Oh I'm just counting

El plan genocida. Por Jaime Hales, Abogado

Cada vez que pienso en lo que está sucediendo en Palestina, siento que debo escribir la historia desde los comienzos, para que el lector entienda que el proyecto sionista “inventó” el Estado de Israel con la ayuda eficaz de las grandes potencias. Cuando ya tengo escritas más de tres páginas recuerdo que no es un libro, sino una columna de opinión.

¿Cómo explicar esto? La tragedia palestina comienza con la partición que hace Naciones Unidas del territorio, dando a unos pocos miles más del 50% de Palestina y dejando a los millones de árabes reducidos a menos del 47%. La acción terrorista de las brigadas sionistas con apoyo británico, es el inicio de un proceso de ocupación violenta del territorio asignado por Naciones Unidas a la Palestina Árabe, que no se ha detenido hasta hoy.

La resistencia palestina mediante distintos grupos militarizados no logra sus objetivos, salvo en cuanto las potencias obligan a Israel a negociar, pero los frutos de esa negociación no son cumplidos. Renacen posiciones diferentes entre los palestinos: unos insisten en la vía armada, mientras otros creen que se debe negociar. Los partidarios de la lucha armada piensan igual que los sionistas: que el enemigo debe ser destruido. Eso significaría que el Estado de Israel debería desaparecer. Ingenuo es pensar que sea posible retrotraer el estado de cosas a 1946, un año antes de la partición y tener un solo estado llamado Palestina, donde puedan vivir judíos, musulmanes, cristianos y gente sin religión o incluso de otras religiones.

La violencia no ha dado más resultado que mantener una perpetua situación bélica, donde las fuerzas manejadas por el gobierno de Israel son infinitamente más poderosas que los grupos armados palestinos. Se estira la cuerda. Israel endurece su posición y se quiebra el frente palestino en dos fracciones. En Cisjordania quedan los partidarios de lograr una solución realista: dos Estados legítimamente constituidos, con un reconocimiento de fronteras establecidas a partir de lo que fue la partición de Naciones Unidas. En Gaza queda, junto a una enorme población, el dominio de los grupos armados, entre los que Hamas hace de cabeza.

Historiadores israelitas no sólo cuestionan la existencia de un “pueblo judío”, sino que también, muchos de ellos, la intención genocida que inspira a los gobiernos del Estado en los últimos lustros. Exterminar a los árabes palestinos e incorporar la totalidad de los territorios al Estado de Israel, para avanzar en el plan expansionista denominado “El Gran Israel”, cuyo mapa está en el frontis del parlamento: Palestina, Siria, Líbano y Jordania bajo el gobierno de Israel. Quien logre eso sería el sucesor verdadero de David, ciertamente el Mesías que aún esperan. El camino, destrucción total del enemigo, en la misma estrategia que expresó Moisés a sus seguidores según la Biblia en numerosos textos: no dejar sobrevivientes, lo queda muy claro cuando dice: “Nos apoderamos entonces de todas sus ciudades y consagramos al anatema toda ciudad: hombres, mujeres y niños, sin dejar superviviente.”[1] Luego agrega: “no les tendrás compasión”[2]. El texto más largo y explícito está en el libro Números, capítulo 31. Moisés les había dado orden de exterminio y cuando regresan los soldados ve, que traían prisioneras. “Les dijo Moisés: “¿Pero habéis dejado con vida a todas las mujeres?” y agrega que sólo mantengan con vida a las muchachas vírgenes que les gusten, para culminar diciendo “Matad, pues, a todos los niños varones.”[3]

Moisés inspira a Netanyahu, a Begin, a Ben Gurión, que saben que los niños podrán ser portadores de la venganza. Por eso la matanza de niños, de mujeres, de ancianos que mantienen la memoria. No mueren los guerrilleros, los combatientes de Hamas. ¡No! Ellos deben ser mantenidos con vida, porque les sirven de excusa para seguir avanzando en el exterminio de un pueblo, como hicieron Hitler o Stalin (que dejaba morir de hambre a millones).

Ya se sabe que fue el actual Primer Ministro israelí uno de los que propuso, cuando era sólo un ministro, financiar de modo encubierto a Hamas, porque ello les daría réditos. Lo que no les conviene es que haya pacifistas. Da que pensar que un servicio de espionaje capaz de asesinar a miles de kilómetros de distancia a  científicos, a ministros, a dirigentes políticos y militares que viven en Irán, no haya sido capaz de darse cuenta del ataque que preparaba Hamas en octubre de 2023. Eso les convenía, porque así podrían hacer su ofensiva para exterminar a los habitantes de Gaza y establecer el dominio total. Luego de que lo logren podrán atacar sin piedad y exterminar a los palestinos de Cisjordania, de Belén, de Jericó, de Ramala.

Este es el plan, a vista y paciencia de Estados Unidos, Francia, Alemania, Inglaterra. ¡No! De los gobiernos de esos países, porque en las ciudades, incluso en las capitales, hay miles de europeos y estadounidenses que se levantan en contra de la matanza.

Y miles de judíos en el mundo – como mi cuñado, el padre de mis sobrinos, el marido de mi hermana – que saben que los árabes nada tienen contra ellos, sino por el contrario, cuando los cristianos los perseguían, ellos los cobijaban. Miles de judíos que se alzan en Chile y en muchos lugares del mundo diciendo: “Esto no en mi nombre”. Ellos no quieren exterminio.

Pero ni ellos ni los pueblos tienen el poder necesario. Por eso es preciso ir sumando energías y voluntades para detener la invasión y empezar a construir la paz.

Si ya Naciones Unidas decidió la existencia del Estado de Israel, se aceptará. Pero entonces lo menos es pedir que ese Estado cumpla con la decisión y permitan que el Estado de Palestina se alce con todo su derecho. ¿Hay israelitas que quieren vivir en Palestina? Pues bien, que se atengan a las leyes de ese Estado, como migrantes, pero no con el apoyo de ejércitos extranjeros, sino como habitantes de un país vecino. De igual forma que los chilenos que van a vivir a otras tierras.

Lo que estamos viviendo es propio de criminales. Un Estado que responde con 40 mil muertos al secuestro o muerte de un millar de personas. Un Estado que destruye ciudades y asesina impunemente a civiles. Un Estado que viola las leyes de la paz y de la guerra, para conseguir beneficios que no le corresponde.

¿Quieres fronteras seguras? Entonces, haz la paz, deja de combatir en contra de quienes buscan el entendimiento, el respeto y la convivencia pacífica.

Y una última reflexión: no es sólo Netanyahu. Es él y quienes lo han puesto allí, quienes lo acompañan, quienes lo sostienen, quienes le dan alas para este vuelo criminal en aras de convertirse quizás en el nuevo Mesías.

Nuestra apuesta debe ser irrestrictamente por la paz y la concordia entre los seres humanos, respetando ideas, religiones, emociones, deseos.

Por supuesto que eso es más difícil, pero estoy convencido de que la masa crítica necesaria para que cambien esas energías será posible encontrarla.

 

[1] Deuteronomio, capítulo 2, versículo 34.

2 Deuteronomio, capítulo 7, versículo 2.

3 Números, capítulo 31 versículos 1 a 18.