Existe consenso de que el Presidente Piñera no logra entender el malestar social expresado en estas dos semanas -que tiene 85% de apoyo social y donde cerca del 50% del país ha participado en sus diversas manifestaciones de descontento-.
Aún no logra deducir que es un grito ciudadano contra la desigualdad y los abusos y que reclama más justicia, ser escuchados y una redistribución de las oportunidades y sus respuestas siguen siendo las clásicas del gobernante que cree que el malestar social es una pesadilla pasajera que pasará con un nuevo Gabinete o con una agenda social que es más mercado y más privatización. Cree que podrá zafar de esta crisis social con más gasto fiscal, bicicleteando los problemas y tratando de que Parlamento le apruebe una mal llamada agenda social.
“Su agenda social” trae un incremento de las pensiones pero 20% de las pensiones básicas solidarias (600.000 personas) y de otro incremento de $3.000 promedio para 800.000 pensionados de AFPs que tienen una pensión promedio de $150.000 mensuales, pero mantiene vigente el sistema de cuentas individuales o “ráscate con tus propias uñas” que genera estas miserables pensiones y no acoge el llamado de tener un sistema de pensiones solidario, con transferencias intra e intergeneracionales con la nueva cotización previsional, incluso nombra de Ministra del Trabajo a una persona pro AFP’s que rechazado estos cambios que pide la oposición desde que ingresó el proyecto de ley a la Cámara de Diputados el año pasado. Otro proyecto estrella de “su agenda social” es una iniciativa que privatiza la educación parvularia donde a las mujeres trabajadoras que tengan hijos/as pequeñas se les entregará un voucher para que contrate a jardines privados o sea ahora -en medio de la crisis- trata de extender el negocio de la educación al sector de la educación parvularia. En el seguro para enfermedades catastróficas termina favoreciendo a las clínicas privadas mediante -otra vez un seguro-voucher.
La solución para Piñera sigue siendo más mercado, más negocios para los privados -en pensiones, en salud y ahora quiere extenderlo a la educación parvularia- y no revalorizar los derechos de las personas. No entiende que la movilización ciudadana es también contra “la privatización” de servicios sociales básicos.
Esta movilización no es por $30 de alzas tarifarias sino contra una idea de sociedad donde las personas son reducidas a consumidores y el acceso a derechos básicos terminan siendo vouchers para privados. La mayoría quiere mejor salud y pensiones dignas y ante esto reclamo Piñera insiste en el fracasado modelo de la capitalización individual de las AFP’s y de negocios para las clínicas.
Piñera –según la encuesta gubernamental- tiene 79% de desaprobación y sólo un 13% de apoyo y ante esta realidad política él insiste en sus malas propuestas que son rechazadas mayoritariamente por la población.
Ante este rechazo ciudadano Piñera debe asumir la realidad de su orfandad política y social. Además, esta crisis social se traducirá en menor crecimiento económico -este año analistas apuestan a un crecimiento de 2% y para 2020 de 1,5%- con lo cual la situación social se complejizará más.
Lo razonable es que Piñera abandone su voluntarismo de imponer “su agenda privatizadora” como lo hace hasta esta semana y la oposición debiera unirse en torno a propuestas alternativas responsables para encauzar el malestar ciudadano. Se requiere una oposición articulada con un discurso común -donde los individualismos den paso al trabajo en equipo, especialmente en lo programático mostrando al país que hay soluciones solidarias-; especialmente se requiere responsabilidad fiscal ya que solucionar las expectativas requieren nuevos impuestos a los súper ricos, ya sea en relación a su patrimonio inmobiliario como a las utilidades de sus sociedades de inversión, de tal manera de recaudar a los 1% del PIB más para financiar una agenda social de verdad que mejore la salud pública, eleve la calidad de la educación pública, genere un sistema de pensiones más solidario con más aporte fiscal y solidarizando la mayor cotización previsional.
El desafío opositor es mostrar que puede construirse un Chile más justo y menos desigual que el actual. Ojalá que la oposición esté a la altura del desafío.