A 31 años de la recordada campaña del No para el plebiscito de 1988, sin smartphones, sin redes sociales, sin WhatsApp, ésta se convirtió instantáneamente en una de las primeras campañas virales en la historia de la publicidad en Chile.
El impacto que produjeron sus contenidos en la ciudadanía, cuando la realidad de los medios estaba marcada por la censura y la falta de apertura, fue de tal magnitud, que quizás solo la Selección Chilena de fútbol haya generado tantas interacciones entre las personas.
“La mayoría silenciosa” como se le llamaba a la gran clase media, se informaba por medios controlados e ideológicamente favorables al gobierno militar. Sábados Gigantes reinaba en el rating junto al Festival de la 1, regalando dinero y enseres como consuelo a una situación económica en crisis. La cobertura de las protestas de esos años era ínfima. Pero todo eso cambió con la franja política de la campaña del plebiscito.
El tono informal, abierto, humorístico y humano de la franja, llenó un vacío de información que liberó a la gente de sus miedos y culpas. A la mañana siguiente, el tema del día eran los microspots o cuñas de la franja. El jingle “Chile la alegría ya viene” fue un hit. El concepto estaba ahí en un himno de estadio, franco y directo. El boca a boca fue inmediato
La franja del SÍ y el NO es parte de nuestra historia, llena de luces y sombras. Lo que se viralizó en aquellos días fue la idea de que era posible la democracia, a pesar de todo lo vivido, y que era posible reconciliarnos. Un fenómeno sociocultural como nunca existió en la historia de las comunicaciones en Chile y de la publicidad en particular.