Por Mario López M.
No es habitual que, fuera de protocolo o fechas importantes para la República, los integrantes de la Corte Suprema y el Presidente de la República se reunan. Menos en privado.
Todavía menos ocurrente es que se inmiscuya un Poder del Estado en las materias que la Constitución y la Ley, les reservan de manera exclusiva al otro.
Sin embargo, eso pareciera no contar para Sebastián Piñera, que hace un par de días se reunió en el Palacio de La Moneda con la mayoría de los integrantes del Tribunal Superior de Justicia. La reunión, ya inusual, dio paso a un momento insólito e impropio, como consecuencia de una imprudencia presidencial: en medio de la reunión, les llamó la atención y pidió explicaciones, por los fallos de ese tribunal que han acogido demandas para que se le cubran tratamientos costosos a personas afectadas por extrañas enfermedades no cubiertas por la Ley Ricarte Soto.
El comentario del Mandatario, dejó perplejos a los ministros de la Suprema y generó un ambiente incómodo que no pudo despejarse, señalan fuentes cercanas a tribunales a nuestro medio.
De pronto Piñera interrumpió las conversaciones e increpó a los ministros del Poder Judicial allí presentes: qué pasa con sus fallos en materias relativas a la salud, les preguntó en un tono poco convencional y menos agradable, qué pasa con las personas sin curabilidad para sus enfermedades o que sufren extrañas patologías, cuestionó. Por qué las tiene que pagar el Estado, dijo, esperando una respuesta que no obtuvo.
Ante ello les dijo, molesto: "Pretenden quebrar al Estado". De ahí en adelante, la reunión continuó en un tenso ambiente, reconocen.
Uno de los últimos fallos de la Corte Suprema ordenó financiar el medicamento para un mal poco común, pese a no estar incluido en la Ley Ricarte Soto: el Tribunal estimó que "el derecho a la vida y la integridad física prevalecen sobre las restricciones presupuestarias".
No deja de llamar la atención que un Poder del Estado pretenda inmiscuirse, contrariando la Constitución, en las decisiones y ámbitos de competencia de otro.
Pero más delo legal, llama la atención la indolencia de negarles atención a personas enfermas y sí se den el lujo de gastar 14 millones en un almuerzo para los ministros del Gabinete, incluido Piñera, o comprarles costosos autos eléctricos, o bien adquirir una suntuaria televisión para la casa de veraneo de Cerro Castillo o bien sillones millonarios para el ministro del Interior.
Qué decir de los sueldos altísimos que se le pagan a decenas de familiares del propio Presidente y de algunos de sus ministros y colaboradores más cercanos, como los más de 10 millones que se le pagaban mensualmente a la hija de su socio como encargada de negocios en Nueva York, pese a no tener ninguna preparación al efecto, por lo que debió renunciar.
Imprudencia frente a la Corte Suprema e indolencia, frente a los enfermos.
Foto de la Presidencia de la República que da cuenta de la reunión sostenida este jueves en el Palacio de La Moneda.