Oh I'm just counting

Fernando, rescatista y “escudero” de la Cruz Azul: Habrá un antes y un después de abril que definirá el futuro político y social en Chile”

Por Rebeca Araya Basualto

Fernando (48) es separado, trabaja en la ´planta administrativa de una universidad privada  y vive con su único  hijo, hoy de 17 años. Cuando el muchacho le contó su participación en el movimiento estudiantil, es probable que Fernado haya revivido los ’80 y su propia adolescencia, repartida entre la militancia  y su rol como dirigente secundario. En una toma del liceo, recibió un balin de carabineros en el ojo izquierdo. A raíz de la lesión, perdió la vista en ese ojo.
 
Al principio –recuerda- no me convencía la radicalidad del movimiento. Pero cuando mi hijo me contó que participaba, entendí que no tenía sentido prohibírselo. Por mis propias convicciones e historia y porque trabajo todo el día, mientras él va al colegio.
Cortó por lo sano: “No te voy a dejar solo en esto”, le dijo. Y comenzó a ir a la hoy llamada Plaza de la Dignidad, al principio llevando agua con bicarbonato para aliviar el efecto de las lacrimógenas. Uno de tantos “lobos solitarios”, como se identifica en la jerga de las manifestaciones a  quienes las apoyan llevando agua, comida o medicamentos.
 
Eso duró hasta que me integré a uno de los equipos de salud –cuenta-  me sumé como “escudero” y rescatista. Mi tarea, junto a otros, es proteger a los equipos médicos  en los puestos de atención, donde cada vez con más frecuencia nos atacan carabineros. También salimos a buscar heridos y los protegemos, mientras son atendidos en el puesto de salud.
 
Médicos que desempeñan la docencia en distintas universidades o  servicios públicos, estudiantes de último año o cursando sus becas en medicina o enfermería y técnicos en enfermería mayoritariamente vinculados a servicios del Estado, más personas que comparten los roles descritos por Fernando, completan el equipo de 25 miembros entre 17 y 51 años que se turna para mantener activo el puesto de salud que opera en calle Santiago Bueras, uno de los cuatro o cinco activos durante las manifestaciones. en la llamada “Zona Cero”. Usan cascos y escudos con cruces azules, ya que la Cruz Roja les prohibió usar su distintivo. Y mantienen estrictas normas para proteger sus identidades. Concretamos esta entrevista tras acuerdos que incluyen no dar nombres completos, ni hacer fotos que permitan identificar a alguien


Protegemos nuestros trabajos –explica Fernando-  o la posibilidad de terminar sus becas en los servicios públicos de los estudiantes y los empleos de los trabajadores de la salud.

Mirando zapatillas

Dos o tres veces por semana acude a las manifestaciones, después de su trabajo. En octubre pensó que el movimiento terminaría pronto. Hoy, su rutina integra, además de la jornada laboral,  aspirar el aire tóxico de las bombas lacrimógenas y vivir el estrés propio de cada manifestacion.

Al principio, cuando íbamos a buscar a alguien o llegaban heridos al puesto, mi primera reacción era mirarles las zapatillas, por si reconocía las de mi hijo. Costó acostumbrarme a ese nivel de tensión, pero ya lo manejo. Él sabe dónde estoy y yo que se cuida.  

Comparada con los ’80 ¿Es mayor, igual o menor la violencia de la represión?
En la dictadura los temores eran  que te hicieran desaparecer,  te mataran o sometieran a tortura. Y las manifestaciones mucho más esporádicas. Hoy el enfrentamiento con la policía es casi diario algunas semanas.  Hay prácticas muy perversas, como el que junto con disparar una lacrimógena, carabineros carga sus escopetas con balines de acero o bolitas de cristal que, al salir con la tremenda potencia de la bomba, hacen heridas terribles y son difíciles de extraer. He visto muchachos que reciben en pleno cráneo bombas lacrimógenas y lloré a moco tendido cuando  a nuestro puesto llegó Gustavo Gatica, que quedó ciego y cuando murió a metros de nosotros Mauricio Fredes, sin que pudiéramos rescatarlo.

¿Por qué Carabineros actúa tan agresivamente?
Lo diré así: si alguien en el gobierno está interesado en  reducir la violencia y lograr que carabineros ajuste su conducta a los protocolos, establezcan test de drogas,  realizados por un organismo confiable. Las violaciones a los derechos humanos se reducirían notablemente con esta sencilla medida.

Corridos a la derecha

¿Qué salida le ves a esta crisis social?
Todos los hechos de la clase política, incluido  exonerar al intendente de la acusación constitucional, dicen una sola cosa: la conducta represiva cuenta con el pleno y transversal respaldo del Estado. El país está tan corrido a la derecha, que pedir lo mínimo es ser “comunista”.  Este no es un enfrentamiento entre comunistas y anticomunistas. Es un conflicto que se resuelve con sentido común.  Y estalló por falta de él.
 
Hay jóvenes que hacen de confrontar a los carabineros un sentido de vida. ¿Qué será de ellos cuando podamos decir: “Ya cabros, las pensiones se arreglaron, el país garantiza educación gratuita y de calidad y la salud está asegurada para todos”?
Es que esos jóvenes, los fugados del Sename, los más pobres que en ella han ganado respeto, también quieren dignidad. A ellos hay que abrazarlos, como país, darles un lugar, asumir nuestro error como sociedad y construir con ellos una opción que los reconozca, valore y les ofrezca un proyecto de vida, que es lo que les negamos hasta hoy. Y lo que reclaman consignas como “Hasta que valga la pena vivir”.

¿Qué esperas de marzo?¿Cómo superaremos el daño que nos hemos hecho?
¿Hablas de perdonarnos? La Anita Gonzalez de Recabarren, que murió preguntando por su familia desaparecida, decía: ¿Cómo perdonar si nadie me pide perdón? ¿A quién perdonar, si no me dicen quén fue responsable de lo ocurrido con mi familia? Creo que la clave está en abril. Habrá un antes y un después de abril. Y en lo que pase en esos días se resolverá el futuro político y la estabilidad social en Chile.