La decisión de Joe Biden de mantener el 31 de agosto como la fecha límite para el repliegue completo de Afganistán significa que Estados Unidos no evacuará a todos los civiles amenazados por haber colaborado con las fuerzas armadas norteamericanas en las dos décadas de misión bélica.
Esto contradice la promesa de Biden el pasado 8 de julio, cuando dijo a esos civiles amenazados en un discurso desde la Casa Blanca: «Hay un hogar para vosotros en EE.UU. si así lo queréis, y estaremos de vuestro lado, tal y como vosotros estuvisteis del nuestro».
Lo cierto es que desde entonces EE.UU. ha extraído de Afganistán a casi 90.000 personas, priorizando a los ciudadanos estadounidenses, pero las organizaciones humanitarias
estiman que hay 300.000 afganos en peligro por haber trabajado para las fuerzas armadas estadounidenses en los pasados 20 años.
La portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, dijo ayer que espera que los talibanes cooperen «y permitan seguir saliendo a aquellos que quieran irse de Afganistán después del 31 de agosto». Los islamistas ya han comenzado a cortar los accesos al aeropuerto y han amenazado con impedir las salidas.
Los últimos datos que facilitó ayer la Casa Blanca son que en un espacio de 24 horas, entre el 24 y el 25 de agosto, 19.000 personas fueron evacuadas del aeropuerto de Kabul en 90 vuelos militares, 42 de ellos operados con aviones de transporte militar pesado C-17 y medio-pesado C-130 estadounidenses y otras 48 aeronaves de países aliados.
Desde el 15 de agosto, cuando los talibanes recobraron el poder, EE.UU. ha evacuado a 82.300 personas en ese puente aéreo. Y desde finales de julio, cuando Biden anunció la fecha límite del 31 de agosto, han salido de Afganistán casi 90.000 personas. El Pentágono estima que sale de Kabul un vuelo con refugiados y peticionarios de asilo cada 39 minutos.
El jefe diplomático de EE.UU., Antony Blinken, aclaró que antes del inicio del repliegue había en Afganistán 6.000 ciudadanos norteamericanos, de los que han sido extraídos ya 4.500. En las pasadas 24 horas EE.UU. había localizado a otros 500 a los que les había dado indicaciones para salir del país. Quedan unos 1.000. Blinken dijo que «algunos puede que elijan no irse, otros tal vez hayan dicho que son americanos, pero no lo son». El secretario afirmó que la situación es volátil, y se revalúa a diario.
Según informó ayer el Pentágono, antes del 31 de agosto prevé haber evacuado de Afganistán a 100.000 personas, combinando ciudadanos estadounidenses y afganos. La organización humanitaria International Rescue Committee asegura, tras analizar las cifras oficiales, que desde 2001 más de 300.000 civiles afganos han ayudado a las fuerzas armadas de EE.UU. y por lo tanto tienen derecho a solicitar un tipo de visado especial como asilados. De momento, 34.500 personas han recibido ese visado y en su mayoría están fuera de Afganistán. Quedan otros 20.000 solicitantes que no han recibido una respuesta. Ahora, si logran salir de su país, deberán esperar una decisión burocrática en un tercer país.
Desde que Biden autorizó el repliegue en mayo, 240.000 afganos han sido desplazados internamente ante el empuje de la guerrilla talibán, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.
Antes había ya dentro de Afganistán 3,5 millones de desplazados internos, una de las mayores cifras del planeta. La mitad de la población del país, estaba necesitada de asistencia humanitaria a principios de 2021, según Acnur.
Según David Milliband, que fue ministro británico de Exteriores entre 2007 y 2010 y que hoy preside la organización International Rescue Committee, «Afganistán se enfrenta a una doble crisis en este momento, una crisis visible, de miles de personas que intentan salir del país desde Kabul, y una crisis invisible de millones de personas en todo el país dependientes de la ayuda humanitaria, que además no podrán salir del país».