Por Catalina Rodríguez
De forma popular se ha denominado como «comida chatarra» a aquella comida industrializada que aporta grandes cantidades de calorías y poco o nulo valor nutritivo, es decir, aquellos productos que contienen exceso de grasas saturadas, azúcares, simples o sodio.
Al respecto han dado algunos ejemplos de comida “chatarra” que son populares pero dañinos: papas fritas, golosinas, refrescos, helados, bizcochos, algunas comidas rápidas como pizzas, hot dogs y hamburguesas.
También se refiere que este tipo de comida estimula la liberación de dopamina en el cerebro, la cual genera sensación de placer, bienestar y saciedad y es por ello que en situaciones de enojo, estrés o ansiedad se antojan más.
De acuerdo con una investigación, el consumo de comida chatarra y la inactividad física genera inflamación cerebral.
La inflamación a largo plazo sería provocada por problemas de salud crónicos como la obesidad, enfermedad cardíaca o diabetes derivados del consumo de dichos alimentos y explica:
“Encontramos que las personas de mediana edad que presentaban niveles más altos de marcadores inflamatorios en la sangre tendían a tener una tasa más rápida de declive en los próximos 20 años, sobre todo en las medidas de la memoria”.
La dieta basada en la comida basura provoca cansancio y sedentarismo
El estudio en ratas demuestra que el exceso de peso provoca cansancio y sedentarismo y no al revés, como se cree en general. Los resultados pueden aplicarse a las personas: la obesidad de la que sufren es una causa y no un efecto de la pereza.
Los científicos de la Universidad de California en Los Ángeles tras experimentar con 32 ratas ofreciéndoles dos dietas diferentes durante seis meses, revelaron que la fatiga y pereza pueden ser consecuencias de una dieta basada en la comida chatarra.
La primera dieta correspondía a un estándar de ratas, con alimentos sin procesar, como el maíz molido y la harina de pescado. La segunda dieta, incluía alimentos altamente procesados y ricos en azúcar: un equivalente de la típica dieta de la comida basura.
Después de solo tres meses, los investigadores observaron una diferencia significativa en la cantidad de peso que las ratas habían adquirido: las 16 ratas de la comida chatarra se volvieron notablemente más gordas y, como evidenció la siguiente etapa del estudio, más perezosas.
Especial: Estudio revela cómo la comida chatarra daña al cerebro
Así, a todas las ratas se les asignaba una tarea consistida en presionar una palanca para recibir después una recompensa de alimento o agua. Las ratas en la dieta de comida chatarra demostraron un funcionamiento deteriorado y antes de volver a la tarea tomaban descansos sustancialmente más largos que las ratas delgadas.
En una sesión de 30 minutos, las ratas con sobrepeso tuvieron descansos que eran casi dos veces más prolongados que los de los animales más delgados.
Después de seis meses, las dietas de las ratas fueron intercambiadas: a las ratas con sobrepeso se les proporcionó la dieta más nutritiva durante nueve días.
Esto, sin embargo, no ayudó a reducir su peso o mejorar sus respuestas de palanca. Al mismo tiempo, la colocación de las ratas delgadas en la dieta de comida basura durante nueve días no aumentó su peso notablemente y no afectó su motivación en la tarea de la palanca.
Estos hallazgos sugieren que un patrón de consumo de comida chatarra es responsable no solo de la obesidad, sino de las alteraciones cognitivas.
Al proyectar los resultados de su investigación a los seres humanos, el profesor subrayó que la idea comúnmente retratada de que las personas se convierten en obesas porque son perezosas es errónea. “Nuestros datos sugieren que la obesidad inducida por la dieta es una de las causas, en lugar de un efecto, de la pereza”, concluyó científico.