Oh I'm just counting

Acción. Por Jorge Orellana Lavanderos escritor y maratonista

Furibundo, con los ojos inyectados por el odio, el manifestante seguido por una turba descontrolada, corrió contra el sistema, representado por un carabinero que esperaba aterrado mientras el resto de la tropa subía al vehículo policial. Separados por no más de 20 metros, el policía apuntó al muchacho que aterrado ahora, alzó ambas manos, pero ya era tarde. El disparo paralizó a los exaltados, dando tiempo a la patrulla para huir del lugar, pero un lote de perdigones quedó incrustado en el cuerpo del joven. Fue la descripción que le hizo luego al oftalmólogo, mientras éste revisaba una lesión en su ojo, y agregó - no sin un dejo de ingenuidad - ¡yo no hice nada! Solo protestaba en forma pacífica.
 
Mientras troto por la calle, conjeturo sobre lo que escuché al médico. ¿Está el derecho a expresarse en un lugar público por sobre el derecho del que habita ese lugar? La contaminación acústica, el efecto de los gases, la mugre que queda, la destrucción de lugares de esparcimiento y las secuelas del vandalismo? Intentando buscar una respuesta advierto en la calle que una mujer sencilla se esfuerza por evitar que un enorme perro, al que custodia, se le escape. No es capaz de retenerlo, y el hermoso animal inicia un trote gallardo y se aleja respirando aires libertarios. Deja a la mujer atribulada ante la respuesta que tendrá que dar al dueño por la suerte de su perro, con el mismo terror al que se instaló en los ojos del policía, luego en el manifestante, y en todos los habitantes de Plaza Italia.
 
Los medios de comunicación, el mundo político y la ciudadanía, nos hemos transformado en indolentes espectadores que observan con ojos aterrados lo que ocurre en la ciudad. La noche del 12 de noviembre, con angustia impotente, afloró el primitivo ancestro destructor que anida en el corazón del hombre y que inflamado se descontroló quemando iglesias y edificios patrimoniales, ultrajando el alma de la nación y de sus habitantes. 
 
Entre el ingenuo sentimiento de los intelectuales de izquierda que sueñan con resolver los problemas sociales omitiendo el comportamiento egoísta del género humano, y la insensibilidad de algunos técnicos de derecha que aun interpretándolo, desconocen que solo a través de una distribución equitativa se alcanzará la paz social, la nación se debate en permanente confusión, pues la suma de esas minorías, con majadera obcecación, no ha sabido imponer al modelo - que no es el culpable - la porción de humanidad que privilegie el bien común, función prioritaria del Estado.
 
¡A no engañarse! La economía en Chile se desangra y la primera acción es contener la hemorragia. Subirá el dólar y como consecuencia de nuestro empobrecimiento, reaccionando, el banco central intervendrá y contendrá su precio, pero si la condición persiste, la presión continuará y la moneda arremeterá implacable. Con el paso de los días el reajuste se traspasará a los precios, y el costo de la vida aumentará, afectando a todos quienes viven de un trabajo con salario fijo, que se verán empobrecidos. Los grandes capitales, en fuga, buscarán otros mercados y el país caerá en la pobreza que afectará, como siempre, las espaldas de los más desposeídos. Crecerán las tasas de desempleo y mientras no se detenga la hemorragia, el país caerá…, siendo incierto el valor que cada indicador alcanzará. Entonces… ¿Quién piensa en invertir hoy?
 
Fortuitamente, en el día de su cumpleaños, conozco a un hombre que en ese primer encuentro vacía el contenido de su alma acongojada. A sus 67 años, le preocupa su incierto futuro, pues según dice, en su actividad laboral no está generando lo que requiere para vivir por lo que ha debido recurrir a sus ahorros, que se agotan, y eso lo angustia, y a mí su confidencia me parece un acto de coraje y nobleza. Entiendo algo de su abatimiento cuando comenta que no oye música, no lee ni hace deporte, solo se nutre de la conversación y opiniones que escucha en la prensa. Desesperado, busca que un acontecimiento traiga dicha a su vida y como última fórmula lo salve de la inopia que lo invade.
 
¡Qué similitud con nuestro Chile actual concluyo! Su angustia está en la fuente del síndrome de posesión y el consumismo que asola a nuestra sociedad, por lo que con algo de sarcasmo y ante su incredulidad lo invito a leer a los poetas de la dinastía Tang, en que al revés del refulgente destello de lo espectacular, la poesía china enfatiza en lo simple, en aquello que nos salva y nos permite vivir con lo esencial y hurgar en el íntimo recodo en que subyace la felicidad que en nuestro afiebrado camino estamos permanente esquivando.  Caminemos al encuentro con el cerro, o con un ave posada en un árbol, o hasta el misterioso y repetido descubrimiento de un intrascendente atardecer, o el goce de un amanecer de apariencia insípida. ¡Despertemos! ¡En lo plano hallaremos siempre la plenitud!
 
