El sacerdote jesuita y ex capellán del Hogar de Cristo Pablo Walker consideró que el detalle de la denuncia de abuso de Marcela Aranda contra el fallecido Renato Poblete es más grave que las acusaciones contra Fernando Karadima.
En una entrevista con La Tercera, el religioso enfatizó que "no tengo ninguna razón para dudar" del relato de la teóloga, quien dijo haber sido sometida a violaciones colectivas bajo la mirada de Poblete, y que también la obligó a abortar en tres ocasiones.
"Me parece que los hechos descritos por Marcela Aranda efectivamente son más graves que los de Karadima. Son hechos siniestros, difíciles de nombrar. Yo lo observo con estupefacción y creo que lo que cabe es abordar esto con responsabilidad. No basta la emotividad. Se requiere decir: '¿Quiénes propiciaron esos abusos colectivos? ¿Quiénes estaban ahí? ¿Quiénes sabían de esas situaciones de aborto? ¿Quiénes sabían de una relación en la que se somete a la esclavitud sexual a una joven?'", expresó.
Walker agregó que también es necesario hacer un mea culpa del funcionamiento de la Compañía de Jesús, pues "me pregunto qué tipo de calidad de vida religiosa llevábamos para no ver que una persona estaba haciendo daño y se transformara en un abusador o depredador, si se confirman todos los hechos que han sido denunciados".
Asimismo, reconoció que "hemos sido poco capaces de ponernos en el lugar de la víctima, de ver lo que esa persona ha sufrido. Estamos hablando de una persona que perdió su salud mental, su proyecto de pareja, perdió su fe, perdió su intimidad sexual".
Walker descartó haber sido parte de "un acuerdo social de encubrimiento ni explícito ni implícito", al mismo tiempo que subrayó la importancia de establecer protocolos para que estas acusaciones sean abordadas por la Compañía de Jesús, que ha sido criticada por no reflexionar sobre estos abusos.
"Requerimos una mirada externa que nos refleje los modos de relación que establecimos con niños, adultos o con los mismos jesuitas. Porque no garantizaron estándares de cuidado ni de celeridad para denunciar", insistió.
Uno de los conductos para resolver estos "modos de relación" según Walker sería una revisión de algunas "cosas que venían un poco impuestas desde el Derecho Canónico y que urge remediar".
"No es posible que la ley canónica ordene a un obispo o superior religioso ser pastor y juez al mismo tiempo (...) Da mucho poder, pero, además, no da garantía a las personas que concurrían buscando auxilio. Ahí hay un error. Y hay que repensar cómo se hace para asegurar la imparcialidad y credibilidad", planteó