Oh I'm just counting

¿Mayo 68 o Junio 67? Por Roberto Mayorga Lorca, Prof. Titular Derecho U. de Chile – USACH Director Proiecta, Fundación Desarrolla

¿Fue el tan rememorado Mayo 68, de los 10 millones de franceses en paro, de las barricadas, de la renuncia de De Gaulle, de la impronta parisina por un nuevo mundo, lo que gatilló al movimiento chileno de reforma universitaria de esos años?

Todo indica que no. Durante 1967, esto es, un año antes de aquel afamado Mayo 68, casi todas las universidades de Chile habían sido ya escenario de movimientos reformistas, como lo analiza detalladamente el Profesor Luis Cifuentes en su obra “Movimiento Estudiantil y Reforma Universitaria”, cuyos principales párrafos reproduciremos en este artículo.

El 15 de junio del 67 es ocupada la casa central de la Universidad Católica de Valparaíso (UCV). Al mes siguiente, cientos de estudiantes de la U. de Chile, de la UTE (actual USACH) y de la UC de Santiago viajan a Valparaíso a apoyar a sus compañeros de la UCV. El 10 de agosto del mismo año 67 aparece tomada la casa central de la Católica de Santiago, que acogía a los jóvenes procedentes de los grupos sociales más privilegiados de la sociedad chilena, provocando un escándalo público. El Mercurio acusa a los estudiantes de la UC de estar dirigidos por sectores extremistas, lo que lo estudiantes responden con un gigantesco cartel colocado en el frontis de la universidad que rezaba "Chileno: El Mercurio miente". El 21 de agosto renuncia el rector de la UC Alfredo Silva Santiago, designándose pro rector a Fernando Castillo Velasco que en noviembre asume como Rector.

Un año antes, en el curso de 1966, la FECH había organizado una convención de reforma universitaria y en cuatro cuadernos critica propositivamente docencia, investigación, extensión y gobierno universitario.

El 14 de septiembre del 67 los estudiantes de la UTE ocupan su universidad y se constituye una comisión de reforma con participación de delegados estudiantiles. Proceso similar se genera en la Universidad de Chile, a partir de la Facultad de Filosofía y Educación, y se extiende durante el año 1968 al resto de las universidades del país, eligiéndose con participación estudiantil, entre otros, los rectores Edgardo Enríquez en Concepción, Raúl Allard en la UCV, Enrique Kirberg en la UTE y Edgardo Boeninger en la Chile.

Todos estos movimientos, que estallaron durante el año 1967, venían siendo resultado de un largo proceso histórico que el Profesor Cifuentes analiza en detalle y que culminaron en esa década, en un ambiente generalizado de cuestionamientos y enfrentamientos ideológicos que, no obstante, coincidían en demandar una universidad más participativa y con conciencia social, a la que calificaban como un ente elitista, una burbuja desvinculada de la realidad, una “torre de marfil”, concepto que quedó retratado en otro gran cartel en el frontis de la casa central de la Chile, en el cual, reproduciendo un discurso de Andrés Bello, se señalaba, “Por una Universidad cuyo norte sea Chile y las necesidades de su pueblo”.  

Chile vivía tiempos convulsionados. Existía un anhelo generalizado por una sociedad libre, justa e igualitaria, sin hambre, frío, dolencias e ignorancia, en la que efectivamente se hiciesen carne y hueso los derechos fundamentales de la persona. La política se entendía como una misión y vocación solidaria, para servir a los demás, no al servicio de intereses personales. No obstante, las estrategias eran diferentes, confrontacionales, fundadas en visiones ideológicas dispares. Era difícil acercar posiciones y, justamente, el no lograr conciliarlas, hizo imposible construir una sociedad justa y equitativa, generándose un choque entre la revolución en libertad que propugnaba un sector, con la vía al socialismo que propugnaba otro, agravándose irremediablemente la pugna, cuando grupos extremistas de diferente signo, tomaron la conducción de los hechos y llevaron al país al despeñadero. De esta forma, y no obstante los intentos por profundizar las reformas universitarias orientadas a democratizarla y concederle un sentido social, las buenas intenciones fueron superadas por esas pugnas y, finalmente, esfumadas al intervenirse militarmente las universidades a partir de septiembre del año 73.

Queda claro, entonces, que quienes busquen una relación causal entre los acontecimientos de mayo 68 en París y el movimiento universitario reformista chileno de los años 60 están muy alejados de la realidad.  Sin embargo, de los múltiples artículos que han publicado los medios durante estas semanas relativos a Mayo 68, salvo excepciones, podría desprenderse, erróneamente, que París hubiese sido la inspiración de los estudiantes universitarios en Chile.

Lo anterior no se contradice con el hecho, como lo describe el Profesor Cifuentes, que los sucesos de mayo 68 tuvieron un impacto internacional y se encuadran dentro de una ola de protestas que recorrió el mundo, extendiéndose por Alemania, Suiza, España, México, Estados Unidos, Checoslovaquia e Italia, lo cual confirmaba el antiguo refrán que cuando París estornuda, toda Europa se resfría, pero, asimismo, está claro que en Chile los movimientos estudiantiles habían comenzado antes y que, tal vez, no obstante que nadie lo ha investigado, hayan incluso de alguna manera inspirado a importantes líderes universitarios de Europa.

¿Qué repercusión tuvieron esos acontecimientos? Mucha agua ha pasado bajo los puentes, han transcurrido 50 años y es evidente que se trata de tiempos distintos. La realidad y las personas han cambiado, la revolución informática, la vertiginosa movilidad social y económica y, muy especialmente, el endiosamiento del dinero, han transformado radicalmente la mente y el alma humanos, gestando seres de acendrado individualismo, carentes de conciencia social. Pero sería ingenuo pensar que ello ha afectado a la juventud en general, ya que siempre habrá quienes, con valores e ideales, seguirán soñando con una universidad, “cuyo norte sea Chile y las necesidades de su pueblo”.