La sorpresa de la primera jornada de la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC), cónclave de la ultra derecha anual del trumpismo celebrado al sur de Washington, fueron, en realidad, dos. Por la mañana se anunció la presencia, que no estaba en el programa, de Elon Musk, el hombre más rico del mundo y el más reciente, estrecho y poderoso aliado del presidente estadounidense Donald Trump.
Musk en el escenario de la CPAC, tocado con gorra y tras unas gafas negras de espejo cuya silueta recordaba a una de esas camionetas de líneas rectas de Tesla, empresa de la que es propietario. Y entonces vino la segunda sorpresa. “Traigo un presidente conmigo”, dijo el milmillonario. Ese presidente era el argentino Javier Milei, que apareció con un “regalo” para Musk: una “motosierra”. La “¡motosierra de la burocracia!”, exclamó el dueño de Tesla mientras la enarbolaba.
La motosierra es el icono del Gobierno de Milei que, dice, llegó al poder como un “topo” para destruir desde dentro el Estado. El argentino hizo campaña para la presidencia con una entre las manos y hoy tiene una réplica en su despacho de la Casa Rosada. Cuando recibe alguna visita le gusta que en la foto de rigor aparezca la motosierra en primer plano.
Antes de subir el escenario de la CPAC, Milei se reunió en un salón exclusivo del centro de convenciones con Musk. Entro a paso rápido y al grito, en inglés, de “mi amigo”. Musk se puso las gafas oscuras y lo abrazó. El presidente no podía parar quieto de la emoción. “Te traje un regalo”, le dijo al magnate, y abrió una caja negra que dentro llevaba una motosierra con la inscripción “Viva la libertad carajo”, el grito de guerra del argentino. Musk la mostraría minutos después desde el escenario de la CPAC, como un símbolo que al hombre más rico del mundo también le resulta útil.
Tiene el encargo de Trump de recortar gastos y adelgazar la Administración estadounidense y a esa tarea, cuyas primeras víctimas son las decenas de miles de funcionarios que ya han sido despedidos.