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La caída de los íconos del progresismo mundial: el cantante Bono y los actores acosadores de Hollywood

Bono pierde credibilidad política e ideológica, porque más allá de los abusivos precios que cobra U2 en cada uno de sus shows, su propio discurso se transformó en un búmeran que afecta a sus mismos intereses. Lo de Spacey, Hoffman, Seagal, Ratner y Weinstein es mucho más grave, porque entra de lleno en lo que será la próxima campaña presidencial en los EE.UU. Por Guillermo Arellano

Por Guillermo Arellano
 
Era lo que faltaba. No solo políticos, presidentes, expresidentes, parlamentarios, miembros del poder judicial, uniformados y todo lo que huela a institucional ya no goza de la simpatía, credibilidad y confianza de la ciudadanía y el pueblo.
 
Ahora son los ídolos de la música y del séptimo arte los que decepcionan a la gente, aquí y alrededor del planeta.
 
El escándalo sigue en desarrollo respecto a las denuncias de acoso sexual que recayeron en los actores Kevin Spacey, Dustin Hoffman y Steven Seagal, además del director Brett Ratner y el productor Harvey Weinstein, lo que se suma a los delitos que cometieron hace décadas -por este mismo tema- el actor Bill Cosby y el director Roman Polanski.
 
 
En medio de esta locura, que podría traer significativos cambios en la industria de Hollywood, aparecen los “Paradise Papers”, última investigación basada en la múltiple filtración que se relevó a más de 380 periodistas de 67 países durante 2018 y 2018, y donde nada menos que la figura de Bono (Paul David Hewson), líder de la banda U2, se muestra en calidad de inversor del centro comercial Ausra, que está ubicado en la ciudad de Utena (a 100 kilómetros de la capital de Lituania, Vilna).
 
El cantante irlandés posee una sociedad registrada en Malta (país conocido en Chile por ser el refugio del turbio empresario Alberto Chang), inversión que según el medio lituano “15min.lt”, comenzó en ese país, para luego extenderse a Guernsey (isla del Canal de la Mancha), pero bajo una “clara violación de las leyes tributarias”, factor que forzó a las autoridades fiscales a abrir una investigación para analizar un posible fraude fiscal.
 
Para peor, según aseguran las instituciones lituanas, la empresa vinculada a Bono no ha pagado impuestos sobre sus beneficios desde el 2011.
 
Doble moral
 
¿Qué tienen en común Bono y las estrellas del cine estadounidense cuestionadas por acoso sexual? Sus ideas políticas. El intérprete es rostro del activismo medioambiental y de los derechos humanos y los actores adscriben y son constantes financistas de las campañas presidenciales del Partido Demócrata, que es donde militan Barack Obama y Bill y Hillary Clinton.
 
Apenas se supo de las oscuras maniobras tributarias de Bono, los fans y posteadores de redes sociales a través del globo se dividieron entre la condena, la crítica y la disculpa por tratarse de personas que delegan sus negocios a contadores y administradores financieros.
 
Una cosa es la libertad de opinión y de expresión, que es sagrada, pero otra muy distinta es que una persona que desde que se transformó en celebridad global ha hecho gárgaras con su rechazo al modelo de mercado y a las malas prácticas de los poderosos, dictadores incluidos.
 
Si bien resta por conocer todos los antecedentes del caso, hoy Bono pierde credibilidad política e ideológica, porque más allá de los abusivos precios que cobra U2 en cada uno de sus shows, su propio discurso se transformó en un búmeran que afecta a sus mismos intereses. En simple, adiós activismo político.
 
Lo de Spacey, Hoffman, Seagal, Ratner y Weinstein es mucho más grave, porque entra de lleno en lo que será la próxima campaña presidencial en los Estados Unidos.
 
 
Según escribió El País, Weinstein es amigo de Hillary hace años y compartió vecindad en 2015 en una zona residencial de Nueva York. Y no solo eso, aportó millones de dólares en la competencia que libró ante el magnate Donald Trump y desplegó un fuerte lobby con los grandes de Hollywood para que apoyaran su fallida candidatura a la Casa Blanca.
 
Por lo mismo, resultó dramático para ella condenar las numerosas denuncias que emergieron en contra del productor de parte de actrices y empleadas de su compañía.
 
Como señal política, y antes que la bomba les estalle en la cara, muchos excandidatos demócratas anunciaron que devolverán las contribuciones económicas que efectuó Weinstein entre 1990 y 2016. En plata, hasta 1,5 millones de dólares.
 
Pero el tema no se termina ahí. Ante las críticas que provienen del Partido Republicano, que hablan de “doble moral” del mundo demócrata a causa de los cinco días que se demoraron en condenar los abusos de Weinstein, el cuestionado gobierno de Trump abrió una investigación en conjunto con el FBI.
 
“Si los demócratas están tan a favor de la causa de las mujeres como dicen, no debería ser un problema para ellos devolver todo el dinero sucio”, disparó de entrada el Comité Nacional Republicano, informó ABC.
 
Como respuesta, los principales íconos del humor anticonservador han optado por seguir pegándole a Trump, para así obviar la autocrítica.
 
Sigan atentos, porque esta historia continuará, pero lejos de la casa de gobierno, sino que en los pasillos de la fama y en los distintos estudios de cine que hay en la caliente tierra del Tío Sam.