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Exclusivo: Heraldo Muñoz, presidente del PPD a Cambio21: “No habrá pacto ni acuerdo nacional, es un diálogo por la emergencia”

Por María Cristina Prudant
 
El presidente del Partido por la Democracia, Heraldo Muñoz habla con mucha preocupación por lo que está pasando en el país. A su juicio la gente no solo tiene miedo a contagiarse sino que también al hambre.
Su convencimiento es que mientras el gobierno escuche a quienes han hecho propuestas reales para ayudar a solucionar los problemas y no ponga por encima “réditos comunicacionales de corto plazo” las cosas pueden resultar.
 
¿Cómo definiría usted el manejo del gobierno de la crisis sanitaria?
Ha sido un manejo errático. Primero nos dijeron que estaban preparados para enfrentar la pandemia, y después escuchamos declaraciones de que no estaban preparados; se nos dijo que estábamos en una meseta y que entraríamos a una “nueva normalidad” con “retorno seguro”; que en mayo los estudiantes volvían a clases; que se podían abrir los malls y que uno ya podía ir por un café, una cerveza o una empanada en lugares públicos. Y después preguntan ¿por qué mucha gente no respeta las cuarentenas? Y la respuesta es porque la autoridad dio señales erradas producto de un mal diagnóstico y tratamiento de la pandemia, a diferencia de otros países. Hoy tenemos a más de mil fallecidos y más de 100 mil contagiados, uno de los países con más contagiados en el mundo por millón de habitantes. La estrategia del ministro Mañalich, ha fracasado rotundamente. Se negó a dictar cuarentenas estrictas y amplias desde un principio, se opuso al cierre de los malls y las escuelas, se peleó con los alcaldes y, lo peor, no hizo lo que han hecho los países exitosos: testear masivamente, rastrear a los contactos de los infectados, y aislar en residencias sanitarias a los contagiados. Eso es lo que han recomendado nuestros expertos, y lo que hizo, por ejemplo, Nueva Zelandia que testeó mucho más que Chile, rastreó y aisló, y ya tiene controlado el virus. Recién ahora se habla de usar a funcionarios públicos y municipales, no solo de salud, sino de otras áreas, para llamar y ubicar a los contactos de infectados para hacerles el examen PCR, y aislar a los Covid positivos, en residencias sanitarias que hasta hace un mes estaban subutilizadas. Mañalich perdió la confianza ciudadana.
¿Le parece adecuada la forma de solucionar el problema de la falta de empleo y por ende de recursos de la población más vulnerable?
Como era previsible frente a esta pandemia, tenemos las cifras más altas de desempleo de la última década. La Ley de Protección al Empleo no ha ayudado como correspondería a los trabajadores. Y los bonos aprobados se quedan cortos frente a las necesidades de las familias de los trabajadores informales, de los sectores más vulnerables y la clase media. La billetera fiscal se debe abrir más.
 
Ahorramos durante muchos años en un fondo soberano de cerca de 12 mil millones de dólares que ahora debe ser utilizado para ayudar a las familias, a las Pymes, proteger los empleos y luego para reactivar la economía frente al frenazo que estamos teniendo y que durará por un tiempo largo. Además, Chile tiene espacio para endeudarse más a tasas muy convenientes, lo cual otros países están imposibilitados de hacer. Ya llegará el tiempo de reponer los equilibrios fiscales, pero ahora es el momento de gastar para proteger a la gente en un momento de desesperación y miedo al hambre.
 
¿Qué podría opinar respecto al bono covid-19, la asignación familiar de emergencia, la caja de mercadería?
Los montos y el alcance del Bono Covid y del Ingreso Familiar de Emergencia han sido insuficientes. En el caso de este último además es decreciente durante los tres meses de duración. Y otro problema es que sectores de clase media, especialmente trabajadores informales, quedan fuera porque están sobre el 60% de vulnerabilidad del Registro Social de Hogares. Y la llegada de estos recursos a los beneficiarios ha sido demasiado lenta. En cuanto a las cajas, ya sabemos que son un alivio temporal y cuyo anuncio sin preparación de la logística de entrega catalizó protestas en los recintos municipales y en las calles, como ocurrió con El Bosque y La Pintana. El traspaso de recursos directos a las familias es una opción mucho mejor, además de otros instrumentos como el depósito mensual de montos en tarjetas debito de beneficiarios de sectores vulnerables para la adquisición de alimentos en el comercio local.
 
