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Por Alfredo Peña R.
Era el 29 de junio de 1973, en un día como hoy hace 51 años. Era una fría y gris mañana de invierno en Santiago de Chile cuando un inusual desfile de unos 16 vehículos armados -incluyendo tanques M41 Walker Bulldog-, comenzó a avanzar por las calles del centro de la capital chilena. Su regimiento estaba en la calle Santa Rosa al llegar a Avenida Matta, a unos cinco kilómetros del Palacio de La Moneda, donde hoy hay unos edificios bajos de residencia.
Los tanques se dirigían al palacio presidencial y al ministerio de Defensa cuyo ministro era José Tohá, padre de la actual ministra del Interior Carolina Tohá, ubicado a pocos metros de La Moneda. Tohá fue también ministro del Interior de Allende.
Pasadas las 9 de la mañana, ya instalados en los puntos de destino, los más de 80 soldados que lideraban la ofensiva abrieron fuego, disparando sus metralletas sin clemencia hacia los edificios gubernamentales.
Eran dirigidos el grupo de militares por el comandante del Ejército, Roberto Souper, conocido por sus ideas ultra derechistas, como se supo después de la asonada golpista, que fue apoyada por el grupo civil armado de ultra derecha Patria y Libertad, quiénes se asilaron en la embajada de Ecuador, luego de fallar el intento de golpe.
Se trataba de un intento de golpe militar en contra del gobierno liderado por Salvador Allende, el primer presidente socialista elegido democráticamente en el mundo. Era un "entrenamiento" de lo que pasaría 70 días después en el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973.
El regimiento blindado -integrado en su mayoría por oficiales intermedios y liderado por el teniente coronel Roberto Souper-, se había sublevado y había decidido atacar sin importar las consecuencias y en desobedencia con la planta mayor de las Fuerzas Armadas de Chile.
La subversión era apoyada por civiles de Patria y Libertad, una organización armada de extrema derecha que realizaba acciones de sabotaje en contra del gobierno de la Unidad Popular de Allende.
El camarógrafo que grabó su propia muerte
Pero hubo un hecho que ocurrió el 29 de junio de 1973 cerca de las 11 de la mañana en calle Agustinas, cerca de Morandé a unos 100 metros de La Moneda y que marcó a periodistas y camarógrafos. Ocurrió en el frontis del Banco Central.
Leonardo Henrichsen un destacado camarógrafo argentino que había participado en los primeros rodajes en exteriores, además de acudir al juicio contra Regis Debray en Bolivia luego de la muerte de Ernesto Guevara en 1967 fue asesinado por militares que le dispararon a unos 60 metros con sus pistolas y sus fúsiles. Como que le hacían blanco para dispararle. Era "peligroso" porque grabar para mostrar las brutalidades del Ejército era calficado de peligro.
En Chile Henrichsen, llevaba varios meses trabajando en la corresponsalía de la televisión sueca junto al periodista Jan Sandqvist cuando ese 29 de junio fue ultimado por una patrulla militar que participaba del levantamiento encabezado por el teniente coronel Roberto Souper y que usted lo puede ver en la nota de video, que incluye a este video de TVN.
Las imágenes de Henrichsen esa mañana son recordadas en el mundo entero por haber grabado su propia muerte. Un monolito a ras de piso aún está en el frontis del Banco Central en memoria de Leonardo Henrichsen. Lo inauguró la exalcaldesa de Santiago, Carolina Tohá, hoy ministra del Interior. Y se instauró que este día 29 de junio es el día del camarógrafo en memoria de ese cruel asesinato.
El caos fue total
El intento de golpe fue sin el apoyo de otras ramas de las fuerzas armadas, sólo por esta facción del Ejército. Las personas que trabajaban en el centro de Santiago siguieron con sus actividades normales y sólo alrededor de las 11 de la mañana se fueron todos a sus casas.
El pánico se apoderó de los trabajadores de las áreas circundantes y de todos aquellos que ese día pasaban por el centro de la ciudad. Se podía ver a las multitudes corriendo, intentando refugiarse de los disparos.
Perplejas y sorprendidas las radioemisoras trataban de explicar lo que estaba sucediendo. "Se les pide, ante la situación caótica, abstenerse de venir al centro, mantenerse en sus casas. Estamos viviendo un "clima de guerra", emitió Radio Agricultura, que era un medio furibundo opositor al gobierno de Allende.
Es más, pertenecía como lo es ahora a la Sociedad Nacional de Agricultura, cuyo presidente era Benjamín Matte, integrante de Patria y Libertad y que fue el primero en asilarse junto al abogado Pablo Rodríguez, en la embajada de Ecuador por su responsabilidad y apoyo en la asonada golpista.
El presidente Allende monitoreaba el ataque desde su residencia, ubicada en el oriente de Santiago, en la calle Tomás Moro, a unos 15 kilómetros del palacio presidencial.
"Un sector sedicioso se ha levantado. Es un pequeño grupo de militares facciosos que rompen con la tradición de lealtad", dijo en un discurso transmitido a todo el país.
"Llamo al pueblo, primero, a que tome todas las industrias, todas la empresas, que esté alerta, que se vuelque al centro, pero no para ser victimado. Que el pueblo salga a las calles pero no para ser ametrallado, que lo hagan con prudencia. Con cuantos elementos lo hagan en sus manos. Si llega la hora, armas tendrá el pueblo", agregó.
