Karamanlis ha explicado que considera un “deber” apartarse del cargo, como “un pequeño gesto de respeto” a las personas que han muerto “injustamente”.
En este sentido, ha asumido en primera persona “la responsabilidad de las deficiencias del Estado y el sistema político griego durante años”.
“Cuando algo tan terrible ocurre, no podemos seguir actuando como si nada”, ha dicho, horas después de que los dos trenes, uno de mercancías y otro de pasajeros con unas 350 personas a bordo, chocasen frontalmente cuando circulaban por una misma vía cerca de Larisa.
“Considero que la confianza depositada por los ciudadanos en el sistema político es una parte esencial de la democracia”, añadió el ministro saliente en una nota recogida por medios locales y difundida por Karamanlis tras visitar el lugar de los hechos.
Unos 150 bomberos, con 17 vehículos y 4 grúas trabajan a contrarreloj para intentar salvar la vida de personas atrapadas entre los restos de los convoyes en lo que ha sido el peor accidente ferroviario de la última década en Europa.
El jefe de la estación de ferrocarriles de la ciudad Larissa en Grecia, un hombre de 59 años, fue detenido y acusado por delitos de homicidio involuntario tras la colisión de dos trenes que dejó al menos 36 víctimas mortales tras el accidente.
Según la prensa local, el detenido también está acusado de provocación de lesiones corporales de forma involuntaria, así como de interferencia peligrosa en el tráfico de medios de transporte.