Todo sistema político se organiza en torno a principios políticos básicos que implican, a su vez, una concepción de ciudadanía.
En Atenas, por ejemplo, los principios políticos esenciales eran la Isonomía, se refiere a la democracia, a igualdad ante la ley, de derechos y deberes, la Isegoría, libertad de palabra de los ciudadanos y de intervenir en la Asamblea, y la Koinomía, que es comunidad y asociación, cooperación mutua.
Respecto a la ciudadanía señala como virtud principal la “phronesis”, entendida como prudencia política, sabiduría práctica, mesura para discernir sobre cómo actuar en función del bien para la comunidad. También de comprender. Es lo contrario de la desmesura.
Los valores, y exigencias que suponen, requeridos a la ciudadanía atenienses son oportunos de relevar y tener en cuenta en nuestros tiempos, tanto en el análisis general, como en las reflexiones e intercambios sobre ideas, propuestas y definiciones necesarias.
En el plano del análisis y conclusiones sobre los resultados del plebiscito, para unos será fundamental identificar y procesar, con la mayor amplitud de horizonte posible, los factores y causas de una derrota política contundente. Se trata de buscar las causas más de fondo de manifestaciones como las sobrecargadas expresiones identitarias, las excentricidades, los narcicismos, las erradas lecturas y la apropiación precipitada y acrítica de manifestaciones como las movilizaciones, de octubre, y los resultados electorales iniciales del proceso constituyente.
Para otros, en el caso de cierta derecha, será imprescindible aprender de la experiencia y no incurrir en la misma precipitación adjudicándose para su propuesta ideológica y política al 61,86% del rechazo al texto constitucional propuesto.
Los primeros deberíamos apegarnos a un aserto metodológico partiendo en el análisis de las causas de la derrota por buscar e identificar los errores, vacíos e insuficiencias propias, que son las que permiten que las pretensiones de los oponentes cobren fuerza y atraigan a mayorías para sus propuestas y objetivos.
Para los otros será imprescindible asumir sus propias responsabilidades en la generación de las condiciones que hacen inesquivable la necesidad de establecer un nuevo pacto social y político en la sociedad chilena y su expresión en una nueva Constitución. Allí están sus permanentes resistencias a innúmeras propuestas de transformaciones en el campo laboral, tributario y de pensiones. Sus recurrentes apelaciones al Tribunal Constitucional para inmovilizar y maniatar propuestas que recogían clamores populares de mayor justicia equidad e igualdad en las relaciones socioeconómicas y político culturales. Lo último fue el desprecio y arrogancia con que se refirieron a la propuesta constitucional de Michele Bachelet, y a la que algunos terminaron apelando como una alternativa salvadora, durante el proceso constituyente.
En el plano de las definiciones, surgen las simultáneas tareas de viabilizar el proceso por una nueva constitución y enfrentar sin dilaciones las grandes tareas de dar gobernabilidad al país avanzando en la superación de aspectos que conspiran contra esta, como las referidas a las reformas en materia tributaria, de pensiones y, con particular énfasis en la seguridad pública. El Ejecutivo debe incluir una preocupación central por la eficiencia y eficacia de las administraciones públicas en sus distintos espacios temáticos y escalas territoriales.
La frónesis, la prudencia y la sabiduría práctica y lo que éticamente envuelve debe contribuir a elevar la calidad y proyección de las reflexiones colectivas, partiendo de la base que el intercambio de argumentos y sus fundamentos constituyen uno de pilares de la democracia que se requiere ampliar y profundizar. Esta es una primera tarea insoslayable porque allí está una de las causas de fondo de las insuficiencias, carencias de fondo que se observan en nuestra realidad política.
Se requiere de serenidad y un análisis riguroso de las condiciones objetivas y concretas de las correlaciones de fuerza, afinar la puntería para debatir, contrarrestar las argumentaciones de los oponentes, desplegando las mejores herramientas para la pedagogía política, dejando en claro, con firmeza y respeto, ante la opinión ciudadana las posiciones y argumentos de las partes. Convencer y no vencer. Y sumar fuerzas. Y por supuesto estar dispuesto a procesar y asumir, si es el caso, los fundamentos de otras propuestas. Esto incluye como supuesto fundamental consolidar un contexto de democracia participativa, de deliberación y transparencia bloqueando las tendencias elitistas siempre latentes.
Una segunda tarea es enfrentar de manera resuelta la superación de las tendencias a la fragmentación y expresiones de identidades y demandas desagregadas, siendo necesario para ello que los partidos políticos, sin auto concebirse como exclusivos depositarios de la intermediación y representación política, asuman integralmente su función esencial de organizaciones portadoras de propuestas políticas y de un programa para la sociedad en su conjunto, debiendo cumplir la tarea fundamental de agregación de intereses sectoriales y específicos.