A Piñera lo que más se le criticó entre 2010 y 2014, fue el daño que le provocaron las Piñericosas a la “investidura del cargo”. No por falta de sentido del humor, sino que por su exceso de personalismo en temas simples que requerían de una segunda opinión digna de asesores de primer orden. Vimos despelotamientos varios y salidas de libreto que molestaron a propios y ajenos y que en parte gatillaron la brutal pérdida de puntos de aprobación ciudadana.
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