Los científicos Harvey J. Alter, Michael Houghton y Charles M. Rice han ganado el premio Nobel de Medicina de 2020 por el descubrimiento del virus de la hepatitis C, según ha anunciado este lunes el jurado del Instituto Karolinska de Estocolmo, responsable del galardón. El premio está dotado con 10 millones de coronas suecas, unos 950.000 euros. Desde 1901, 222 investigadores han sido reconocidos con el Nobel de Medicina, el 95% de ellos, hombres.
Antes de los avances de Alter, Rice y Houghton, se conocían los virus de la hepatitis A y la B, pero la mayoría de los casos de hepatitis transmitidas por la sangre permanecían sin explicación, según ha destacado el jurado. “El descubrimiento del virus de la hepatitis C reveló la causa de los casos de hepatitis crónica restantes e hizo posible analizar la sangre y desarrollar nuevos medicamentos que han salvado millones de vidas”, han proclamado los científicos del Instituto Karolinska.
Aunque el alcoholismo y otros factores también provocan hepatitis, las principales causas de inflamación del hígado son los virus. El virus de la hepatitis A genera una forma aguda de la enfermedad y, generalmente, se transmite por agua o alimentos contaminados. La hepatitis transmitida por la sangre, causada por los virus B y C, suele ser crónica y, si no se trata, puede degenerar en cirrosis o incluso en cáncer. El médico estadounidense Baruch Blumberg ya ganó el Nobel de Medicina de 1976 por descubrir el virus de la hepatitis B en 1965.
Los bioquímicos estadounidenses Pamela Bjorkman y Jack Strominger también estaban entre los favoritos para recibir el galardón este año, según la quiniela elaborada por la empresa especializada Clarivate Analytics. Bjorkman y Strominger han determinado desde la década de 1980 la estructura y la función de las proteínas del llamado complejo mayor de histocompatibilidad, una información esencial para desarrollar nuevos fármacos y vacunas.
La genetista Huda Zoghbi, estadounidense de origen libanés, también figuraba entre los favoritos, por sus descubrimientos de los mecanismos de algunos trastornos neurológicos, como el síndrome Rett, una rara enfermedad genética que provoca problemas en el desarrollo, sobre todo en niñas. Y la quiniela de Clarivate Analytics también incluía al genetista japonés Yusuke Nakamura, uno de los padres de los estudios de asociación de genoma completo (GWAS), una técnica que relaciona variaciones genéticas específicas con enfermedades concretas, gracias al análisis del ADN de cientos de miles de personas.
La sociedad científica Sigma Xi, fundada en 1886 en EE UU, había hecho otra apuesta: la genetista estadounidense Mary-Claire King, por descubrir la relación entre el gen BRCA1 y el riesgo de sufrir cáncer de mama.
En los últimos años también aparecen en todas las quinielas, ya sea para el Nobel de Medicina o para el de Química, la francesa Emmanuelle Charpentier y la estadounidense Jennifer Doudna, madres de la tecnología de edición genética CRISPR, que ha revolucionado los laboratorios en todo el mundo. El microbiólogo español Francis Mojica, de la Universidad de Alicante, también podría recibir el galardón junto a Charpentier y Doudna, por sus pioneros trabajos con bacterias y arqueas que acabaron desembocando en la nueva herramienta.