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Maldita primavera: Los suicidios son la cara más oscura de la estación

Para muchos, la primavera es sinónimo de flores, calor, días más largos y alegría, mientras que para otros, significa dolor y sufrimiento; y las cifras lo avalan. Según datos de la Federación Mundial de la Salud Mental, desde el 2000 aproximadamente un millón de personas mueren cada año por suicidio.

Por Teresa Frías K.
 
Antiguamente, dos siglos atrás, la iglesia condenaba a los suicidas, no permitía que fueran enterrados en los cementerios católicos, entre otras cosas, ya que al atentar contra sus vidas se pensaba que se condenaban.
 
En la doctrina católica, los argumentos en contra se basan en el mandamiento “No matarás”, así como en la idea de que la vida es un regalo de Dios que no debe ser desdeñado y que el suicidio va contra el “orden natural” y por lo tanto interfiere con el plan maestro de Dios para el mundo.
 
La primavera sin duda uno de los efectos que tiene en las personas,  es que regula los estados de vigilia, el sueño y el ánimo, así como el apetito. Esto se debe al aumento de horas de luz natural, cambios meteorológicos, aparecen más colores y aromas frescos, además de que se produce más sociabilidad. 
 
Con estos datos podría decirse que las personas tienden a sentirse bien y más optimistas, sin embargo hay quienes presentan algún trastorno depresivo que puede detonarse con estos cambios, lo que puede llevar al suicidio, que en Chile es de 5,6 casos por cada 100 mil habitantes. También, hay presencia de trastornos alimenticios.
 
Una de las razones de que esto suceda, es que quienes se encuentran en un estado depresivo que se arrastra desde la temporada invernal, ven que la felicidad y actividades de otras personas son inalcanzables para ellos, por lo que su estado se ve agravado y puede llevar a la persona a tomar la decisión de suicidarse.
 
Las principales víctimas, son personas que viven con la depresión por genética, los depresivos bipolares, y quienes generalmente arrastran cuadros propios de la enfermedad y  no han sido tratados. Pero los síntomas son básicamente los mismos: aumento de angustia, el sin sentido de la existencia, la baja de la energía corporal, la poca capacidad de disfrutar y los trastornos de sueño.
 
Respecto a esta situación, el sicólogo Ricardo Reyes, comentó a Cambio21 que "el cuerpo se adapta a las distintas estaciones del año, por lo que aparece la depresión en invierno por la falta de luz, pero en la primavera y el verano ocurre un cambio del mundo externo, ya que hay personas que no pueden adaptarse a esto y ven que hay una diferencia en que todo florece menos ellos (en el mundo interno) y esa diferencia empieza con el bajoneo hasta la depresión y puede terminar en un suicidio”.
 
A ello, agregó que “si las depresiones se repiten se está frente a una depresión estival y en ese caso se puede seguir un tratamiento".
 
Del clima y el dolor
 
Por su parte, Claudia Llanos, psiquiatra, señala que los principales factores demográficos para el suicidio, son: ser hombre, soltero (sin pareja), tener un consumo activo de alcohol o drogas. El tener armas también es considerado como otro factor de riesgo para el suicidio, así como una enfermedad terminal o dolor crónico intratable y, enfermedades mentales descompensadas, como por ejemplo una depresión severa o una psicosis no tratada.
 
La especialista expone que la cesantía también es otro de los motivos que pueden incidir en el suicidio. "Estar bajo presiones económicas, desempleado, sin trabajo y con deudas es un factor de riego, es decir, es una persona sin redes de apoyo", menciona.
 
Un factor que también influye en un mayor recrudecimiento en las cifras de suicidios es el tema estacional, que "está relacionado con los cambios de luz, es decir, en los periodos que se pasa al invierno y en la primavera. La luz influye en eso y por eso los países nórdicos tienen altas tasas de suicidios versus los del Caribe, que encuentran un factor protector que es la luz".
 
 
Relacionado con lo mismo, está el Trastorno Afectivo Estacional (TAE). En meses de invierno hay menos horas de luz, lo que causa que personas sufran esta enfermedad que, sin ser evidente, presenta síntomas como trastornos de ánimo y de sueño.
 
Este trastorno es un cuadro depresivo característico de los meses de invierno y está relacionado con una disminución de la luminosidad natural típica de este período del año. Aparentemente se produce por una alteración de la regulación de la melatonina, hormona producida por la glándula pineal y encargada de regular el ciclo sueño-vigilia.
 
Según el doctor Patricio Calderón, psiquiatra de la Universidad Católica,  como el resto de los cuadros depresivos, "es un trastorno más frecuente en mujeres y sus síntomas principales son desánimo, sensación de cansancio, aumento del apetito e irritabilidad. Los síntomas tienden a desaparecer paulatinamente hacia la primavera".
 
Finalmente Llanos comenta que las edades y etapas más expuesta y vulnerables al suicidio son: "en la adolescencia, pensando en una adolescencia complicada, y en los mayores y adultos mayores, cuando están en condiciones de enfermedad terminal, de cesantía, de abandono y de falta de redes familiares".
 
Preocupantes cifras
 
El Director del Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió sobre una alta tasa de suicidio e indicó que las personas en la sociedad pueden hacer mucho para prevenir esta práctica.
 
Shekhar Saxena, afirmó que esa práctica mata a más de 800 mil personas en el mundo cada año y que es la segunda causa de muerte entre las personas de entre 15 y 29 años.
 
El grupo poblacional de 45 y más años fue el que más incidentes registró, después de los jóvenes, con una cifra de 1,401; seguido por 969 casos de 35 a 44 años; 249 de 10 a 14 años y 49 no especificados. El 79.6% de los suicidas fue hombre y el 20.4% mujer.
 
El suicidio se materializa principalmente con pesticidas, ahorcamientos o armas de fuego y más del 75% ocurre en países de bajo y medianos ingresos, donde el estrés conduce a estados depresivos.
 
La OMS considera que esta práctica es prevenible si se aplican medidas efectivas como la restricción del acceso a los medios para ejecutarlos, y si se introducen políticas para controlar el alcoholismo.
 
Asimismo, sugiere la introducción de identificación y tratamiento temprano de suicidas, el adiestramiento de los trabajadores de salud, y el seguimiento y el apoyo de las comunidades a los que han intentado quitarse la vida.