Oh I'm just counting

Especial para Cambio21: La Ruta de Andacollo a Londres. Yaritza Véliz, la joven soprano chilena que se presentó en el Royal Opera House

Foto de portada: La joven soprano chilena Yaritza Véliz, a la derecha de la foto, junto con la corresponsal de Cambio21 en Europa, Ana Victoria Durruty

 

Por Ana Victoria Durruty

La emoción recorrió hasta la fila más alta y lejana del Royal Opera House y los asistentes se pararon aplaudiendo entusiasmados, con el corazón acelerado y acongojado al mismo tiempo, latiendo entre la belleza del canto lírico de Yaritza Véliz y la muerte de Mimi, que la joven soprano chilena protagoniza en la obra de Giacomo Puccini, “La Boheme”.


Las luces de la magnífica sala se encienden y el resplandor encandila y transporta hasta los cerros de la precordillera de Los Andes, a un remoto camino hacia la montaña por el que asciende una joven de pelo oscuro y mirada intensa. Como cada vez que visita su tierra natal, ella va a cantarle a la Virgen de Andacollo, la morenita milagrosa que veneran los chilenos.

Yaritza creció en esta tierra del norte, junto a una familia cariñosa y devota de la madre del Niño Dios y allí también cantó por primera vez con esa voz que es, en toda propiedad, un don divino. Un regalo superior que la ha llevado a transitar por un camino de sacrificio y éxito por partes iguales.

La crítica y el público han celebrado sus interpretaciones de Violetta (“La Traviata”) en la Ópera Nacional Noruega; Doña Elvia (“Don Giovanni”), en la Ópera de Ruan, y Julieta (“Capuletos y Montescos”), en Lorraine, ambas en Francia; y Adina (“L’elisir d’amore”) en la Ópera de Santa Fé, Nuevo México, Estados Unidos.

Sentadas frente a frente en la cafetería del Backstage de una de las salas de conciertos más importantes del mundo, conversamos con Yaritza en el centro artístico de Londres, Inglaterra, donde tras su estreno de Mimi ha recibido numerosas y elogiosas críticas de los expertos.

La abuela Hilda

Esta joven tiene exacto la mitad de mi edad, nacimos a pocos kilómetros de distancia en la región de las Estrellas, para ella, y de Gabriela Mistral, para mí. La vida es misteriosa y me emociono nuevamente al escuchar su historia. Me emociono porque conozco los lugares, los caminos e imagino las infinitas dificultades que debió sortear. Luego, ella me las va contando, con una mezcla de Fe, esperanza y fuerza interior capaz de atravesar montañas y océanos.

“Mi abuela Hilda Salinas nació en Pejerreyes”, parte respondiendo la pregunta sobre su biografía que describe el momento en que comenzó a cantar. Aquella primera vez de Yaritza fue para la Virgen de Andacollo.

Andacollo es un pueblo minero, inserto en un hoyo geográfico entre cerros, en el cual año a año desde el siglo XVII según cuenta la tradición se celebran fiestas populares de danzas y bailes, pidiendo o agradeciendo la intervención de María ante su hijo. Eso le ha dado fama de Virgen milagrosa.

Muchos chilenos, pero en especial de la Cuarta Región de Coquimbo en el norte del país, visitan la localidad. Entre esas personas, la familia de Yaritza y yo misma en más de una oportunidad.

Yo desde Ovalle y Yaritza y los suyos desde Coquimbo, donde se radicó la abuela Hilda después de partir de Pejerreyes. El puerto de Coquimbo es una ciudad vibrante unida a la capital regional, La Serena. En cambio, Pejerreyes es un diminuto caserío a la vera de la ruta que une a ambas ciudades con Ovalle, ochenta kilómetros al sur. Andacollo se encuentra precisamente en el cordón montañoso que separa al valle del Elqui, por el norte, y el valle del Limarí, por el sur. Son lugares de secano, donde la escasez hídrica es una constante y hay que poseer mucha fortaleza para salir adelante en la vida.

Yaritza se crió como una niña rodeada del amor de su abuela Hilda, con quien compartía largas jornadas en el sector de Guayacán y con su propia familia en el sector de Tierras Blancas, en Coquimbo. Todos son devotos de la “Virgencita”, como aún le dice la niña ahora convertida en soprano.

“Cada vez que voy le canto a la Virgen. Siento esa necesidad”, explica sentada con sencillez en medio del ajetreo del teatro londinense, y su declaración suena bella por lo sincera y al mismo tiempo un poco anacrónica en un país de anglicanos y ateos, capital del comercio global tan deshumanizado y poco dado a las efusiones religiosas.

En 2022 a la abuela Hilda le diagnosticaron un cáncer avanzado. Yaritza y su hermano Alexis subieron en peregrinación hasta Andacollo para pedirle que durara más de lo que decían los médicos. Llegaron a las dos de la madrugada, agotados por las muchas horas de esfuerzo y, de manera inusual, la Basílica estaba abierta. Entraron y después de rezar, Yaritza entonó el “Ave María” de Schubert. “Tenía un cansancio enorme, pero ha sido una de las veces que he cantado con más alma. La Virgen me dio el milagro de un año más. Y me dio el regalo de poder estar con mi abuela cuándo le detectaron la enfermedad y cuándo recayó”.

