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Senador Jorge Pizarro. “El Gobierno está sin conducción: es muy delicado para el país”

Por   Gabriel Angulo González

En esta entrevista el senador manifestó una postura crítica respecto del rol de la DC: “Yo, francamente, he sostenido que la estrategia de la DC ha sido errada absolutamente. Nadie entiende en qué es lo que está la DC. La gente no sabe decir si es un partido de Gobierno o de oposición. Los acuerdos que se buscaron y se hicieron, desde la conducción del partido directamente con el Gobierno, significaron pagar un costo social y de prioridad muy alto”.


Conversamos con el senador de la Democracia Cristiana por la Región de Coquimbo, quien hizo un balance del 2019 en materia legislativa, política y crisis social, que partió el 18-O. También anticipó su mirada optimista de lo que espera de este año 2020 y analizó el rol que ha jugado la falange durante los últimos meses. 

Fue presidente de la DC, entre los años 2015 y 2016. Con larga trayectoria política y miembro de la falange desde joven, su visión optimista acerca de que Chile superará la crisis, no cambia. Siempre y cuando – dice- se logren grandes acuerdos en cambios prioritarios que la sociedad requiere.

El ex diputado, ovallino de nacimiento, y actual senador, Jorge Pizarro, dio un espacio de su agenda para conceder esta entrevista.

¿Cuál es el balance que hace del 2019 en términos políticos, legislativo y la crisis social que surgió en Chile el 18 de octubre?
El 2019 es un año en que el Gobierno del Presidente, Piñera, insistió en implementar una propuesta, que claramente iba en contra de lo que estaba sucediendo en la vida diaria de los chilenos. Con una visión marcada por el crecimiento, por la inversión. Es decir, una mirada marcada por la economía, en contra de lo que veníamos manifestando desde nuestra campaña, de la necesidad de colocar los énfasis en lo social y enfrentar los grandes desafíos que el país tenía pendiente, en materia de salud, de pensiones, de educación pública, de garantía para las personas, en fin. Todo esto se ha manifestado con mucha fuerza a partir del 18 de octubre de 2019.

Hay un antes y después de esa fecha del estallido social…
Es evidente que a partir de entonces se genera un cambio obligado de la agenda política y también un cambio en enfoque social, desde la ciudadanía, que el actual Gobierno no ha querido enfrentar.

¿Al Gobierno le ha faltado conducción, a partir de la crisis?
El Gobierno está sin conducción, es lo más delicado para el país. Cada día se demuestra que la agenda que ellos han tratado de implementar, de manera improvisada, no calza con la realidad, pero quiero decir con franqueza que, así como el Gobierno perdió un año, también las fuerzas políticas, sobretodo de la oposición, perdieron ese mismo año, dado que no fuimos capaces de sintonizar con la necesidad de presentar una unidad, desde las fuerzas opositoras, para ir teniendo una alternativa real al Gobierno de derecha. Más bien lo que hubo fueron intentos individuales de cada partido por imponer sus criterios o generar improntas que pudieran ser respaldadas por la ciudadanía.

¿Es un fracaso de la clase política en su conjunto?
El fracaso de todas las fuerzas políticas ha sido total. Eso se demuestra con el movimiento del 18-O, porque la ciudadanía no obedece a ningún padrón o ninguna conducción, ni política, ni gremial, ni de organizaciones específicas. Esto ha sido la expontaneidad y la expresión que se ha ido imponiendo en las calles.

Proceso constituyente

Sin embargo, ¿Usted valora el acuerdo histórico alcanzado por clase política para una nueva constitución? 
Ante la incapacidad de las fuerzas políticas de buscar caminos de solución, el Congreso y, fundamentalmente, el Senado, fue capaz de construir un acuerdo que obligó al Gobierno y a los partidos ponerse detrás de un cronograma de salida institucional ante la grave crisis que estábamos viviendo. Y eso me parece positivo. Porque, por un lado, fija hitos respecto de los cuales se van tomando decisiones para poder construir una nueva constitución. Y ahí es donde hay que trabajar de manera integral, al menos, en unas cuatro prioridades absolutas. Una, es la agenda social, otra el tema de las pensiones, el empleo, la salud, la educación, acceso a servicios básicos, entre otros, que no pueden seguir esperando.

