Hoy en día, el archipiélago alemán de Heligoland, situado solo a unos 50 kilómetros de la costa del país, es un pequeño y pacífico destino turístico que hasta carece de automóviles, ya que están prohibidos por la normativa local, pero su situación estratégica en el mar del Norte y el acontecer histórico lo convirtieron en 1947 en el escenario de un estallido de fuerza infernal.
Ese año, todo el mundo supo de la existencia de Heligoland después de que ingenieros británicos realizaran allí la explosión no nuclear más poderosa de la historia humana.
Antes del 'Big Bang'
El archipiélago consta de dos pequeñas islas donde ahora viven poco más de 1.200 personas, pero su situación de importancia estratégica lo convirtieron en tiempos medievales primero en una base de piratas y, más tarde, en un refugio de contrabandistas.
A principios del siglo XIX, Heligoland fue ocupado por el Reino Unido, después de lo cual se construyó en el lugar un moderno balneario. A finales de siglo, tras el Tratado de Heligoland-Zanzíbar, el archipiélago fue devuelto a Alemania, la cual no tardó en instalar una base militar.
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Durante la Segunda Guerra Mundial, el Ejército alemán construyó allí una extensa red de túneles y búnkeres, así como almacenes de armas y municiones, fortificaciones, puestos de artillería y refugios para submarinos.
Tras la derrota de la Alemania nazi, los aliados decidieron destruir su 'legado' y muchas otras municiones germanas fueron llevadas entonces hasta la isla, convirtiendo a Heligoland en un gigantesco almacén de armas.
El fin de la etapa militar de la isla
Del impresionante arsenal de Helgoland surgió una 'bomba' con una potencia estimada en 6.800 toneladas de trilita. Las fuentes mencionan una suma de 9.000 bombas submarinas, 4.000 ojivas de torpedos y 91.000 granadas de diferentes tamaños.
Y todo ese material explosivo fue detonado por la Marina Real británica el 18 de abril de 1947, generando un característico 'hongo' de humo, ceniza y arena negra de varios kilómetros de altura. La actividad sísmica generada por la explosión se registró a miles de kilómetros del lugar.
El 1 de marzo de 1952, Heligoland fue devuelto a Alemania. Sus antiguos habitantes [que son étnicamente frisones y hablan, junto con el alemán, una variedad distintiva del idioma frisón] comenzaron a regresar a la isla, donde prácticamente no quedaba nada, aparte de los cráteres de las explosiones.
Ahora la zona es de nuevo un centro turístico, y las ruinas de sus fortificaciones atraen no solo a veraneantes, sino también a aficionados a la historia.