Oh I'm just counting

Posturas: por Jorge Orellana Lavanderos, escritor y maratonista

Esperaba por alguien que finalmente nunca llegó…, cuando me distraje con la conversación de tres amigos, que igual que yo, elongaban en la plaza antes de iniciar un trote, y me entretuve con sus expresiones, aunque en contra de mi espíritu que se encauzaba despreocupado en la deslumbrante mañana, sembraron en mi alma un inquietante desasosiego.
 
De edades distintas y aspecto gentil me pareció que estaban unidos por el digno mundo del trabajo, y parecían estar en armonía, pero…, al tratar la contingencia, toda la moderación que aparentaban, expuso su fragilidad en forma descarnada, y a partir de ahí, afloró la imprecisión de sus intereses y sus distintas posturas ideológicas, cuya defensa, remeció vehemente el opaco letargo en que se desenvolvía el diálogo… Y jugando a adivinar sus apellidos y edades, les comparto lo que oí:    
 
-El origen de la crisis es la izquierda mundial – irrumpió Bórquez (45) ante el semblante atónito de Labrín (55) - pues se niega a aceptar el triunfo del modelo. Si lo hace – se explayó, reconocería - aunque beneficiara a muchos ciudadanos - que su proyecto ha sido estéril y que su discurso ha carecido de sentido.
 
-El fundamento del humanismo de izquierda no está en el mezquino interés de la derecha por generar riqueza – responde Labrín ante el silencio de López (50), porque sus ideas buscan la felicidad de los ciudadanos que se logra sin materialismo y sin consumismo, humanizando al hombre.
-¡Hay hechos objetivos que son irrebatibles! – Insiste Bórquez.
 
-¿Cómo cuáles? – Inquiere López aparentando complicidad con él, que anhela esa pregunta, y mientras la tibia brisa impulsa una hoja que el tórrido verano ha resecado y que crepita disgregada al ser pisada por un corredor que pasa solitario, responde - Con independencia del gobierno que ha tenido, en promedio, Chile se ha enriquecido. ¡Algo indiscutible! – Sentencia el aludido.
- ¡Claro! – Interviene Labrín exasperado y alude a una reflexión de Nicanor: Hay dos panes. Usted se come dos. Yo ninguno. Consumo promedio: un pan por persona. ¡Eso es la desigualdad! -Remata triunfal.
 
-Nadie soslaya la desigualdad del modelo – se entromete López, ni menos la indolencia de ricos y políticos por atenuarla. ¡No está en discusión! Pero bajar la pobreza es un compromiso moral.
-¡Así es querido! – Consigna Bórquez con histrionismo, y abre los brazos al cielo en desafiante y jubilosa mirada a Labrín, que enrojece, como si el muro que contiene la compuerta de su paciencia estuviera a punto de ceder, pero aguanta y replica.
 
- El uno por ciento más rico concentra más de un cuarto de la riqueza. ¡Cobra vigencia la reflexión de Nicanor! – Añade.
- ¡Es verdad que hay diferencias inaceptables! – acepta Bórquez, pero las habrá siempre porque pertenecen al género humano, salvo que tú – ironiza con Labrín – otorgues lo que estimas básico para cada uno y para evitar la rebelión que se producirá, apliques la fuerza ¿Te suena conocido? ¡Para erradicar la pobreza se requiere hacer sacrificios!   
- En materia de prioridad - Aventura López ¡Primero atacar la pobreza y enfrentar luego la desigualdad! En una economía que deambula entre las emociones de los hombres es imprescindible crear riqueza para repartir bienes a la población, procurando hacerlo controlando la indolencia del rico y exigiendo rigor en el compromiso del esfuerzo de todos.   
-¡Salvo que hagas apología de la pobreza! – Bórquez a Labrín, que evoca…
 
Me río al recordar que en mi caso, antes de ir a vivir con mi mujer, reunimos el dinero suficiente para pagar seis meses de adelanto.
-¡Nunca fuimos tan felices como en aquel período! - Prosigue Labrín sumido en la nostalgia. Cuando apareció el dueño, nos miró desconfiado, pero al comprobar que habíamos mejorado el estado de la casa, conmovido, nos instó a cuidarla y se marchó satisfecho.
 
