Oh I'm just counting

Salud integral: Otro desafío de la labor del profesor en tiempos de crisis. Por Luis Valenzuela C. Decano Facultad de Educación Universidad Católica Silva Henríquez

Ningún programa on line puede omitir reforzar ni ocuparse por la formación de conductas positivas hacia el aprendizaje, autonomía personal y enseñanza de hábitos de higiene, y la salud integral, que debe tener como pilar el desarrollo humano y el derecho a la vida y por sobre todo tener la capacidad hasta el final, de que estamos viviendo una situación que nos sobrepasa. Sin embargo el rol de vocación de servicio y la misión del profesor, debe ser capaz de liderar y sacar adelante el proceso educativo, entre todos y todas, profesores, familia y estudiantes.
“El buen ‘maestro’ era el ‘verdadero maestro’ que ‘se entregaba a su oficio’, demostraba lealtad y recibía una satisfacción personal al servir sin ‘trepidar en el costo”, Hargreaves, 1999.
 
Para la comunidad educativa hoy y en especial para los y las educador@s, debido a las condiciones de distanciamiento social obligado por la pandemia del Covid-19, una de nuestras responsabilidades es velar por la salud integral de tod@s l@s niñ@s y jóvenes.
Una de las preocupaciones fundamentales tiene que ver con la formación de conductas positivas hacia el aprendizaje, autonomía personal y enseñanza de hábitos de higiene, así como de salud mental; que se basa por sobre todo en la emoción, comprensión y la empatía: esta puede convertirse en un concepto utópico ya que ninguno de nosotr@s puede ponerse en el lugar del otr@. Lo único que podemos hacer es estar presentes, acompañar y ayudar.
 
La salud, en todo contexto, se vuelve fundamental. Es por ello que, entre 1944 la Unión Panamericana y la Organización Mundial de la Salud (OMS) definen la salud como ausencia de enfermedades, pensando en que sin dolencias los humanos pueden tener un mayor bienestar físico, psicológico y social. Con el transcurrir de los nuevos acontecimientos y circunstancias socioculturales, grupos de investigadores critican y amplían la concepción de salud aludida. Aparecen las conclusiones de Álvarez, Devis, Peiró, Sánchez, Ramos, López y Frías, entre otros, quien plantean un concepto más amplio de salud que considera al ser humano en su totalidad, proponiendo una “salud holística” que atienda a las variables emocionales y estados espirituales de cada uno. Se asume que toda persona funciona como una integridad con el mundo que lo rodea; la salud se asocia a lo que permite “sentirse bien” en la integridad de quienes piensan, actúan, trabajan y comparten su vida en comunidad. De ahí que es importante distinguir y aceptar la diferencia entre el bienestar y la enfermedad. El enfoque holístico tiene la virtud de atender cuestiones más allá de lo cultural, atinge al desarrollo histórico porque el concepto de salud se va modificando a través del devenir de cada época. Por ende, los factores históricos y culturales tienen un real impacto en el Buen Vivir.
 
Las investigaciones recientes plantean que la preocupación por la salud debe ir más allá de una concepción biologicista, cuyo origen estaría centrado principalmente en la enfermedad como negación o disminución de bienestar. A través de la historia de la salubridad, las enfermedades se han intentado explicar desde lo demoniaco, humoral (griegos), miasmático (siglos XVIII- XIX) y microbiano, explicaciones vinculadas al origen, las causas o a imaginarios que no satisfacen plenamente al entendimiento científico. Entonces, ¿lo que nos pasa ahora, es imaginario?
 
Estas concepciones de enfermedad no estaban asociadas al concepto de salud ya que no constituía una preocupación la precisión de este concepto. En la actualidad, los supuestos para responder qué es la enfermedad, consideran fenómenos fisiológicos, psicológicos, la condición física y dimensiones estéticas y hasta religiosas. No obstante, algunos investigadores siguen sosteniendo que las enfermedades no se pueden explicar solo como ausencia del sano funcionamiento del cuerpo físico, de su dimensión psíquica y emocional: no se pueden omitir los deseos de realización, los estados estáticos y variables del cuerpo humano. Es posible concluir que la salud es un proceso y experiencia vital que permite el máximo desarrollo de capacidades y potencialidades, orientada a la plenitud y autorrealización individual en tanto cada uno(a) es una entidad social con necesidades, emociones e identidad. A pesar de este relato acerca de la salud integral, hoy nos enfrentamos a una pandemia mundial, un problema de salud en el que queda en evidencia la brecha social existente, así como una desigualdad latente de la que ningún país está exento.
Los medios de comunicación traen noticias alarmantes, que provocan miedo, inestabilidad, desconsuelo. Actualmente, la falta de ética y de honestidad ha sobrepasado el propósito de la ciencia y de parte de la comunidad científica, así como de los medios de comunicación masiva.
 
Este escenario nos invita a reencontrarnos a cada un@ de nosotr@s en familia a sonreír con los amig@s, estar cerca, acompañarnos, el saber que tod@s estamos haciendo lo posible por salir adelante sociedad local y mundial.
Este problema afecta a nuestr@s estudiantes, a las familias, a los profesore@s y a toda la comunidad educativa: much@s de sus integrantes lo están pasando mal, hay incertidumbre y desesperación respecto al futuro y ante eso, solo nos queda esperar con tranquilidad, sabiduría y fe de que esto prontamente se solucionará. Por ello resulta fundamental el rol de los profesores en el contexto actual, quienes educan, acogen y median en una sociedad en crisis.
 
La enseñanza moderna de la higiene se preocupa del mejoramiento de la vida del hombre y persigue, por eso, algo más que la asimilación por los educandos de un cúmulo de conocimientos. Su finalidad es lograr que todo individuo se conduzca de manera que resulte provechosa para su salud. De allí que la instrucción y experiencias que contribuyen efectivamente a la formación de buenos hábitos y sanas actitudes, así como a la comprensión de los principios básicos de la higiene, constituyen los elementos deseables de un programa escolar de educación tendiente a promover el bienestar físico y mental de la niñez (Unión Panamericana, 1944, p 1).