Oh I'm just counting

Se fue septiembre, patrimonio de grandezas y miserias morales. Por Luciano Valle, Cientista Político

En un artículo publicado el 13 de agosto, el Profesor y Cientista Político Celso López relata: “… hace 36 años, cerca de las 4 de la mañana una patrulla de la CNI, comandada por el entonces capitán de ejercito Patricio Padilla Villén, compuesta además por los carabineros Rodolfo Aranda Jeréz, Rigoberto Gallardo y por cabo de ejercito Adolfo Camilo, irrumpen en la Parcela 222, sus órdenes no son detener al dueño de casa, a la época Secretario Regional de un clandestino Partido
Socialista, sino que ajusticiarlo.

El grupo agresor ingresa a la casa de Acuña lo acribilla en un clóset, donde el dueño de casa trató de esconderse, luego es depositado en una cama, para finalmente ser envuelto en una colcha y no se sabe si vivo o muerto es dinamitado en la tina del baño. Con posterioridad el grupo saquea la vivienda, sustrayendo valiosos objetos de ella. “

Momentos antes habían baleado en el estómago a su hijo, Roberto Acuña, quien socorrido por sus familiares fue llevado a una Iglesia y luego al hospital de La Serena, intervenido de urgencia “y luego detenido por orden de la fiscalía militar.”

Daniel Acuña a sus 20 años de edad, concurrió a la fundación del Partido Socialista en 1933. Compartió amistad con Salvador Allende y no ocupó cargos durante el gobierno de la Unidad Popular.

En octubre de 1975, funcionarios asesinos de la dictadura, de acuerdo a objetivos políticos claramente diseñados, fueron a Roma y atentaron contra Bernardo Leighton. Lo hirieron de gravedad y su esposa, Ana Fresno, sufrió secuelas fatales producto de los disparos.

Don Bernardo, hombre íntegro y demócrata consecuente constituía un objetivo dada su excepcional cualidad para potenciar el entendimiento y la unidad de las fuerzas democráticas. proscritas y brutalmente
reprimidas.

Con similar saña, crueldad y odio asesinaron a Víctor Diaz, gran comunista y subsecretario General de su partido en la clandestinidad. Del mismo modo, tiempo después, manipularon titulares de prensa para ocultar el crimen de Marta Ugarte, igualmente dirigente comunista.

En otro plano, como respuesta de odio hacia la Iglesia Católica, defensora de los derechos humanos y a objeto de invisibilizar mediáticamente la débil, pero valiente y decidida capacidad de difusión de las protestas del 83, los servicios secretos organizaron las apariciones de la Virgen de Villa Alemana, contando, para vergüenza de esta, con el concurso de la Fuerza Aérea para aportar los efectos visuales de la penosa pantomima. La puesta en escena se realizó en un cerro que
pertenecía a las FF AA.

Todas estas son expresiones de los innúmeros crímenes y aberraciones cometidas durante más de
17 años.

Junto a las efemérides cívicas y patrióticas de septiembre se encuentra el inicio de la página más obscura -comparable al de la reconquista colonial- de la historia de Chile. Se instaló, “con mano ajena” una dictadura de las clases poderosas, que arrebató derechos fundamentales, persiguió, asesino, e impuso sus intereses, en todos los planos, sin escrúpulos ni reparo ético alguno.

La dictadura estableció un dominio total y absoluto en todos los ámbitos de la vida nacional.

Sin embargo, aún con todo el poder en sus manos, con la complicidad y “cobardía moral” del poder judicial, con una prensa servil, no pudieron esgrimir ni acusar a ningún miembro del Gobierno de la Unidad Popular de fraudes, apropiaciones ilícitas, robos o utilización para fines personales o de grupos de dineros de las finanzas públicas. A nadie, a ninguno o ninguna, desde ministros de estado hasta los subdelegados de gobierno existentes en esa época a escala comunal.
El Presidente de Chile pagó con su vida su lealtad al pueblo y no se entregó a los enemigos de la democracia. No hubo vergonzosas y humillantes cuentas secretas en bancos extranjeros depositadas con nombres falsos como las del dictador.

Con todo en sus manos, con sus aberrantes crímenes, de entregas del patrimonio del estado y la nación, de oscurantismo e inmoralidad, con todo ello, no podrán jamás enturbiar la honradez, la consecuencia y compromiso de aquellos hombres y mujeres que sitúan muy alto el sentido del honor y el significado y alcance de los valores y principios.

Son testimonios de vida, no presentación de titulares o de narcisismos identitarios. Son antecedentes de un patrimonio de grandeza digno de atesorar para las nuevas exigencias de la política y de las y los políticos.