-Debió ser aquel un tiempo grato – Ironiza Bórquez ¡Sin estado de derecho ni propiedad privada! Estoy de acuerdo que: ¡Eso es lo que nos destruye! Atender al amor y vivir en desprolija felicidad, sin la siniestra carga de responsabilidad que se cierne sobre el hombre. ¡Dicha total! Pero… ¡Las demandas que la ciudadanía reclama se satisfacen con dinero! Y aquello no se supera sin crecimiento.  
 
-El crecimiento es lo que propulsa la crisis – Rebate Labrín impreciso. ¡No necesitamos crecer! El sistema impone necesidades en las personas. El capitalismo crea consumismo y eso es nefasto. ¡Cada vez que alguien consume más de lo necesario daña al resto! Cada vez que alguien gana un peso hay otro que lo pierde. Cada uno debe tener lo básico, eso motiva armonía entre los hombres. ¡Y exijo además! – Ataca sobreexcitado, que exista el derecho a protestar en forma pacífica…, Y salen corriendo a un endemoniado ritmo que - aunque intento - no logro sostener, por lo que triste, troto observando las puntas de las hortensias quemadas por el inclemente sol del verano, mientras cavilo acerca de la última expresión que ha quedado flotando. ¿¡Cuándo es pacífica una manifestación!?
 
Tengo una casa con un patio amplio – medito. Si un vecino viene un día y me pide permiso para utilizarlo en la celebración del cumpleaños de un hijo, se lo otorgaría gustoso, pero sería distinto que otro día apareciera y se instalara haciendo ruidos molestos hasta que se le antojara. La marcha o protesta deja de ser pacífica cuando no cuenta con la autorización del propietario del espacio en que se efectúa, porque se conculca el derecho que sobre ese lugar corresponde a su dueño, y no se exime de aquello un espacio público que nos pertenece a todos, condición que debe garantizar la autoridad. Tal vez esta conclusión sea políticamente incorrecta, pero eso no la hace equivocada. Extraño que tan pocos la defiendan.
 
Escucho una voz: No te diré mi nombre ni te mostraré mi rostro. Tengo 37 años, un trabajo estable como diseñador, que a las 6 en punto abandono para integrarme a la primera línea. No conozco a quienes luchan a mi lado, pero estar ahí me llena de un vibrante orgullo porque solo así las demandas sociales serán verdaderamente atendidas. Voy en primera línea porque la policía es la primera barrera a derrotar, ellos son quienes frenan y cuidan a los que roban libremente. ¡Se acabó el espacio para negociar! Es inevitable que pequeños locatarios sufran los desmanes, es parte del costo. ¡Pagan justos por pecadores!  Lo único que me da lata, es que muchos están viniendo a carretear, se sientan en el pasto, toman chelas y fuman caños, y no le toman el peso al profundo sentido de este proceso.
 
Regresan los corredores, me devuelvo con ellos al cruzarnos. Van agitados, veo que la discusión ha escalado.
-¿Cuál es el proyecto que sustenta hoy la izquierda? – Reclama Bórquez.
-Es imperioso resistir hasta que el gobierno caiga, el movimiento supera a las izquierdas o derechas – Responde Labrín.
-¿Y si eso ocurriese, quien gobernaría? – Intercede López
-Algo ajeno al sector político, que está rechazado, algo que surja de una Asamblea Constituyente, algo con respaldo social, algo con fuerza popular. 
 
-¡Estás jugando con fuego! – Señala Bórquez. Porque te aseguro…, insiste - y aunque acelero, el rumor de la calle y el murmullo de los arboles mecidos por un viento extraño, agorero, se traga sus palabras, y en soledad, observo el río imperecedero que no sabe de las angustias que los hombres evitarían si supiéramos interpretar el noble mensaje de sus aguas, y atisbo al cielo en busca de una seña de las nubes, pero no las hay, nos han abandonado, y tal vez ahí se oculta el origen de nuestra desventura.         

¡Nunca la riqueza compró mi felicidad! Cuando con mi mujer fuimos a vivir juntos, buscamos una vivienda en el barrio Bellavista. Nadie arrendaba, cansados de andar, hallamos una casa deshabitada. Me informaron que desde hacía mucho estaba desocupada y que el dueño solía acudir a visitarla. Me armé de valor, rompí el candado y nos instalamos ahí.