y Chile tenían las mismas posibilidades de desarrollo, Suecia lo hizo apostando a la educación y Chile se quedó atrás.
El Presidente Lagos nos señaló que estábamos a 10 años de concretar ese anhelo, pero, sucumbimos. De todos los procesos desarrollistas en AL Chile es el que ha estado más cerca junto a Uruguay de ser desarrollado.
¿Por qué no pudimos?, hay varias razones:
1. La segmentación partidaria y los caudillismos (tal como pasa hoy con la
fragmentación del sistema democrático con 17 partidos (y más si sumamos a la derecha). La experiencia comparada indica que es condición del desarrollo las grandes plataformas de acuerdos políticos. Los países que han alcanzado
el pleno progreso tienen pocos partidos: los laboristas y conservadores en Inglaterra, demócratas y republicanos en Usa, etc.
Los grandes acuerdos y su respeto son la llave al progreso. Históricamente el egoísmo político chileno se
ha materializado con cada caudillo que, a afán de poder y búsqueda de dinero, ha visto en la generación de un nuevo partido esas oportunidades (como pasa hasta hoy con las nuevas tiendas políticas aduciendo: " Tener la verdad para
el desarrollo de Chile"). Pero Chile igual avanzó. Con los gobiernos radicales, la patria joven y la UP. Luego vino la dictadura con Friedman y sus Chicago Boys UC y la Concertación de partidos por la democracia que administro el
modelo: " Potenciaremos lo bueno y corregiremos lo malo" dijo don Patricio.
Así, experimento tras experimento, Chile progresa desigualmente, pero alcanzando el ingreso percata de Portugal en los '90 creciendo al 5.5% en promedio. Considerado actualmente aún " el milagro chileno" logró ciertos niveles de desarrollo con acceso a una canasta impensada (que incluye viajes nacionales e internacionales) provocando una movilidad social inédita.
Las nuevas generaciones lo tomaron como que aquello era un continuo de Chile y no un logro histórico. No lo valoraron en toda su dimensión.
2.El carácter depresivo de los chilenos nos hace inseguros, poco asertivos y desconfiados. Somos suspicaces, colocando a quienes nos rodean siempre, bajo sospecha. Al mismo tiempo somos ordenados, orientados a la tarea, serviciales y preocupados en lo que se nos encomienda.
Sin embargo, opera el principio de la "doble presencia", o sea, estando aquí y ahora (trabajo, estudios, etc.), pero, con los deseos y las preocupaciones en otro lado. Esto hace que vivamos una frustración permanente traduciéndose
en rabia la que no se puede satisfacer y, que, por lo tanto, lleva a la agresión.
Así andamos irritados, cansados y agobiados (salvo para los que tienen recursos, claro). Tanto es así que legalmente la depresión general es hoy aceptada como enfermedad en el sistema de salud chileno. Hay un abismo notable entre lo que los chilenos desean (idealizan) y lo que realmente pueden.
Así el salto al desarrollo anunciado por el Pdte. Lagos sucumbe a la rabia y a la incapacidad de sostener las exigencias que ello implica desembocando en un estallido social (o rebelión para algunos) con toda su rabia y vandalismo a
la calle. Más que las desigualdades reclamadas es la incapacidad de dar sustentabilidad a los procesos de cambio que implica el desarrollo.
No fuimos capaces y el estallido al final se convirtió en una excusa para todo; no fuimos capaces de llegar a jugar en las grandes ligas. Creer que se puede eliminar el modelo desigual pero que da estabilidad económica pretendiendo tener aun
ese mismo progreso, es una contradicción vital. Simplemente, no es posible.
Con este modelo corregido Chile avanzó en 30 años más que en toda su historia. Las cifras así lo indican, entre otras, redujimos la pobreza de 43% a 8% en 30 años, o sea, nada en la historia de un país.
3.Las nuevas generaciones sub 40 no han demostrado ser capaces de llevar a Chile al desarrollo. Su falta de experiencia traiciona su manejo. Hedonistas, globales y cognitivos, tienen problemas con la materialización o traducción de
las ideas al plano operativo; no dan con su implementación. Son maneados en lo práctico y con poco carisma. Claro, son hijos de la democracia que otros construyeron antes, gozando de ella sus beneficios, libertades, aperturas y
diversidad, cosa, nunca vista antes en la Democracia chilena.
Positivo, pero, ha traído confusiones. Creer que el estado (lo de todos) funciona solo para uno y que mis derechos están por sobre los de los demás, esto, es entender mal el "empoderamiento". Lo mismo el sobrepasar a la autoridad. Las sociedades desarrolladas funcionan con: respeto a la autoridad, son jerarquizadas, organizadas y muy, pero muy, laboriosas.
Todo está en orden y funciona. En verdad " La riqueza de las naciones" está en su gente. El tránsito de Chile está
contrariado: entre un ya, pero, todavía no; entre un ahora o nunca; entre la desintegración y la integración; entre el dolor y la esperanza. Chile en su gente tiene buena materia prima, de hecho, la ha demostrado una y mil veces a
propósito de los terremotos.
Belicosos y a ratos licuados, algo nos pasa en el camino que diluye en nosotros esa Fe que mueve montañas y que alcanza los ideales del desarrollo. Valores como el rigor, la disciplina, la constancia, la coherencia son condición si ne qua non para fortalecer la Fe pública por estos días mancillada. Sólo nos disparamos en los pies si no hacemos nada. El futuro
se nos vendrá encima a punta de cañón removiendo una vez más a la sociedad chilena y vuelta a empezar. Nada sustenta más en la vida que la confianza en uno mismo.
De nada sirve tanta palabrería, política a granel y venta de superficialidad si no damos con el desarrollo. Eso lo pagaran las nuevas generaciones: hijos y nietos. Debemos retomar hábitos como la lectura, el deporte, el discurso silábico, la impronta empática, y el control de la ansiedad intolerante tan desbordada hoy por hoy en los chilenos. Que no nos
gane la anomia que padecemos ni menos el narco tan vil y despreciable como es. Todo en la vida se supera como superaremos la falta de esperanza también, tan necesaria para avanzar.
4. ¿Que nos queda? Muchas cosas que debemos actualizar: la academia y la investigación personal y universitaria, la cultura popular de Galeano, restablecer la educación cívica desde primero básico; retomar nuestro humor
y búsqueda de la felicidad aumentando nuestra dopamina y serotonina. No somos los jaguares de América, pero, lo seremos.
En fin, pongámonos serios, retomemos la disciplina y el rigor, creamos en nosotros, aumentemos nuestras capacidades y demos rienda suelta a los sueños.
Lo mejor... está por venir.