Oh I'm just counting

Los líderes políticos viejos y jóvenes en situaciones críticas. Por Ricardo Hormazábal, abogado

Para mí es difícil encontrar justificaciones válidas, política y éticamente, para la decisión de la dirigencia del Frente Amplio de negarse a llamar a votar por Alejandro Guillier en la segunda vuelta.

Pero las declaraciones de algunos de sus líderes y, sobre todo, las respuestas de sus votantes que conozco, me hacen abrigar fundadas esperanzas en la victoria.  Comprendo plenamente que  busquen  proteger su creación, una coalición nueva de doce entidades diferentes y respeten las decisiones de los órganos  que se han dado.  Pero los líderes se prueban en momentos duros.
 
El 4 de septiembre de 1970, Radomiro Tomic, candidato DC que llegó tercero,  concurrió a saludar al candidato Salvador Allende que había obtenido la primera mayoría por escasos 36 mil votos, creo , sobre el candidato de la derecha y ex Presidente Jorge Alessandri.  Allende  no era Presidente electo, ya que  cuando ningún candidato obtenía más del 50% de los votos, la Constitución entonces vigente le entregaba esa responsabilidad al Congreso Nacional,  dónde la DC tenía una representación mayoritaria. A las pocas horas, la directiva de la JDC, representando a los  jóvenes que teníamos  “la flecha encendida en el pecho”  a pesar de la derrota, saludaban al candidato Allende. No les gustó a todos los militantes del partido y lo dijeron.
 
Posteriormente Tomic y la JDC participamos activamente en la discusión posterior  del partido y logramos el apoyo de 2/3 de la Junta Nacional para ordenar a sus parlamentarios votar por Allende  en el Congreso Pleno, previa aprobación del denominado  estatuto de garantías democráticas. Incluso un destacado DC, Edmundo Pérez, ex Ministro del Interior de Eduardo Frei Montalva,  propuso ingresar al gobierno ya que sería mejor garantía argumentaba. Rechazamos  esa posibilidad sin necesidad de votar. Ese militante DC, fue  cruelmente asesinado por un grupo de la ultra izquierda,  el 8 de junio de 1971. 
 
En 1970, la mayoría de los que dirigíamos la JDC,  teníamos menos años que la mayoría de los actuales dirigentes jóvenes del Frente Amplio.  Tuvimos sí algunos  privilegios: una sólida formación política,  hecha por líderes adultos admirables y además creo que éramos menos soberbios y más consecuentes que varios de  los actuales, como lo probamos después bajo la dictadura.
 
No eran tiempos tranquilos y la decisión era complicada. El mundo se encontraba en una caliente guerra fría, que se expresaba también en Chile.  Jorge  Alessandri,  presionado por la derecha, cambió su posición expresada en la campaña de elegir en el Congreso al que sacara un voto más, por la oferta de renunciar al cargo de inmediato si la DC votaba por él y, a cambio, la derecha se comprometía a votar por Eduardo Frei Montalva.
 
Pensando sólo en el poder, la oferta era muy tentadora.  Además, la CIA ofrecía mucho dinero a los que siguieran esa receta. Ellos ya habían promovido un golpe de estado, con la derecha,  contra Frei en cctubre de 1969. La DC y Frei Montalva rechazaron traicionar su opción por los cambios democráticos.
 
Para sumar a las Fuerzas Armadas se  asesinó al Comandante en Jefe del Ejército,  General René Schneider. Hay pruebas documentales indesmentibles: Lo hizo la  CIA, usando como sicarios a un grupo armado de derecha, conformado por  pijes con apellidos  muy rimbombantes. Repitieron su conducta criminal,  asesinando al comandante Araya, Edecán  Naval del Presidente Allende, con  el patrocinio de la CIA de nuevo y  con pistoleros derechistas reconocidos.  La dictadura, por supuesto, los indultó.
 
Los parlamentarios de la DC demostraron que eran políticos confiables en  un partido serio. Superaron sus fundadas dudas, rechazaron la tentación de volver al gobierno y los billetes verdes. Por doctrina, por compromiso con los cambios, todos votaron por Allende.  ¿Es este recuerdo un intento propagandístico para un partido o una persona?  No. Ya no milito en la DC y se trata de hechos indesmentibles. Pero, adicionalmente, no  hemos sido los únicos.
 
