La participación de los 12,4 millones de chilenos/as en la elección del 7 de Mayo y su giro hacia la ultraderecha dominó la conversación pública de la semana pasada; en especial, porque si se suman los votos de la ultraderecha y la derecha tradicional suman 56,4% del electorado.
Claramente esta ultraderecha capitalizó la molestia social y este nuevo sentir ciudadano de decepción, abandono y frustración que caracteriza al Chile 2023 post pandemia, especialmente crítico a un gobierno que prometió cambios, pero que “no ha hecho nada”, que reiteradamente se escucha en las comunas de clase media y populares.
Hay algunos analistas que hablan de un comportamiento pendular del electorado, pero existe consenso de que este giro conservador vino de la mano del Voto Obligatorio donde reaparecieron alrededor de 4,0 millones de ciudadanos que no votaban con el voto voluntario, que no participaron de la 2ª vuelta presidencial de diciembre 2021 y que votaron el 7M.
Esta votación trajo 26% de votos nulos y blancos que representan a más de 2,6 millones de electores que no marcaron preferencia y expresaron su molestia por esta vía.
Nuevamente quedó demostrado que las elecciones, especialmente aquellas referidas a procesos constitucionales, sea plebiscito de salida o elección de Consejeros; la gente vota mayoritariamente en relación a la coyuntura política y en especial, expresa su opinión sobre el gobierno de turno.
Es claro que el gobierno Boric es el principal dañado políticamente por este resultado con el giro a la ultraderecha y como señala un importante analista de izquierda “este gobierno se acabó, debe administrar el Estado, hacer mucha gestión, tratar de mantener la estantería y ganar tiempo”.
Requiere -además- buscar acuerdos transversales -negociando con los distintos sectores políticos- para sacar adelante una realista agenda social, avanzar en seguridad y lucha contra los narcos y reactivar la economía.
La semana pasada en la Cámara de Diputados, el Gobierno logró aprobar el salario mínimo otorgando diversas concesiones a los gremios PYMES -que fueron respaldadas por diputados PD,PPD, UDI y RN- y finalmente logró aprobarlo con amplía mayoría y solo el rechazo de la ultraderecha/republicana y en el Senado aprobó el Royalty a la gran minería del cobre -que recaudará 0,35% de PIB- que permitirá crear 3 Fondos de Equidad Territorial e Innovación Productiva concordados con todos los comités de senadores con la excepción de los 2 Senadores republicanos de ultraderecha, lo que le permitió aprobarlo con amplia votación. En ese proceso realista de negociación política en el Parlamento sobre diversas iniciativas legales debe administrar el juego político y mantener la estantería.
Pero la centroizquierda que en 2 listas obtuvo el 37% de la votación el 7 de Mayo, debe rápidamente ponerse a trabajar en un pacto electoral que permita enfrentar unidos las elecciones municipales y regionales con la perspectiva que deberá competir contra una ultraderecha que ha crecido electoralmente y que se coordinará con la derecha tradicional para recuperar el control de municipios emblemáticos como Santiago, Maipú, Coquimbo, Viña del Mar, Valparaíso, Concepción, Valdivia y ganar las elecciones regionales que en mayo 2021 perdió -con la excepción de Araucanía-.
En octubre de 2024 sabremos si el giro a la ultraderecha se mantuvo, pero para que ese escenario no sea catastrófico para el mundo democrático debiera ir apoyando a un solo candidato a Alcalde o Alcaldesa, lo mismo a Gobernador Regional como en una sola lista de Concejales y CORES.
Esa elección anticipará la tendencia de las elecciones presidenciales y parlamentarias de 2025 y claramente el mundo progresista debe prepararse para complejos procesos electorales, especialmente a nivel de comunas populares y de clases medias donde la votación de ultraderecha y derecha tradicional se acerca más al 60% -superando el promedio nacional- producto de que la prioridad de la lucha contra la delincuencia, dar seguridad y controlar la inmigración ilegal tiene un fuerte impacto en esos sectores sociales y que explican el triunfo de la ultraderecha el 7M.
Estos meses mediante la visibilidad de los resultados de una mejor gestión local y regional pueden revertir este avance ultra conservador, pero eso requerirá que se avance rápido en el Pacto Electoral y en una narrativa de los actores políticos que coloque el foco dar seguridad a la ciudadanía y en implementar políticas que mejoren la vida cotidiana de los electores.
Esto obliga a una fuerte autocrítica a los actuales actores políticos, a reconocer sus errores en los últimos años y a buscar una sintonía con ese electorado molesto y desconfiado de las instituciones democráticas que desde el año pasado ha estado prefiriendo un voto castigo y disidente en las elecciones.
No será fácil recuperar la representación de las mayorías ciudadanas para el mundo progresista porque debe capturar una masiva votación en un Chile que pareciera estar buscando más certezas y seguridades más que las reformas que propone la agenda progresista.
Representar el sentir masivo de las clases populares y sectores medios se convierte en una tarea urgente para el mundo democrático fuertemente derrotado este 7 de mayo.