Mientras tanto, el comandante en Jefe del Ejército, general Carlos Prats, que era ministro del Interior, comenzó a dirigir una contraofensiva para sofocar la rebelión. Meses después fue asesinado por sus propios compañeros de armas, junto a su esposa. Pero esa es otra historia...
A eso de las 10:30 horas, los regimientos leales al gobierno de Allende comenzaron a rodear a los insurrectos. Prats llegó hasta La Moneda donde se reunió con otros militares, entre ellos, su segundo, el leal Augusto Pinochet, quien, vestido con uniforme de combate, casco y armamento, estaba liderando uno de los regimientos que batallaba contra el intento de golpe.
La rebelión terminó siendo controlada al mediodía de ese viernes de 1973.
El teniente coronel Souper se rindió y fue detenido junto a casi la totalidad de los oficiales de su unidad, mientras los líderes del movimiento de extrema derecha Patria y Libertad -entre ellos su máximo dirigente Pablo Rodríguez Grez- se refugiaron en la embajada de Ecuador.
Allende, en tanto, declaró Estado de Emergencia por los siguientes 6 meses.
El ataque -recordado como "Tanquetazo" y dejó un trágico saldo de 22 muertos y 32 heridos, la mayoría de civiles. También a un país tambaleado, sumido en una profunda crisis; con miedo y desconcierto.
El "entrenamiento" para el Golpe
Y es que esta frustrada rebelión dejó en evidencia algo que desvelaba a muchos: se quebró la idea de que en Chile -que tenía un fuerte vínculo con la democracia- las Fuerzas Armadas no intervenían, que eran institucionales y que actuaban unidas y apegadas a la Constitución.
Y lo que es aún más importante: aceleró el sangriento golpe militar que vendría un poco más de dos meses después (11 de septiembre de 1973) y que terminaría con Allende muerto en La Moneda y Augusto Pinochet en el poder.
Para entender por qué se originó el "Tanquetazo", primero hay que repasar lo que estaba pasando en Chile -y el mundo- hace 50 años.
Salvador Allende había asumido la presidencia en 1970, en medio de la Guerra Fría, apoyado por la Unidad Popular, una coalición de partidos de izquierda.
¿Por qué fracasó?
El fracaso del plan se puede explicar a través de distintos elementos pero, sin duda, el más relevante es que en ese momento no había una total cohesión de las Fuerzas Armadas detrás de la idea de derrocar a Allende.
Ese 29 de junio las unidades militares no actuaron unidas y, de hecho, los insurrectos no obtuvieron el apoyo que esperaban.
Por eso es que la sublevación del 29 de junio fue sofocada tan rápidamente por el resto de las Fuerzas Armadas.
Pero, si bien esto tranquilizó a los líderes de la izquierda chilena -que lo interpretaron como un acto de lealtad de los uniformados a su gobierno-, en las aguas subterráneas de las unidades militares se estaba incubando la idea contraria: muchos llegaron al convencimiento de que un golpe militar era realmente necesario.
Habían perdido la confianza en una salida política a la crisis y la tensión en el Ejército fue cada vez mayor.
"Después del Tanquetazo, la minoría que apoyaba el derrocamiento a Allende pasó a ser mayoría. El alto mando se dio cuenta de que ya no dominaba a sus oficiales.
El golpe final del 11 de septiembre
Entre otras cosas, el "Tanquetazo" ayudó a las unidades de inteligencia de las Fuerzas Armadas a medir la capacidad de contraataque de la Unidad Popular ante un eventual golpe militar.
"Los generales se dieron cuenta de que las fuerzas de izquierda no funcionaban como deberían. De hecho, hay un informe de la inteligencia cubana que dice algo así como 'nos extraña, podrían haber atacado los tanques con bombas molotov'. Estaban indignados porque no había habido una reacción real", comenta el historiador Joaquín Fermandois.
"El Tanquetazo les sirvió a los militares para planificar el golpe definitivo del 11 de septiembre. No hay duda en eso", afirma Roberto Thieme, uno de los líderes de esa asonado golpista y que murió hace unos meses.
Thieme afirma que otra de las consecuencias del "Tanquetazo" fue el "fin político" del movimiento Patria y Libertad.
"Fue la muerte del movimiento desde el punto de vista político. Nosotros pensábamos que alguna vez íbamos a llegar al poder con un plan nacionalista popular. Pero el hecho de que las directivas se hayan asilado, creó una imagen de cobardía. El movimiento quedó descabezado, disperso", explica Thieme que posteriormente se transformó en una persona más ligada a las ideas de centro izquierda criticando a la derecha y ultra derecha..
Por otra parte, tras el fracasado derrocamiento también se intensificaron los preparativos de defensa de la izquierda.
"Salieron varios políticos a Europa Oriental a pedir armas. Fidel Castro también había mandado armas. Pero no fue una operación eficaz", señala Fermandois.
74 días después del Tanquetazo, Chile vivió uno de los momentos más dolorosos de su historia política.
El golpe final perpetuado por las Fuerzas Armadas -esta vez totalmente cohesionadas y lideradas por el entonces leal a Allende, Augusto Pinochet- llevó al país a una larga dictadura militar que dejó un saldo de más de tres mil muertos y 38 mil víctimas de crímenes de lesa humanidad, según la Comisión Valech, un organismo creado para esclarecer la identidad de las personas que sufrieron privación de libertad y torturas.