Oh I'm just counting

La revolución chilena nació cuando Dios había muerto (“gott ist tot”). Por Roberto Ávila, abogado

Chile está viviendo una revolución, Esto cuesta asimilarlo, así es como; en un extremo el presidente Piñera habla de un problema de orden público y en el otro los anarquistas de una “revuelta”.
 
Pero es una revolución, por cuanto lo que se pone en cuestión no es simplemente una medida gubernamental o el gobierno mismo. Se está poniendo todo en cuestión, por eso su energía es enorme. Está bajo crítica: la casta política, el Estado de Chile en su forma actual, la cultura, la ideología dominante, el capitalismo neoliberal, nuestras concepciones más profundas del ser humano.
 
En la Plaza Italia se cruzan, LGTB, trabajadores, doctores en ciencias, jóvenes y viejos revolucionarios, marxistas, anarquistas, feministas, nihilistas, pueblos originarios, barras de fútbol, ecologistas, poetas y vendedores de cerveza. Todo el que tiene un dolor y una esperanza. Así en todo el país.
 
No hay otra convulsión social de tal envergadura en toda la historia de la república ni siquiera en la guerra civil de 1891 o en el genocidio de 1973. En efecto allí fueron disputados aspectos de la sociedad, ahora está en disputa toda la sociedad.
 
Cuesta hacerse a la idea de una revolución sin una vanguardia organizada previamente y un programa político. Pero la revolución francesa partió también en esas condiciones
 
Es una revolución y una revolución recargada. Confluyen en ella:
 
1.- Los abusos sistemáticos del capitalismo en su versión neoliberal que en tanto tal caen sobre el conjunto de la población no sólo sobre la clase trabajadora. Son miles los que bajan del oriente a la Plaza Italia, han existido grandes manifestaciones en Viña, frente a la Escuela Militar en el Metro Manquehue. El capitalismo neoliberal se hizo delictual por eso un 90% de los chilenos quieren una nueva constitución.
 
2.- El agotamiento absoluto del gran fraude político que fue la transición pactada iniciada con el Acuerdo Nacional propuesto por la Iglesia en 1985 y patrocinado por los norteamericanos. A este banquete pretendió sentarse el Frente Amplio en hora muy inoportuna y tardía. Toda la casta política construida y enriquecida en estos 30 años está bajo acusación y difícilmente sobrevivirá. El senador Carlos Montes ha dicho que decidió no seguir siendo parlamentario. Advierte que la ola crecerá pero muestra la hilacha y dice que él decidió no seguir siendo parlamentario como si esa decisión fuera suya. En todo caso mueren como vivieron, despreciando a los ciudadanos.
 
3.- Existe un agotamiento civilizacional que confluye en esta crisis es el “Dios ha muerto” de Nietzsche. Dios entendido como ideas metafísicas que encuentran su fundamento, razón y fin más allá del mundo real: el capitalismo, el positivismo científico, las iglesias cristianas, el patriotismo, el comunismo stalinista etc...
 
Hay que leer de nuevo al viejo Spengler
 
Ya los jóvenes no pueden creer salvo que fueran tontos, y no lo son, que vivimos en una sociedad de oportunidades cuando las élites económicas parten estafándolos desde el primer día que van a la escuela.
Quien puede creer en el patriotismo si a la primera de cambio, cuando se necesitó mano de obra barata se trajo a un millón de inmigrantes, igualmente estafados con el espejismo de un Chile de oportunidades. En el ejército y en carabineros se cometieron los más grandes fraudes al fisco, de qué sirve el paso ganso y los sones marciales?
 
La Iglesia Católica difícilmente puede ser un faro que alumbre el camino.
La revolución chilena no tiene una vanguardia organizada ni un programa político pero sabe muy bien lo que no quiere y a quienes no les cree. Se parece mucho a la revolución francesa. Es posible que estemos presenciando la primera de las revoluciones del siglo 21. El arte siempre va primero que la política, si pueden vayan a ver la película “El Guasón”.

La revolución no tiene vanguardia ni programa ni podía temerlo pues “Dios había muerto” cuando ella nació.