La batalla de Kursk, considerada como la mayor batalla de tanques de la historia, significó el final de la última ofensiva de la Alemania nazi en tierras soviéticas y marcó un punto de inflexión en el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial. Su costo humano y material fue colosal, ya que en este trágico capítulo de la historia cientos de miles de soldados de ambos lados perdieron la vida, mientras que miles de tanques, aviones y piezas de artillería fueron destruidas.