Sin moverse ha crecido en las encuestas, pero insiste en buscar un protagonismo innecesario. Por lo mismo, ¿no será mejor guardar silencio y dejar la soberbia en la casa? ¡Imposible! Por Guillermo Arellano
Piñera enemigo de Piñera a dos meses de la elección
Así como están las cosas, el abanderado presidencial de la derecha, Sebastián Piñera, obtiene el primer lugar en la primera vuelta del 19 de noviembre con más del 40% y tiene grandes posibilidades de ganar la segunda vuelta de diciembre, incluso con peores cifras que en 2009.
Los únicos que podrían amagar su retorno a La Moneda están en la izquierda: el Frente Amplio, si aporta los votos de Beatriz Sánchez a la postulación de Alejandro Guillier en el balotaje y el eje PR-PS-PPD-PC, que debería hacer lo mismo si es Sánchez la que da el golpe.
El problema es que los muchachos del FA ya tienen decidido no apoyar a la Nueva Mayoría, sea con Guillier o Carolina Goic (DC) a la cabeza, porque su proyecto político no incluye llegar a acuerdos con lo que fue la Concertación más el PC. De hecho, llevan candidatos en todos los distritos donde los comunistas tienen diputados en ejercicio.
Con este escenario, Piñera debiera respirar más o menos tranquilo. Las huestes de Chile Vamos se unieron en torno a una sola lista parlamentaria; Manuel José Ossandón, que lo trató pésimo en la primaria del sector antes de volver a RN, ahora le juró trabajo en conjunto, y las divisiones del gobierno lo único que han hecho es facilitarle la tarea en su rol opositor.
Pero no. El peor enemigo de Piñera es él mismo. Sin moverse ha crecido en las encuestas, pero insiste en buscar un protagonismo innecesario. ¿Qué es eso de que quiere presentar una reforma constitucional que consagre la reelección inmediata del primer mandatario? ¿Para qué contar chistes que de verdad no hacen gracia y que lo único que provocan son troleos? ¿Alguien le ha dicho que vetar a sus rivales con menos puntuación (Kast, ME-O, Navarro y Artés) de los debates televisivos lo dejan como fáctico, débil y soberbio?
Si hasta las famosas “Piñericosas” aparecen hoy como fingidas y forzadas. Los chascarros de la campaña electoral de 2009 o los inmortales “tusunami”, “marepoto” y “cubrido” tenían eso de la espontaneidad que al menos lograba esbozar una sonrisa. Ni hablar de las pichangas futboleras en las que pisaba la pelota y rodaba por el piso. Pan comido para el rating.
En tiempos de crisis de credibilidad y confianza, Piñera aparece superando en este mismo ítem a sus contrincantes directos, según la última encuesta del CEP. Por lo mismo, ¿no será mejor guardar silencio y dejar la soberbia en la casa?
¡Imposible! Si bien optó por no asistir al acto de conmemoración del 11 de septiembre, lo que podría rotularse como un acierto para no pronunciar alguna cuña o frase no deseada, lo que veremos en los próximos días y semanas será el eterno desfile del candidato omnipresente y agotador, pero de lo inútil y de lo obvio.
Se sabe que el empresario lucha día a día contra sus impulsos y eso que una vez el diputado Pepe Auth llamó “incontinencia bursátil” a la hora de manejar sus negocios.
Lo triste para sus oponentes es que dependen de los errores de Piñera. La doctrina del “antipiñerismo” que proclaman como forma de lucha no está dando resultados y en materia de propuestas la sorpresa y la creatividad brillan por su ausencia.
Tal como lo escribieron los cientistas políticos Claudio Fuentes y Alfredo Joignant hace algunos días: es el “desgano la fuerza que moviliza a votar por Piñera”.