Nadie dijo que sería fácil

Yaritza cumple 32 años el 29 de junio y el camino recorrido desde sus cantos juveniles en el semidesierto chileno ha sido largo. Ella tiene mucha conciencia que su habilidad para el canto lírico es un don y debe hacerlo relucir como agradecimiento. Pero, no todo ha sido fácil.

“Mi abuela no sabía leer ni escribir, sin embargo a través de la fuerte conexión que teníamos ambas, me transmitió algo que me formó profundamente: la fuerza y la perseverancia”, explica con profundo orgullo y cariño, mientras todo bulle a nuestro alrededor en el Royal Opera House.

Su padre es camionero y su madre, parvularia, y todos en su familia creen que el don musical que ella recibió es una compensación por el dolor que sufrieron tras la muerte de uno de sus hermanos.

La velada del día anterior Yaritza, este enero de 2024,  justo antes de entrar al escenario, dijo “hermanito, voy contigo”, hablando en su corazón al hermano perdido. También la soprano “sintió que estaban allí” sus dos abuelas, su bisabuela y su tatarabuela Francisca. Un batallón de antepasados de apoyo traído emocionalmente directo desde Chile al debut en “La Boheme” en el escenario londinense. A pesar de que su familia no puso asistir, ella siempre imagina que “uno de ellos ocupa algún asiento que quedó vacío en el teatro”.

Yaritza enfrenta los vítores y el éxito con la misma entereza que el retorno a la realidad, sola en medio de la enorme urbe y lejos de todos los que ama.

Novios en la distancia

Durante sus primeros pasos en Santiago, cuando era integrante del coro del Teatro apoyada por una beca de la Corporación de Amigos del Municipal, conoció a su novio, un músico integrante de la Filarmónica Nacional que viendo el talento de Yaritza, le expresó sus temores por una relación que Javier pronosticó sería a la distancia. La joven norteña, recuerda que se lo tomó un poco a la broma.

Pero muy pronto, la vida se encargó de darle la razón a él y deben permanecer separados tiempos más largos que lo que nunca imaginaron, compartiendo los cuidados de “Pamina” la perrita de ambos. Mientras Yaritza busca el mejor momento para tener un hijo, que anhela y que desde ya su madre ha prometido acompañarla en la que será otro gran desafío para ella y su carrera.

Fue su novio, sin embargo, quien la motivó para audicionar en el concurso del Royal Opera House. Hubo 700 postulantes para un solo cupo de soprano. Yaritza ganó la prestigiada beca “Jette Parker Young Artists Programme” para el periodo 2018-2020 y se trasladó a estudiar al Reino Unido, donde una de las duras barreras que debió superar fue que no hablaba inglés. Todo era cuesta arriba, pero no se dio por vencida.

En marzo próximo se reunirán con Javier en el Municipal de Santiago, para compartir el estreno de “Las cuatro últimas canciones” de Richard Strauss, ella con su privilegiada voz, él con el contrabajo.

Yaritza mantiene los pies sobre la tierra, sostenida por sus fuertes lazos familiares e impresiona con su sencillez acogedora y sin pretensiones, una belleza femenina y la lealtad a quienes han sido y siguen siendo su apoyo.

Por amor al arte

“El arte es transparente y puro, pero uno tiene que estar al servicio de la música”, afirma Yaritza con la seguridad de quien se caracteriza por la capacidad de cantar con perfección y expresar emociones, muchas de ellas profundas y fuertes.

Después de dejar el alma en el teatro y sacarse el vestuario de su personaje, la joven se despide de algunos amigos y colegas, camina hasta su hogar y descansa en la soledad de su residencia temporal, donde quiera que esté en Europa, Estados Unidos e, incluso, Chile.

Su hogar sigue estando en su país natal, donde vive y desde donde viaja a trabajar al extranjero.

En la distancia siempre la acompañan sus seres queridos, y el recuerdo de esa abuela que le heredó el “empuje que puede llevarte a cualquier parte, aún sin contactos ni dinero. No hay que ser cobardes. No hay que autolimitarse”. Así fue como después de la beca del Royal Opera House, ganó en 2023 la “Emerging Stars Competition” de la Ópera de San Francisco, y sus planes están llenos de compromisos para cantar desde Paris hasta Houston, pasando por Alemania, Dallas y Hamburgo, llevando consigo la magia de una voz excepcional.

El camino no es fácil pero cosas maravillosas pueden suceder en la vida. Como Yaritza he estado en el diminuto pueblo de  Pejerreyes, visitado a la Virgen en Andacollo y he llegado a la gigantesca urbe de Londres, y puedo imaginar las dificultades del camino. Me invade un orgullo sobrecogedor por esta mujer chilena, joven y talentosa, mientras las dos nortinas extranjeras en Londres nos tomamos unas selfies a la entrada del las estrellas del Royal Opera House.