La nueva constitución, por sí sola, no resuelve los problemas sociales…
Lo que importa de una nueva constitución, es que el marco jurídico e institucional, que implica sea capaz de cobijarnos a todos y que nuestros derechos mínimos estén garantizados. Esto, es un gran avance, porque la legitimidad de la definición de ese marco o “Casa común”, como decíamos los demócratas cristianos, es lo que importa. Ya nadie podrá reclamar que no ha participado, que no se ha involucrado en un proceso de construcción de una nueva constitución con participación de todos los sectores y actores, con elementos de representación que nos han parecido que dan más legitimidad, a quienes vayan a plantear una propuesta de nueva Constitución, porque esa legitimidad le va a dar sustento después más permanente a ese proyecto, que sea bueno y positivo para todos.

Pero hay sectores de la derecha que llaman a votar en contra de la nueva constitución. 
Hay gente que está planteando esto como una campaña del terror, como la del plebiscito de 1988. Eso me parece un error. Por el contrario, lo que se va a generar son mayores certezas, porque tendrá una legitimidad de origen, que la Constitución actual no la tiene. Para aquellos que solo se fijan en aspectos económicos, les quiero decir que para la estabilidad social y política del país es fundamental este proceso constituyente, porque paralelamente va haber renovación de autoridades locales y por primera vez vamos a elegir gobernadores; al año siguiente ya estaremos votando por un nuevo ejecutivo y nuevo Congreso, de manera que los tiempos van a ir ayudando a que el proceso de cambio, que se está viviendo en el país, pueda llegar a buen puerto.

Agenda social

¿Cómo se genera una agenda social potente que de respuestas permanentes a las demandas sociales?
Para esta agenda social se requieren recursos, y para conseguirlos, se necesita mayor crecimiento y dinamismo de la economía, y que ese crecimiento pueda ser distribuido de manera más equitativa. Para ello, se necesita también estabilidad social, económica y seguridad en las personas. Aquí, cuando hablo de seguridad, me refiero a certezas, a la tranquilidad de la persona que va a trabajar, certeza de que la población sea atendida en un servicio de salud, certeza de seguridad en los barrios (…) Y eso no se logra solo con la mirada del orden público, sacando a militares a la calle o a la policía en masa, a como de lugar, a enfrentar a los ciudadanos. O sea, estamos hablando que se requiere de un nuevo acuerdo social, político y económico, donde tienen que participar todos los actores.

¿La clase empresarial también deberían tener un rol más activo en esta materia?
Echo de menos al mundo privado y empresarial, que debe entender que tiene que invertir y buscar crecimiento, que tiene que dar más garantías a sus trabajadores, y repartir de mejor manera los frutos de ese crecimiento. También, echo de menos a las fuerzas políticas que vayan construyendo niveles de unidad que permitan a la gente avizorar un futuro, donde exista una alternativa de gobierno real.

Al parecer, hay consenso en los temas que se deben priorizar…
Los temas están arriba de la mesa. Estos ejes prioritarios de los que hablaba hay que enfrentarlos, simultáneamente. No es uno por encima de otro. No es uno solo y debemos enfrentarlos de manera integrada, y eso pasa en que exista mayor generosidad política y voluntad de entendimiento de todos los actores. Lo que no podemos hacer es seguir polarizando el país. No podemos seguir pretendiendo imponer la verdad individual, sobre el resto, y no podemos tampoco seguir descalificándonos, o no respetando los derechos de cada uno. Creo que eso es lo esencial. Es un proceso largo y duro, pero si vamos fijando objetivos prioritarios, tengo la sensación que los chilenos podremos construir un Chile mejor del que tenemos.

El papel de la DC

¿Cómo evalúa el rol y la estrategia de la DC desde el estallido social?
Yo, francamente, he sostenido que la estrategia de la DC ha sido errada absolutamente. Nadie entiende en qué es lo que está la DC. La gente no sabe decir si es un partido de Gobierno o de oposición. Los acuerdos que se buscaron y se hicieron, desde la conducción del partido directamente con el Gobierno, significaron pagar un costo social y de prioridad muy alto.

