Jara, militante del Partido Comunista desde los 15 años, se encuentra entre los miembros del gabinete mejor valorados, con un 66 por ciento de aprobación en el último sondeo de Cadem.
En poco más de un año, ha concretado dos de las principales promesas de campaña del presidente: la reducción de la jornada laboral de 45 a 40 horas, como recomienda la Organización Internacional del Trabajo (OIT), y un histórico aumento del salario mínimo que, previsiblemente, se votará a fin de mes, para llegar a los 500.000 pesos en julio de 2024, uno de los montos más altos de la región.
No es la primera vez que la ministra ostenta un cargo de Gobierno: durante la segunda Administración de Michelle Bachelet (2014-2018) fue subsecretaria de Previsión Social.
También pasó por el mundo sindical, como dirigente del Servicio de Impuestos Internos (SII), donde trabajó entre 1999 y 2016: "Los cambios se construyen con los movimientos sociales y con la ciudadanía, es parte del sello del Gobierno", enfatizó.
Lo más "complejo", reconoció, ha sido "derribar los prejuicios anticomunistas" instalados en su contra por encabezar la cartera de Trabajo que, desde 1973, año del golpe militar en Chile, nunca más fue encabezada por un comunista.
Sin embargo, sus relaciones tejidas con trabajadores y empresarios durante la etapa como subsecretaria le permitieron "despejar" todas las dudas.
Una de las claves de sus conquistas, que -recalcó- "son colectivas", es su disposición al diálogo abierto con todos los sectores, incluso los considerados antagónicos o los más radicales.
"Estamos disponibles para dialogar con todos, pero -lamentablemente- la extrema derecha se ha opuesto a todas las iniciativas", sostuvo, consciente del protagonismo que el ultraderechista Partido Republicano adquirió tras las elecciones constituyentes del 7 de mayo, cuando se hizo con el control del órgano que redactará la nueva Constitución, con 23 de 51 escaños.