¿Qué balance hace usted respecto al proyecto Fogape crédito covid-19 que en principio era la solución para las pymes sin embargo las que más han aprovechado son las empresas medianas y grandes?
Como se temía los bancos han privilegiado a sus clientes habituales, a quienes tienen mejor solvencia, y, por tanto, ha habido mucha queja de las Minipymes que los requisitos bancarios son demasiado exigentes y dificultan el acceso al crédito. Se habla de que a las grandes empresas también se les debe rescatar, pero, en mi opinión, hay que rescatar a las empresas de importancia sistémica y no necesariamente a las grandes; es decir, habrá que considerar el rescate de las empresas que generan empleo y tienen proveedores que dependen de ellas, siempre y cuando el Estado recupere lo invertido. El Estado debe colocarse más urgentemente con las Pymes, para que, pasada esta crisis, puedan retomar su actividad y volver a dar empleo.
¿Es posible que el gobierno se guarde los recursos y esté entregando a cuentagotas los beneficios para la gente. Todavía no sabemos de una solución para los independientes?
La entrega de ayuda por cuentagotas no funciona. Es gastar poco ahora para terminar gastando mucho más mañana, porque como el esfuerzo inicial no fue suficiente para que la gente respetara la cuarentena, se produce un mayor contagio, con el correspondiente daño económico. Otros países han gastado 20% y mucho mas de su PIB para enfrentar la pandemia y sus efectos sociales y económicos. Y como usted dice, no hay una solución todavía para los independientes. Es más, le dijimos al Gobierno en la reunión que tuvimos virtualmente con los ministros del Interior y Hacienda, junto a otros presidentes de partido, que es necesario recuperar la propuesta de la renta básica de emergencia sobre la línea de la pobreza, porque 65 mil pesos decrecientes no alcanzan para sobrevivir el mes.
¿Usted es partidario de un impuesto a los súper ricos?
Creo que quienes ganan más, deben pagar más impuestos. Sin embargo, prefiero que esos planteamientos sean colegiados con todo el resto de la oposición y no que sean solo anuncios por la prensa. Soy partidario de la justicia tributaria que debe sustentar cualquier eventual Pacto Económico y Social de largo plazo. Pero hoy la prioridad es la emergencia.
 
¿Usted cree que el gobierno ha tratado de igualar las vidas humanas con la economía, obviamente protegiendo a los empresarios?
No lo creo. Tiendo a pensar en la buena fe del ministro de Salud y del Gobierno en las estrategias impulsadas, aunque hayan sido erradas, por la obstinación del Gobierno de no escuchar a los expertos, a la oposición y a sus propios partidarios, priorizando los réditos comunicacionales de corto plazo. Por lo demás, el dilema entre salud y economía es falso. No se trata de optar entre la vida humana y la actividad productiva para vivir. El punto es cuando salir del confinamiento para retomar la actividad económica para no retroceder como ya ha ocurrido.
 
En su opinión ¿el gobierno desconoce lo que el pueblo necesita y no da respuestas igual como ocurrió con el estallido social y ahora se repite en la crisis sanitaria?
Por cierto, ambas crisis son sustancialmente distintas. La de octubre nació como una respuesta a los abusos del sistema. Es decir, la gente se cansó de los abusos, la desigualdad, la inequidad. Y uno de los resultados de este estallido social fue iniciar el proceso constituyente, para una nueva Constitución, porque la ciudadanía, exigió este debate, porque ve en él una oportunidad para terminar con un Estado subsidiario, como ocurre actualmente, y concordar una Carta Fundamental que nos represente a todos.
 
Lo de ahora es otro un reto global, que va al fondo de la relación entre el ser humano y la naturaleza. De un día para otro la gente no pudo trabajar, no pudo generar ingresos, no pudo echar andar su negocio. Entonces la crisis no solo ha dejado en evidencia de la desigualdad y la demanda de cambios enarboladas en Plaza Italia, sino que hoy la gente está angustiada porque no sabe cómo va a llegar a fin de mes, cómo va a alimentar a sus hijos. Hay miedo no solo al contagio, sino que miedo al hambre.
Yo espero que estas dos crisis nos lleven a una discusión sobre un Estado de bienestar, acerca de una nueva estrategia de desarrollo porque el modelo neoliberal de Chile fracasó, y se requiere una estrategia que asegure derechos, que reduzca la desigualdad, que genere crecimiento y sea ecológicamente sustentable. Porque vendrán nuevas pandemias y la próxima ya se asoma hace rato, que es el cambio climático con su expresión más clara en la sequía de una década que llevamos.
Estamos en un momento crucial para la democracia
 
¿Está latente el estallido social y será peor cuando pase la pandemia?
Está latente la necesidad de cambios. Si volverán las protestas, o la violencia, no lo sabemos. Cuando miro las protestas masivas contra el racismo en EE. UU., con toques de queda en varias ciudades, me da la impresión de que estamos en un momento crucial para la democracia. Hay una demanda insatisfecha de una democracia que responda a la gente que debemos retomar con el proceso constituyente y con discusiones pendientes, como una reforma profunda al sistema de pensiones. Hoy los esfuerzos están en salir de esta crisis y enfrentar la pandemia, pero nadie ha olvidado lo que vivimos desde octubre del año pasado.
 
Piñera llamó a un gran acuerdo nacional. ¿La oposición va a adherir a ese pacto a pesar de las malas experiencias que han tenido con la derecha?
No habrá pacto ni un acuerdo nacional. Lo que hemos decidido es ir a un diálogo por la emergencia, acotado a la protección social, la reactivación económica y el marco fiscal. Yo no he ido por el gobierno, sino por la gente, a proponer acciones en favor de los más vulnerables y la clase media. No nos podíamos restar al llamado al diálogo en medio de una emergencia cuando tenemos casi mil muertos y cerca de 100 mil contagiados. Resultará en la medida que el presidente escuche. Ya mostramos buena voluntad en el pasado, en medio de la crisis social, fuimos a La Moneda a decirle lo que pensábamos, en un ánimo crítico pero constructivo. Pero el presidente no escuchó y las consecuencias ya las hemos vivido.
Se buscará un acuerdo pre-legislativo sobre estas materias urgentes, para consideración del Congreso. Y funcionará en la medida que no sea un diálogo de sordos, porque la gente pasa hambre y se muere en los hospitales.