Oh I'm just counting

El año en que los tribunales vivieron en peligro. Por Ricardo Rincón González, Abogado

Resulta curioso que nadie haga el punto sobre el sistema de nombramientos de ministros del máximo tribunal del país ante la majadera arremetida comunicacional de ser poco menos que un procedimiento viciado.

A tal punto que nadie se atreve a contradecir ello porque le puede traer mala prensa; y por tanto mejor es sumarse a la manada sin reflexión ninguna.

Ahora bien, en qué se basa ese supuesto vicio que se invoca y da por hecho a rajatabla.

¿En que alguien hizo gestiones o intermedió o se auto atribuyó gestiones casi por jactancia y conveniencia?

Sin entrar a la calificación misma de ese supuesto vicio, ¿alguien conoce un sistema que esté libre de el? Dicho eso, ¿qué hace que, por ejemplo, los representantes elegidos por el pueblo, como lo son el presidente de la República y los senadores que representan a todo el territorio nacional, estén incapacitados para proponer y sancionar, respectivamente, tales nombramientos?

Sin ir más lejos, ¿qué hace que el poder judicial no deba intervenir en la preparación de las quinas respectivas que se envían al presidente de la República? ¿Quién o quiénes serían más capaces y más representativos que los señalados para realizar los nombramientos y bajo qué mandato?

Hacerse cargo de los cuestionamientos al actual sistema no puede quedar en la baratela argumentativa de ser malo y poco transparente, sin siquiera señalar qué sistema o procedimiento sería mejor, más transparente y, sobre todo, representativo de la ciudadanía.

Lamentablemente todo indica que de la funa callejera, de la que ya muchos se avergüenzan, estamos pasando a la funa de procedimientos e instituciones simplemente porque no gustan a algunos curiosamente no mayoritarios ni verdaderamente representativos del país. ¿Falta de valentía y pantalones o faldas?

Todo indica que ese es el verdadero problema. Lamentablemente la misma falta de valentía y convicción que faltaron para condenar, por ejemplo, a quienes recibieron con honores en la misma institución que despreciaban - el Congreso - a los de la primera línea y encapuchados incluso. Peligroso antecedente