Los diputados británicos votarán este miércoles la ley sobre el Brexit, cuyo trámite parlamentario propinó dolorosas derrotas a la primera ministra Theresa May a falta aún de un último paso por a la cámara alta.
Se espera que la Cámara de los Comunes apruebe el proyecto de ley, que incorporará miles de artículos de la legislación de la Unión Europea en el ordenamiento jurídico británico y derogará las leyes británicas sobre la membresía británica en el bloque.
Once miembros del partido conservador de May se unieron a la oposición el mes pasado para aprobar una enmienda asegurándose de que el Parlamento tendrá un “voto significativo” sobre el acuerdo final de Brexit.
Temeroso de otra derrota, el gobierno llegó a un compromiso sobre otra enmienda querida por May que fijaba la fecha y la hora del Brexit: 29 de marzo de 2019, a las 23H00 GMT.
May acordó dar a los parlamentarios el poder para enmendar la definición de ‘día de salida’ si pareciera que las negociaciones no han concluido.
Si se aprueba, el proyecto de ley pasará a la Cámara de los Lores, mayoritariamente proeuropea y, por lo tanto, inclinada a someterlo a un mayor escrutinio.
El veterano conservador diputado Kenneth Clarke, un proeuropeo furibundo, dijo el martes que la Cámara de los Lores podía enmendar el texto, algo poco usual, antes de votarlo.
“La idea de que el proyecto de ley (…) pasará sin problemas por la Cámara de los Lores es una ilusión”, dijo.
“Espero que el otro lugar (los Lores) haga un gran número de cambios”.
“Nuestro corazón sigue abierto”
En el primero de los dos días de debate en los Comunes, el martes, el diputado conservador y líder de la rebelión contra May, Dominic Grieve, planteó inquietudes sobre los planes de no incorporar al ordenamiento jurídico británico la carta de derechos fundamentales de la UE.
“Me parece que posponer este asunto a más adelante y decir ‘no te preocupes, todo irá bien’… transmite un mensaje muy extraño”, dijo.
Entretanto, el gobierno autónomo de Escocia ha pedido reiteradamente que se acepten las enmiendas que presentó para impedir que le resten competencias tras el Brexit.
El Reino Unido y la UE alcanzaron alcanzaron un acuerdo preliminar a finales de 2017 sobre la factura de divorcio que pagará Londres, los derechos de los europeos que viven en el país y viceversa, y el futuro de la frontera irlandesa, abriendo la puerta a la segunda fase de las conversaciones.
Sin embargo, May afronta una tarea difícil al decidir la relación que quiere en el futuro con la UE, dividida entre algunos miembros de su gabinete que desean mantenerse lo más cerca posible del mercado único, y otros que favorecen una ruptura neta.
Los líderes de la Unión Europea abrieron el martes incluso la puerta a que Reino Unido cambie de opinión sobre el Brexitr.
Los comentarios en ese sentido del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, entre otros, influyeron en el debate sobre si los británicos tendrían que votar de nuevo sobre el Brexit.
Uno de los líderes de la campaña a favor de la salida de la UE en el referéndum de junio de 2016, Nigel Farage, puso la cuestión sorprendentemente sobre la mesa, al afirmar que estaba cada vez más abierto a la idea.
“Nuestro corazón sigue abierto a ustedes”, dijo Tusk a los británicos.