¡Enhorabuena! Se alcanza en el Congreso un acuerdo transversal para cambiar la Constitución. ¡Con voluntad puede, en beneficio del bien común, vencerse los intereses partidistas! Curiosamente, a medida que avanzaron las manifestaciones públicas, la exigencia popular derivó hacia ese cambio, y yo dudo que aquello baste para satisfacer los requerimientos. ¡Hay que actuar de manera urgente!
 
Atender en forma inmediata las medidas que mitigan el sentimiento de rabia acumulado, injusto en ciertos casos, pero inevitable por el curso que tomaron los acontecimientos. Fáciles de abordar e insoslayables: Discusión sobre Rebaja de Sueldos en Congreso, Poder Judicial y Funcionarios Públicos; Rebaja en tarifa del Metro al Adulto Mayor y Estudiantes (Ojalá gratuidad); Incremento a las contribuciones, liberando hasta un monto máximo a la primera propiedad; Mayor Pago de Patentes a vehículos más caros; Aumento en tasas de aeropuerto a quienes viajen por placer. En fin, con franqueza, las medidas de mitigación tienen por objeto encarecer la vida a los más ricos con beneficio para el resto. 
El gran desafío, sin embargo, se encuentra en las tres grandes reformas que deben abordarse en el largo plazo y en forma transversal, independiente del gobierno de turno. Sin dilaciones, debe discutirse sobre Pensiones, Salud y Educación. Más que comprar la paz social, necesitamos una agenda social – Señala hoy en la prensa José de Gregorio. ¡Es lo mismo! La realidad es que a través de una agenda social el empresariado debe comprar la paz social. Ese es el lenguaje del modelo y como lo señalé en una columna anterior por este mismo medio, corresponde a una deuda pendiente que las grandes riquezas mantienen con el país. 
 
Pensiones: Se ha hablado de ellas esta semana, y la última propuesta, de una Diputada Oficialista, fue de aumentar la pensión básica en un 50%. Aun así, no bastará, la dignidad establece que nadie puede vivir con menos del sueldo mínimo, por lo que la pensión básica debe alcanzar al menos ese monto. Sin embargo, no nos engañemos, aunque hay que fortalecer el pilar solidario, la rentabilidad alcanzada por las AFP han sido buenas, por lo que se debe negociar con ellas el costo de la administración de los fondos y sobre todo, la transparencia del sistema, pero si se quiere lograr mayores pensiones para el resto, deberá subirse el valor de cotización y extender los plazos de jubilación.   
 
Salud: Un individuo debe tener el derecho a contar con asistencia de salud para él y su familia, y respecto de esto ¡No hay más! Es una exigencia que dignifica a nuestra comunidad. ¿De dónde obtenemos los fondos? Ese es su problema Sr. Ministro. Humildemente, sospecho que la aplicación de un tributo diferenciado a las empresas permitirá en el largo plazo alcanzar ese anhelo, mientras tanto, me parece de buen gusto que para atenderse, las autoridades utilicen el Sistema de Salud Pública. Aquello garantizará el buen resultado de lo deseado.
 
Educación: Fortalecerla desde la base. Desde abajo hacia arriba se deberá propulsar su gratuidad la que deberá en cualquier caso asociarse a su calidad. ¡Otra cosa no sirve! ¡Esa es su responsabilidad Sr. Ministro! En cuanto a la Universitaria, aunque debe garantizarse su acceso universal, esta, que será usada para lucrar, debe ser pagada, para permitir que otros se eduquen. ¡Sin intereses! ¡Solo con el reajuste del IPC! El Banco Estado debe proveer los recursos para esos fines. 
 
Cuando proveniente del Liceo de Puerto Montt llegué a estudiar al INBA, tuve una áspera recepción del grupo. Alguien que llegaría a ser mi amigo, me tendió una generosa mano y me invitó a recorrer las fastuosas instalaciones del Colegio Público. ¿Qué te gusta hacer? – Me preguntó. Leer - repuse de inmediato. Vamos a la Biblioteca entonces – replicó orgulloso. Impresionado por la cantidad de libros, cuando el bibliotecario Godoy me preguntó por mi última lectura – contesté: “La buena tierra” de Pearl Buck. Entonces – dijo con suficiencia, llévate “Hijos”, que es la continuación del otro, y me fui acariciando el tesoro bajo el brazo, mientras mi amigo portaba el otro, y a nuestra naciente amistad incorporamos a Wang Lung, protagonista junto a su familia de estas novelas…  Tal vez la lectura y el conocimiento de la cultura china sea una excelente herramienta de ayuda para entender la fiebre que hoy nos aqueja.    

Nota: Este texto fue escrito el 17 de noviembre del 2019