Por Jackie Mercado
Según los expertos, los hombres prefieren el sexo temprano y las mujeres cuando el día termina. Sólo se ponen de acuerdo en un momento: la siesta
El matrimonio se acaba todas las noches después de hacer el amor, y hay que volver a reconstruirlo todas las mañanas antes del desayuno”. Pero no tuvieron en cuenta que los hombres y las mujeres no se ponen de acuerdo sobre la hora más propicia para mantener relaciones sexuales. “La libido masculina toca techo entre las 6 y 7 horas de la mañana, mientras que la femenina lo hace entre las 23 horas y las 2 de la madrugada”.
Los sexólogos explican que los horarios masculinos están muy condicionados por la testosterona, hormona erótica que por la mañana “aumenta entre un 25 y un 50% frente a los niveles de otros momentos del día, generando una fuerte excitación; en muchos casos, los hombres buscan sexo para aprovechar la erección provocada por este aumento hormonal”. A esa misma hora, las hormonas femeninas suelen tocar fondo. Otro dato que impide que los hombres y mujeres caminen uniformes en este terreno. “Las mujeres se rigen más por el ciclo menstrual que por el diario, mientras que los niveles de ellos bajan y suben en el día cada 90 minutos”. Ante semejante caos biológico, casi parece un milagro que hombres y mujeres sigamos manteniendo relaciones sexuales.
Normalmente los hombres se levantan con ganas de hacer el amor, pero las mujeres sienten pereza en ese momento del día”. Un estudio pone en evidencia que un 68% de las mujeres y un 63% de los hombres han salido con alguien cuyo deseo sexual no era compatible con ellos.
“Estadísticamente es la noche el momento de ocio y del disfrute sexual; así son los ritmos impuestos por la sociedad y nos adaptamos a ellos”. “Si los varones han preferido madrugar perfecto”. Puede que muchos hombres hayan echado mano de la reserva hormonal que, según los científicos, posee el sexo masculino: mientras que la libido femenina está sujeta a cambios anímicos, los hombres disfrutan de una excitación más constante a lo largo del día, si bien solo un 16% prefiere tener relaciones sexuales antes de dormir.
¿Existe algún momento del día en el que se coincide? Afortunadamente, entre el mañanero masculino y la nocturnidad femenina existe un territorio neutral llamado siesta. Según un estudio ocho de cada diez entrevistados creen que el mejor momento para el sexo es después de comer. Y los expertos están de acuerdo. Recomiendan hacer el amor al despertar de la siesta, “por el beneficioso efecto que tiene el descanso en la libido, pues esa pausa genera nuevas energías que pueden equilibrarse a través del sexo”.
Por su parte, sexólogos explican que la siesta es un momento muy propicio para el coito ya que, después de comer, el deseo de varones y mujeres se pone al mismo nivel: “A esto contribuyen los niveles bajos de melatonina y cortisol -hormona asociada al estrés- durante la tarde”. Para tener un encuentro sexual satisfactorio, los especialistas aconsejan que el almuerzo previo sea liviano y ligero en alcohol. Un escollo sobre este asunto: la siesta, normalmente, se disfruta sólo los fines de semana.
Los expertos también coinciden en que tener una vida sexual plena pasa por superar los imperativos biológicos, equilibrando y armonizando conscientemente las necesidades de ambos miembros de la pareja. “Tendemos a creer que el deseo aparece de forma constante y espontánea, pero lo cierto es que hay que generar juego y comunicación en la pareja y cultivar el erotismo. Por supuesto que está el tema biológico y también el energético, pero luego está la parte racional, que puede educarse para mantener y estimular el deseo”. Quizás gracias a estos esfuerzos, un 66% de las mujeres y un 50% de los hombres aseguran estar en absoluta sintonía con los horarios de sus parejas.
“Por mucho que se intenten hacer estudios sobre hábitos sexuales, estos responderán a condicionamientos sociales y culturales. No creo que por ser mujer tenga mayor apetito sexual a determinada hora; creo que depende, más bien, de lo que se llama homeostasis autorregulación interna que compense los cambios externos de cada individuo”.
Y, por último, pero no menos importante, está la pasión: si ésta existe, siempre se encuentra el momento y el lugar para consumarla. Sin lugar a dudas, el mejor afrodisíaco es el amor.