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Este cáncer ni te tocará Eduardo: esto es todo lo que se debe saber de la enfermedad del conductor de Mentiras Verdaderas

Sorpresa y preocupación generó en el mundo televisivo un video publicado por el periodista y rostro de televisión Eduardo Fuentes donde comunicaba que se le había detectado un cáncer a la tiroides y que tendría que operarse.
 
En el video el periodista reconoció que cuando le disgnosticaron la enfermedad sintió miedo, pero que al saber que se trataba de uno de los cánceres de mayor bajo riesgo su sensación de alivio fue grande.
 
Cáncer de tiroides
 
Se trata de una patología que se evidencia cuando se detectan tumores o células malignas en la glándula tiroides, encargada de funciones básicas del corazón, cerebro e hígado, entre otros órganos vitales.
 
Algunos factores de riesgo a esta patología se relacionan con antecedentes familiares de enfermedad tiroidea, estar en el rango de edad entre 25 y 65 años y haberse expuesto a radiaciones en cualquier momento de su vida.
 
 
Estudios científicos muestran que ocho de cada diez casos de cáncer de tiroides son de tipo papilar, el cual se conoce con este nombre debido a la aparición de una masa o protuberancia (nódulo) en la glándula tiroidea. Esta clase de cáncer tiende a crecer lentamente y en algunas ocasiones puede ser fatal.
 
Este tipo de enfermedad no es algo nuevo en el mundo del espectáculo, contándose entre algunos de los más reconocidos afectados a la excandidata presidencial de la DC Carolina Goic, a la reconocida abogada televisiva Ana María Polo (la Doctora Polo), el periodista deportivo Milton Millas, la periodista Javiera Suarez, la mediática doctora María Luisa Cordero, entre otros.
 
¿Qué hacer?
 
De acuerdo a lo que explica el doctor Rodrigo Montes, cirujano de cabeza y cuello de la Clínica Las Condes, una de cada dos mujeres de 50 años presenta un nódulo, y entre 5% y 10% de estos corresponden a un cáncer.
 
“Para saber si estos nódulos son malignos se considera una serie de factores: historia clínica del paciente, examen físico, estudio de imágenes e histología. Es entonces cuando uno puede determinar si se trata de un cáncer o es un caso sugerente de cáncer”, explica.
 
Al comentar el especialista cómo se detecta generalmente la existencia de este tipo de cáncer dice que “lo habitual es que los pacientes consulten a un médico por una situación en particular y que, producto de ello, se realice una exploración al cuello donde se palpe el nódulo”.
 
 
El profesional recomienda que la sospecha de la aparición de un nódulo, lo mejor sea dirigirse a un centro médico con profesionales especializados en cabeza y cuello.
 
Sobre la detección añade que “además del examen físico y el historial clínico, el paciente debe efectuarse una ecografía de tiroides. De esta forma, y según las características imagenológicas, se decide hacer o no una punción, para el posterior estudio histológico. Con el conjunto de variables se decide el paso a seguir: desde la mera observación clínica y ecografía al cabo de unos meses, a la repetición de la punción o directamente la cirugía. Lo importante es que la decisión que se tome sea individualizada según cada caso”.
 
Para el doctor José Miguel Domínguez, endocrinólogo de la Red de Salud UC CHRISTUS, el tratamiento se inicia con la resección de la glándula tiroides seguida de la administración de yodo radiactivo para eliminar el tejido que persiste después de la cirugía y de tratamiento farmacológico permanente para disminuir la probabilidad de que el cáncer vuelva a aparecer.
 
“Gracias a la integración de investigaciones básicas y clínicas, así como del trabajo coordinado de distintos especialistas, en la actualidad es posible identificar el riesgo individual de cada paciente. Este reconocimiento permite diseñar un tratamiento personalizado, buscando la curación de la enfermedad y la reducción de los efectos secundarios asociados a la terapia”, afirma el especialista.
 
Después de la cirugía, se realiza la terapia con yodo radiactivo. En opinión del doctor Domínguez, esta es probablemente el área en la que ha habido más cambios en los últimos años. “Si en el pasado se aplicaba a la gran mayoría de los pacientes que se trataban por cáncer de tiroides, en la actualidad su uso se restringe a quienes tienen un riesgo intermedio y alto. Esta conducta mantiene el buen pronóstico en los pacientes de bajo riesgo y no los expone a las consecuencias de esta terapia”, concluye.