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Especial: El duro impacto psicológico que espera tras el confinamiento: "Los problemas de salud mental van a crecer"

Por Antonia Paz
 
La atención debe ser aún mayor en el caso de las poblaciones vulnerables ante estos trastornos, como son las conformadas por adultos mayores y los trabajadores de la salud que se encuentran al frente de la batalla contra el COVID-19, señalan.
 
El 11 de marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la COVID-19 como pandemia. Además de su elevada morbilidad y mortalidad, las repercusiones económicas están siendo enormemente graves. Se declaraba el estado de alarma para la gestión de la situación de crisis sanitaria ocasionada por la COVID-19, cuyo objetivo era proteger la salud de la ciudadanía, contener la progresión de la enfermedad y reforzar el sistema de salud pública.
Durante el periodo de alarma se estableció que la circulación debía realizarse individualmente y estaba limitada a actividades de primera necesidad o desplazamientos al lugar de trabajo; el transporte de viajeros debía reducir su oferta; los locales de actividades culturales, artísticas, deportivas y similares deberían permanecer cerrados; se priorizaba el trabajo a distancia y se suspendía la actividad escolar presencial en favor de actividades educativas en línea.
Esas son las principales conclusiones de un encuentro virtual de más de mil profesionales de la salud de distintas áreas terapéuticas y de todos los países de la región convocado por Janssen, el grupo de compañías farmacéuticas de Johnson & Johnson para abordar el tema "Salud mental en tiempos de pandemia".
Si bien esta no es la primera vez que la humanidad se enfrenta a una pandemia y al aislamiento social, sí es la primera de ámbito mundial y por un período mayor a 21 días.
Por eso mismo, constituye un "importante desafío para toda la población, pacientes, profesionales de la salud y la comunidad en su totalidad".
 
"En ese marco creemos que es fundamental comprender su impacto y las consecuencias en el área de la salud mental".
Los especialistas abordaron las principales consecuencias que la COVID-19 y la prolongada cuarentena que gobiernos e instituciones han adoptado para contener su propagación van a tener en la salud mental a nivel mundial y para los latinoamericanos en particular.
Se planteó si la humanidad está preparada para un impacto que "no tiene precedentes" y produce un "enorme sufrimiento psíquico" a causa del "padecimiento de la enfermedad, la muerte de familiares y amigos, el desempleo, la economía mundial, entre otros" factores.
 
La cuarta ola
"Todo esto conlleva a estados de depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático y el abuso de alcohol u otras sustancias. La tormenta perfecta que los expertos vislumbran será la próxima ola de la pandemia".
Los gobiernos, los profesionales de la salud mental y la sociedad en general a prepararse para esa "cuarta ola" y definir estrategias que permitan mitigar los efectos de la pandemia, especialmente en los grupos vulnerables, se hizo hincapié en la importancia de detectar a tiempo la depresión y la ansiedad.
 
Para la depresión recomendó preguntar al paciente si "en el último mes se ha preocupado por sentirse deprimido o desesperanzado" o "preocupado por tener menos interés o placer en las cosas".
"Prevenir es preguntar. La detección temprana es la mejor alternativa que tenemos. Si respondemos a estas preguntas, sin duda podríamos cambiar de manera significativa el futuro de estas personas y evitar el suicidio".
El estudio mostró que tres de cada diez pacientes con depresión mayor se vuelven resistentes al tratamiento, "Esto constituye otro reto que nos espera, por el alto costo asociado en términos personales, familiares y sociales".
 
Epidemia de estrés postraumático
El estrés producido por "el impacto de la pandemia, los efectos negativos del aislamiento, el miedo, la preocupación financiera y, también, la angustia que generan los 'fake news' o noticias que asustan a las personas".
En el caso de los profesionales de la salud "en primera línea de combate de la pandemia" dijo que van a sufrir "una epidemia de síndrome de estrés postraumático" y es "necesario estar atentos y preparar a la población para esta situación".
"Prácticamente tuvimos que reinventarnos y generar nuevos protocolos de atención para los pacientes con trastornos de salud mental, como por ejemplo el uso de la telemedicina, programas de prevención de hospitalizaciones, brindar asesoría a los cuidadores y familiares para que funcionaran como coterapeutas, e incluso hacer intervenciones domiciliarias".
 
Aspectos psicológicos asociados a la pandemia por COVID-19
 
El confinamiento en el hogar es una situación sin precedentes en nuestro país, y es previsible que tenga un importante impacto en el bienestar físico y psicológico. La paralización de la actividad económica, el cierre de centros educativos y el confinamiento de toda la población durante semanas ha supuesto una situación extraordinaria y con múltiples estímulos generadores de estrés.
Durante el confinamiento, los dos factores que más afectan al bienestar físico y psicológico son la pérdida de hábitos y rutinas y el estrés psicosocial, de acuerdo al primer estudio que analiza el impacto psicológico de la cuarentena por COVID-19.
 
La interrupción de hábitos durante el confinamiento y la instauración de otros poco saludables  malos hábitos alimenticios, patrones de sueño irregulares, sedentarismo y mayor uso de las pantallas pueden derivar en problemas físicos.
Las condiciones que acompañan a una pandemia incluyen distintas fuentes de estrés para las personas
Los estudios sobre situaciones de estrés y emergencias permiten resumir las principales variables implicadas en el impacto psicológico como las siguientes: el miedo a la infección por virus y enfermedades, la manifestación de sentimientos de frustración y aburrimiento, no poder cubrir las necesidades básicas y no disponer de información y pautas de actuación claras  o la presencia de problemas de salud mental previos o problemas económicos. También el estigma y rechazo social en el caso de personas infectadas o expuestas a la enfermedad puede ser un desencadenante de una peor adaptación. El grado de impacto dependerá de varios factores,  la población que ha vivido una cuarentena durante enfermedades pandémicas es más propensa a presentar trastorno de estrés agudo y de adaptación y dolor.