¿A qué se refiere con que ha tenido una estrategia errada?
Usted comprenderá que, por ejemplo, cuando se hace un acuerdo en materia tributaria, que tenía esa mirada y el enfoque que tenía esa propuesta, que se aprobó en la Cámara de Diputados y que significó la división de los diputados del partido, el dar el aval para que los grandes empresarios rebajaran el pago de sus impuestos, en más de $US 800 millones, y una reforma que sólo buscaba solamente motivar inversión, sin preocuparse de lo social, va en contra de toda la lógica. Hoy, el cuadro es otro y nosotros en el Senado construimos el escenario de una reforma tributaria completamente distinta y con enfoque distinto para recaudar más para financiar la agenda social. Lo mismo que hicimos en materia de presupuesto.

A su parecer, ¿La DC ha tendido a tener una postura ambigua?
El partido ha estado en una posición completamente ambigua, que nadie entiende. Pasamos a ser el partido que buscaba acuerdos con el gobierno a cualquier precio, y ahora tiene que estar desdiciéndose de todo lo que se dijo, para decir, entonces, ahora en lo tributario vamos a exigir que paguen más impuestos aquellos a los que se los estábamos rebajando hace meses atrás y queremos ponerle más impuestos. Eso, no lo entiende nadie al final. Y lamento mucho lo que nos está pasando, porque, además, el aislamiento en el que nuestro partido quedó respecto de las otras fuerzas de oposición, es un costo político alto.

¿Falta un reordenamiento, tanto en la bancada de diputados DC, así como de senadores?
En la bancada de senadores tratamos de actuar de la manera más unitaria posible. Y lo que estamos haciendo es un trabajo permanente con el resto de la oposición. Esto que hacemos no es fácil. Acá somos menos y la diversidad no es tan amplia. Me refiero a los representantes que son de oposición. No es fácil buscar esos acuerdos, aun cuando el camino para lograrlo es duro. Mientras que en la Cámara la diversidad, que es muy rica, potencia la coordinación y el trabajo en conjunto, es mucho más compleja. Además, porque es evidentemente, nuestra bancada ha estado marcada y muy quebrada por las decisiones de la mesa del partido. Y eso es algo que al final debilita el trabajo de las bancadas. Estoy hablando del ámbito netamente legislativo.

¿Llamaría, entonces, a la unidad?
Espero que con esta nueva realidad que está viviendo el país, la necesidad que tenemos de aportar a una propuesta en los cuatro ejes fundamentales que apuntaba, nos permita que con nuestros diputados y senadores podamos trabajar mejor, el tema tributario, el tema de la implementación de la agenda social, de salud y todo lo que hemos estado viendo ahora, a propósito de las leyes de paridad, en la conformación de una convención constituyente, la incorporación de nuestros pueblos originarios e independientes. Es decir, actuar con una visión política mucho más amplia y flexible, buscando unidad, primero entre nosotros y luego con otros.

Mirada de futuro

Hay gente que, lisa y llanamente, quiere funar todo, destruir todo…

Hay gente que está por destruir todo, por no hacer nada en avanzar y buscar soluciones entre todos y desean imponer sus verdades, que reviste caracteres incluso de fanatismo y fascismo, de quienes no aceptan opiniones distintas.

¿Cómo aislar a estos grupos?
Tenemos que ir construyendo con las grandes mayorías de este país, con una visión con igualdad de oportunidades, donde los derechos de las personas sean respetados, donde podamos crecer, y que ese crecimiento se transforme en beneficio para toda la sociedad, no solo para unos pocos, y hacerlo de manera sostenible y sustentable, que es lo que aspiramos todos como sociedad.

En definitiva, ¿Usted tiene una visión optimista respecto del futuro de Chile?
Si somos capaces desde el punto de vista político trabajar en conjunto y abiertos a otros para buscar acuerdos, porque hay gente en las calles que pide polarización, veo una posible salida. La obligación nuestra es construir puntos de acuerdos que permitan ir dando salida a los temas. No podemos caer en la lógica de la guerra o del blanco o negro, o imponer verdades, porque no es nuestra labor y lo podrán plantear otros, pero teniendo voluntad política, mayor claridad en la conducción, y entender que este es un proceso que debemos sumar a otros y configurar grandes mayorías. Así es perfectamente posible salir de esta crisis que vive Chile.