La disputa entre Trump y Musk: Una pelea en la Tierra que puede hacernos caer del cielo. Por Ricardo Rincón González, Abogado



Estados Unidos está viviendo una pelea de alto voltaje entre dos de sus figuras más poderosas: el presidente Donald Trump y el empresario Elon Musk, dueño de SpaceX, la compañía que ha revolucionado la forma en que los estadounidenses viajan al espacio. Y aunque parezca un cruce más de redes sociales, las consecuencias podrían sentirse a cientos de kilómetros sobre nuestras cabezas.
Todo comenzó con críticas mutuas. Trump acusó a Musk de haber creado un “desastre” con sus políticas de autos eléctricos y amenazó con cortarle los contratos millonarios que el gobierno tiene con sus empresas. Musk respondió con una bomba: si se cumplen esas amenazas, empezará a desmantelar su cápsula Dragon, la misma que transporta astronautas y carga a la Estación Espacial Internacional (EEI).
Puede sonar exagerado, pero es real: si Musk se baja del sistema, la NASA no tiene con quién más volar. Boeing ha tenido múltiples fallos con su cápsula Starliner, y otras empresas aún no están listas. La única alternativa sería volver a pedirle a Rusia que retome la pega de llevar a EEUU al espacio, asumiendo los costos económicos y de imagen que ello implica. Justo cuando se creía que esa etapa estaba superada.
¿Todo esto por una pelea política? Parece que sí. Y eso nos deja una gran lección: no se puede depender de una sola empresa –y de una sola persona– para algo tan importante como el acceso al espacio y el desarrollo de un programa espacial nacional.
El espacio ya no es ciencia ficción. Allí orbitan los satélites que usamos para GPS, clima, comunicaciones, banca, agricultura. Y también está en juego el prestigio de EE.UU. como líder en exploración y defensa. SpaceX ha sido brillante en reducir costos y aumentar la frecuencia de vuelos, pero EEUU necesita tener un plan B, C y D.
Hoy, ese plan B no existe. Por eso, más allá de quién gane esta pelea, la NASA, el Congreso y el propio presidente deberían comprometerse a diversificar sus opciones: apoyar a otras empresas, acelerar proyectos paralelos y garantizar que una crisis personal no detenga el progreso de toda una nación.
En otras palabras, hay que dejar de poner todos los cohetes en una sola plataforma. El espacio es demasiado importante como para estar al vaivén de egos. No podemos darnos el lujo de caer del cielo por una discusión en la Tierra