Se acaban las vacaciones y los distintos actores políticos comentan en todas las páginas de la política si el presidente Boric hará el anunciado cambio de gabinete antes de cumplir su primer año de gobierno este 11 de marzo o no.
Es un cambio de gabinete demandado internamente por uno de los actores de la coalición (Socialismo Democrático) que reclama una sub-representación especialmente a nivel de Subsecretarías y Seremías, donde sigue operando una distribución de socios mayoritarios y socios minoritarios.
Pero también se pide -transversalmente- un nuevo Gabinete con más capacidad de gestión y articulación política para una impulsar una agenda mínima de reformas que permitan superar la baja aprobación del gobierno, especialmente en el mundo popular y clase media baja y en los mayores de 45 años donde la aprobación a la gestión presidencial no supera el 22%. Este nuevo equipo debiera enfocarse en resolver los problemas del estancamiento económico, el impacto de la alta inflación -especialmente la de alimentos- con un buen sistema de ayudas sociales a quienes están sufriendo la crisis recesiva de la economía.
Incluso una evaluación medianamente positiva del gobierno en el combate a los incendios forestales no se ha traspasado a mejorar la imagen del Presidente de la República que sigue pegado en una aprobación cercana al 30% desde que se produjo el affaire de los indultos. Pareciera que ese episodio generó una desconexión irreversible entre la ciudadanía, especialmente el mundo popular con el presidente Boric, que recuerda los episodios CAVAL en Bachelet 2 en verano del 2015 y el estallido social de octubre 2019 de Piñera 2, donde se construye un escenario de fuerte caída de la aprobación presidencial y por ende del deterioro de los gobiernos de turno.
La ciudadanía post pandemia busca más certezas para su desarrollo que no las ha encontrado ya hace una década en los sucesivos gobiernos y rápidamente estos gobiernos han quedado en minoría, con poco apoyo parlamentario, sin agendas gubernamentales claras y asediados por estilos duros en las oposiciones respectivas.
Este estado de crispación política ha generado un clima de estancamiento político y económico del país, decepción ciudadana y pérdida de legitimidad de las instituciones democráticas y hoy estamos entrando en las mismas situaciones.
Se requiere recuperar la capacidad de diálogo entre Gobierno y Oposición, construir una agenda mínima de reformas que genere apoyos transversales para reformar el actual sistema de pensiones que apunte a tener mejores pensiones que las actuales, una agenda de. reformas económicas que permita empezar a recuperar la capacidad de crecimiento en el país, un plan de recuperación educativa que apunte a superar el fuerte ausentismo escolar de los años pandémicos; o sea mínimas tareas y desafíos país que superen la actual desconfianza ciudadana hacia el gobierno y las instituciones democráticas.
Eso requiere un mejor elenco de Ministros/as que sean capaces de articular esos diálogos transversales y que acompañen el esfuerzo de los Ministros Marcel, Tohá, Uriarte por sacar adelante al país.
Se hace impostergable cambiar al ministro Giorgio Jackson -que es el ministro peor evaluado en las encuestas- y que además fue incapaz de generar puentes de confianza con el mundo de los partidos políticos, sea de Oposición como de Gobierno. Se requiere un nuevo ministro de Economía más activo, con capacidad de articular medidas que cuenten con apoyos transversales para mejorar la productividad y el potencial de crecimiento de la economía. Ese desafío no ha podido impulsarlo el ministro Nicolás Grau y se requiere alguien que apoye a Marcel en la reactivación de la inversión y la actividad productiva.
La Cancillería requiere un nuevo liderazgo que supere las dificultades que ha mostrado Antonia Urrejola y también cambiar al subsecretario Ahumada colocando en la subsecretaria de relaciones económicas internacionales a un equipo que vuelva a desarrollar políticas de Estado en las Relaciones Internacionales y especialmente en las relaciones comerciales y económicas.
En materias sectoriales se requiere un nuevo Ministro de Educación que se centre en impulsar un Plan de Recuperación de Aprendizajes que busque remediar los años perdidos en materia de aprendizajes y presencialidad escolar. La pandemia generó un retroceso educativo que requiere ser revertido y eso exige un nuevo ministro de Educación con foco en implementar este Plan de Recuperación Educativa y no como el actual que tiene una actitud oscilante y confusa entre darle prioridad al tema de la Alfabetización en Sexualidad y la urgencia de este Plan de Recuperación Educativa.
Hay otros ministerios que juegan un rol clave en una política de reactivación que requieren Ministras con más liderazgo y presencia que los actuales como es el caso de Minería -donde se requiere impulsar una política transversal para aumentar producción del Litio-, donde se requiere implementar los mayores recursos que hay en presupuesto 2023 para fomentar la innovación productiva y las Ciencias y en el sector Cultura donde se necesitan desarrollar políticas transversales y no las agendas sobre ideologizadas de actual ministra.
El país requiere reconstruir la política de los acuerdos transversales para poder salir del actual estancamiento, no se puede seguir con la lógica de la imposición que solo trae una polarización política que nos tiene bloqueados como país hace ya una década. Eso requiere un cambio de gabinete a la brevedad, una redistribución de responsabilidades políticas al interior de un gobierno con 2 almas y una agenda clara de tareas por cada ministerio con foco en resolver los problemas sectoriales.
Eso es realismo político y eso requiere nuevos equipos en los ministerios que como país nos permitan salir del estancamiento y desconfianza instalada en la ciudadanía hace ya varios años.