En 1988, los comunistas  jugaban todavía a  la vía armada,  en la que Pinochet era invencible y  los derrotaba con crueldad.  La cúpula del Partido Comunista  se había  negado a unirse a las fuerzas que nos organizamos para derrotar a Pinochet en su plebiscito, pero sus militantes de base  nos acompañaron y ganamos con el NO. Sin odio y sin violencia.
 
En 1989, la Concertación logra consolidarse, reuniendo a los antiguos adversarios, la DC y la UP, excepto el PC y  otros aliados de facciones del PR y PS que se negaban a romper con el frente armado. Luego de problemas serios,  paradojalmente más grandes en la DC que en las otras fuerzas, Patricio Aylwin se convirtió en el candidato unitario.  Algunos amigos del PS y PR  me decían que preferían otro nombre. Patricio Aylwin  había presidido a la DC el 73 y hecho una declaración justificando el golpe, de la cual se arrepintió públicamente al poco tiempo.  Pero los antiguos UP habían aprendido  del horror que vivieron y de las condiciones del socialismo real, que se desplomó en 1990.  El PC votó por Aylwin y el propio  Fidel Castro me dice,  en un interesante  diálogo que tuvimos en 1990 en La Habana,  que dejará de apoyar con armas a los grupos de izquierda porque entiende que la transición de Aylwin merece respaldo.
 
No cabe duda que Patricio Aylwin fue un hombre de excepción.  El respaldo político que tuvo fue justificado. Me recuerdo que en 1992,  Sergio Onofre Jarpa,  ex Ministro del Interior de Pinochet, Presidente de Renovación Nacional y Senador  proponía extender el mandato del  Presidente Aylwin. El pueblo chileno lloró su muerte, espero  que  sea capaz de honrar uno de sus más importante legados: la unidad social y política de los sectores que privilegian a la clase media y el pueblo, sin odio y sin violencia.
 
El 2005 Soledad Alvear  renunció a su candidatura presidencial y a las pocas horas estaba apoyando a Michelle Bachelet, sin  consultar al Consejo Nacional ni menos esperar una Junta Nacional.
 
¿Les parece a los dirigentes del Frente Amplio que quienes hemos estado activos en tiempos  duros hemos sido todos unos traidores a nuestros ideales  y que nos contaminamos con la corrupción?
 
Me encuentro entre los fuertes críticos de las élites políticas, económicas, religiosas, militares, gremiales, por ello, desde abril de este año, ya no milito en  el partido al que ingresé a los 14 años y en ningún otro. Pero no  acepto ser víctima o espectador.  Marcho, escribo, aporto ideas y me sumo a las opciones con las cuales tengo más coincidencias.
 
Votaré por Alejandro Guillier a pesar  de mis desacuerdos en varias materias y   las vaguedades  que constato. Espero que al llegar al cargo sus virtudes se incrementen y las naturales debilidades  desaparezcan.
 
Me encantaría que los líderes del Frente Amplio  aprendieran educación cívica real,  usaran prácticas democráticas en sus partidos y no  olvidaran de aportar  en temas nacionales. Usar la influencia que el pueblo le ha dado para fines nobles  se hace no sólo en el Congreso,  se hace en cada espacio posible.
 
Conozco y aprecio a varios de sus militantes. Tengo confianza en que sabrán tomar la decisión correcta y nos acompañarán.  Capaz que se escuche de nuevo, con fuerza  una consigna con historia. Las fuerzas de la UP hasta 1969 coreaban la consigna “La izquierda unida jamás será vencida”. Con algo de orgullo, me siento co-creador de un lema  parecido pero distinto. “El pueblo unido jamás será vencido”, fue la respuesta de los jóvenes DC,  que respaldamos a Tomic y su propuesta de unidad social y política del pueblo.
 
Más adelante, la izquierda la expropió pero  no peleamos el título de dominio, porque se logró lo que queríamos: la unidad.