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Especial. Cada vez más solos: el impacto de la pandemia en la salud mental

Entrevista que aparece publicada en el Semanario Cambio21

Por Antonia Paz

La pandemia impuso un aislamiento obligado y trajo consigo un aumento de los problemas de salud mental.

El confinamiento obligado está revelando el impacto de la soledad. El porcentaje de personas que viven solas va en aumento a nivel global. Aún lejana a esta realidad, América Latina experimenta también los efectos del envejecimiento y la menor cantidad de hijos.

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) alerta que la soledad se ha convertido en una epidemia silenciosa, con riesgos para la salud mental y física. "Es parte de un fenómeno global, y nos preocupa especialmente debido a la pandemia”.

"En general en la región las familias tienden a ser más numerosas. Muchas veces los abuelos cuidan a los niños, las personas mayores reciben soporte de sus familiares y no es tan frecuente que estén solas. Pero en la situación actual, no pueden tener las mismas rutinas de antes”.

Ante la restricción del contacto social con familiares y amigos, especialistas indican que "esta situación de soledad puede precipitar sufrimiento mental y enfermedades mentales más graves. Hay estudios que muestran un aumento de síntomas y enfermedades de salud mental en esta pandemia”.

Allí donde hay mayor soledad y menos lazos, la pandemia ha golpeado más duramente en la salud mental. Resultados preliminares de este análisis del impacto psicosocial de la pandemia indican que "la soledad percibida es una de las variables principales que podrían explicar diferencias a la hora de desarrollar sintomatología de salud mental, como trastornos de ansiedad, depresión y somatización, en el contexto de las restricciones de movilidad por la pandemia”.

Jóvenes, los más afectados
No se trata de la soledad objetiva de no estar acompañado durante el confinamiento, sino de la sensación subjetiva de soledad, que puede darse aun estando junto a otras personas. Esta soledad "es uno de los principales factores que puede explicar por qué algunas personas, en el contexto de las restricciones de movilidad, desarrollan trastornos de salud mental, particularmente la depresión”.

El estudio muestra que el grupo más afectado ha sido la población joven, de 16 a 30 años. Esto, a pesar de que los adultos mayores son los que han debido cumplir un aislamiento más estricto y viven generalmente más solos. "Las personas mayores son las que mejor se han adaptado a la situación de confinamiento, probablemente porque son las que menos cambios han experimentado en su cotidianeidad”. Alguien con una movilidad reducida ya tiene su vida adaptada a ello y la expectativa de interactuar con su familia es más limitada. En contraste, los jóvenes están más acostumbrados a salir y tener contacto social.

Los adultos mayores, por su parte, a lo largo de su vida han hecho frente a circunstancias adversas y han desarrollado estrategias útiles para enfrentar y adaptarse al estrés, a diferencia del colectivo joven.

Soledad, suicidio y mujeres en riesgo
"Una explicación probable es que como las personas han debido estar más tiempo dentro de la casa, han tenido menos oportunidades de cometer intentos de suicidio o que, a pesar de que han desarrollado sintomatología, no necesariamente grave, han desaparecido de su vida situaciones estresantes”. Sin embargo, esto no es aplicable a toda la población.

"Las mujeres sometidas a violencia de género han tenido una carga adicional, al estar conviviendo meses con su agresor sin posibilidad de escapatoria. No sabemos de momento si ha habido un aumento en ese grupo de alta vulnerabilidad”.

La pandemia trae factores de riesgo, como desempleo, soledad y sufrimiento mental, que desde un punto de vista teórico podrían aumentar las tasas de suicidio”.

Estrategias contra la soledad
Los expertos coinciden en que toda iniciativa que ayude a que las personas tengan la percepción de que alguien las escucha y se interesa por sus emociones permite atenuar la sensación de soledad y reduce el riesgo de problemas de salud mental.

El contacto presencial es el óptimo, pero cuando no es posible, una llamada por teléfono, un mensaje o un encuentro por video permiten paliar parcialmente. "La proliferación extrema de videoconferencias pone de manifiesto la necesidad de, aunque fuera por este medio, estar en contacto con otras personas”.

Eso no es sustitutivo de la interacción presencial, advierten, como lo demuestra el hecho de que "el colectivo más afectado desde el punto de vista de salud mental a consecuencia de las restricciones es el que tiene mayor necesidad de socialización y a la vez la mayor capacidad de uso de las nuevas tecnologías: el colectivo joven. Si las redes sociales fueran un sustitutivo absoluto de la interacción presencial, eso no habría pasado”.

 "Toda actividad que permita a las personas a mantener los contactos sociales puede ayudar mucho a la salud mental”.