Oh I'm just counting

A 45 años de la clasificación de Chile a un mundial de fútbol sin pena ni menos gloria: enfrentó a una Rusia que no se presentó

El 21 de noviembre de 1973 se vivió quizás uno de los episodios más absurdos que se recuerdan en la historia del fútbol. Un encuentro que nunca se celebró. Un partido fantasma entre Chile y la URSS. Ambos debían disputar en Santiago la vuelta del repechaje para el Mundial de Alemania del 74. Pero los soviéticos nunca llegaron a viajar, alegando cuestiones políticas y de seguridad en plena dictadura militar.

Apenas unos meses antes había estallado el golpe de Estado en Chile. El Estadio Nacional de Santiago había sido utilizado por Pinochet como centro de detención y tortura de opositores al régimen militar.

A pesar de la situación, la FIFA permitió la celebración del encuentro. El máximo organismo del fútbol mundial ordenó saltar a los chilenos al campo, con la ausencia de la URSS, sin rival. Y a modo de ridículo, debían anotar un gol "simbólico" a puerta vacía para sellar la clasificación.

"Fue el show futbolístico más burdo que me tocó vivir. El teatro de lo absurdo", recuerda Carlos Caszely, delantero de la selección por aquel entonces.

 

 

Pinochet asciende al poder

El 11 de septiembre de 1973 estalla el Golpe de Estado en Chile. El gobierno socialista cae derrotado por las Fuerzas Armadas del país. El presidente Salvador Allende muere atrincherado en el Palacio de la Moneda, sede del poder ejecutivo. El General Augusto Pinochet toma el mando del país.

Sólo una semana después del golpe, la selección chilena debía afrontar esos dos partidos claves de la repesca, en medio de una situación de incertidumbre y represión en el país. Primero, Chile visitaría la férrea Unión Soviética, que no permitió la entrada de cámaras ni periodistas al encuentro.

"El recibimiento fue muy frío. No hubo protocolo ni diplomacia para nada", recuerda Leonardo Véliz, otro de los integrantes de aquel conjunto chileno. Pese al clima de tensión, en la antigua Unión Soviética sólo se produjo un pequeño incidente nada más aterrizar. Elías Figueroa y Carlos Caszely, dos de los jugadores más importantes de aquella escuadra, fueron retenidos en el aeropuerto.

"Cuando llegamos a Moscú, a Elías Figueroa y a mí no nos dejaban entrar, porque, supuestamente, no éramos los que estábamos en el pasaporte. Elías en el pasaporte tenía el pelo corto y viajó con el pelo largo. Yo en el mío estaba con bigote y cuando llegué allí no lo tenía. Pero, además de jugarse a cuatro grados bajo cero, no hubo más problemas", recuerda Caszely, que por aquel entonces jugaba en el Espanyol de Barcelona.

El encuentro terminó con empate a cero. Un resultado muy positivo que daba esperanzas a Chile para el encuentro definitivo que debían disputar en casa.
"Hicimos un gran partido en la parte defensiva. Eran los actuales campeones de Europa y rescatamos un empate que era bastante conveniente para la vuelta", recuerda el ex atacante 'perico'.

Chile regresa a casa y espera a su rival para definir cuál de las dos selecciones competiría el próximo año en Alemania. Pero el rival nunca llega. Orden directa del Kremlin. La URSS se niega a viajar y disputar un encuentro en un país convulso y en un escenario de torturas, aún manchado de sangre.

Se estima que más de 40.000 personas pasaron por el Estadio Nacional en aquellos meses en calidad de detenidos. Sus gradas se convirtieron en una improvisada cárcel, y en su interior se torturó y ejecutó a opositores del nuevo régimen. Fueron miles los desaparecidos que pasaron por aquel recinto reconvertido en centro de detención en el barrio de Ñuñoa.

La tarde más triste del fútbol

Chile esperaba noticias de la URSS en Juan Pinto Durán, lugar habitual de concentración. Dos días antes les anuncian que los soviéticos no llegan. Pero la FIFA no suspende el duelo y ordena a 'La Roja' saltar al campo.

"A nosotros nos dio la noticia el presidente de la Federación Chilena de Fútbol, Francisco Fluxá. Viene a la concentración, nos dice que los rusos no vienen, y que, por tanto, estamos clasificados para Alemania. Pero nos dice que la FIFA había ordenado que teníamos que entrar a la cancha, y que teníamos que hacer el gol", recuerda Caszely en conversación con MARCA.com.

"Era una charada. De una falsedad absoluta. Va contra toda filosofía deportiva, la esencia del deporte. Va contra todo eso. Nunca he entendido por qué la FIFA tomó esa determinación", asegura Véliz. "Sentimos una gran emoción de estar en ese lugar de tortura y muerte. Estábamos compungidos, había pesadumbre, angustia. Pero no podíamos hacer otra cosa que defender a nuestro país".

El ambiente en Santiago de Chile no era el idóneo para vivir un encuentro de estas características. Al Estadio Nacional acude muy poca gente. Algunos buscan noticias de algún familiar desaparecido. Apenas 15.000 personas, en un recinto con capacidad para 80.000. Los militares seguían estando en posesión del lugar. Estaban en todas partes: en la galería, en los túneles, en la entrada. Por todo el Estadio.

Entonces, los 11 elegidos saltan al césped y el árbitro da el pitido inicial. Cuatro jugadores chilenos avanzan sin oposición y rival, pasándose el balón entre ellos. Una jugada esperpéntica. Al llegar al área, tal y como habían acordado, es el capitán, Francisco 'Chamaco' Valdés, el que anota a portería vacía. La farsa se termina. Chile disputará el Mundial de Alemania de 1974. Pero no hubo celebración.

"Después del gol, volvimos a saltar a la cancha para disputar un encuentro contra el Santos de Brasil. Para que la gente que había pagado la entrada pudiese disfrutar del espectáculo por el que había pagado. No estábamos ni para jugar contra los brasileños. Perdimos 0-5. Ellos dieron el espectáculo", comenta Véliz.

La Junta Militar decidió jugar en el Estadio Nacional para dar una imagen de normalidad al mundo. La FIFA obvió el horror vivido en el lugar y se mostró condescendiente con el incipiente régimen militar.

"En el fútbol no hay mucha conciencia política. Y entonces nosotros no conocíamos la dimensión de los muertos y de lo que estaba pasando", asegura Véliz. "Nadie se imaginaba que esa situación iba a transformarse en 17 años de dictadura. Éramos futbolistas, sólo queríamos ir a un Mundial. Pero, con el paso del tiempo, uno quizás pudo negarse a jugar en esas condiciones".

Caszely lamenta que el encuentro nunca llegara a decidirse sobre el campo. "Igual que nosotros tuvimos el valor de ir a jugar a Rusia, ellos podrían haber venido a Chile a jugar. Nosotros nunca nos negamos", explicó.

Aquel campeonato del 74 estuvo protagonizado por 'la naranja mecánica' de Johan Cruyff, pese a perder la final ante la Alemania Federal. Chile cayó eliminado en la primera fase.

Aquella ridícula puesta en escena del 21 de noviembre de 1973 pasó a la historia como una de las tardes más tristes en la historia del fútbol, donde el deporte sirvió a intereses partidistas para silenciar la voz de las víctimas.